Atenas está llena de periodistas. Nunca había visto tanto cámara de televisión. Te los encuentras por cualquier calle del centro, con sus mochilas, sus trípodes y todos sus aparatajes. Parece que todo el mundo, literalmente, está pendiente de lo que puede pasar mañana aquí.
En teoría la intención de voto está muy empatada, pero a saber... A falta de encuestas oficiales, me da la impresión de que cada cual arrima el ascua a su sardina. Y mientras, la estrategia del miedo, de la amenaza, de la coacción. Ojalá que, cuando mañana los griegos elijan su futuro, acierten. Porque mucho me temo que, efectivamente, la elecciones griegas pueden marcar la política a seguir en el futuro con los demás países en "dificultades". ¿Van a poder seguir presionando indefinidamente a las clases medias? ¿Recortando sueldos, sanidad, educación, servicios sociales, pensiones, derechos laborales...?
Ayer me enteré que desde el FMI se ha instado al gobierno español a subir el IVA, bajar el sueldo a los funcionarios y reformar las jubilaciones, ya. No es que me pille de sorpresa, pero estoy harta. Yo no he visto ni un euro de los beneficios de bancos, constructores, políticos y demás ralea. Yo no he vivido por encima de mis posibilidades. Yo he pagado mis deudas y mis impuestos religiosamente. Y ahora resulta que debo pagar las consecuencias de los errores y de la avaricia sin fin de esa gentuza.
A Mario Conde le le juzgó por el caso Banesto. ¿Porqué no se hace ahora lo mismo y se juzga a todos los responsables y se les hace pagar con sus patrimonios personales? ¿Porqué todos se van de rositas, eso sí, poniendo carita de pena y preocupación de cara a la galería, y mientas, nosotros que estuvimos con sueldos de mierda, seguimos pagando los platos rotos?
Que cansada estoy de todo esto. Cómo entiendo a los griegos. Habría que prenderles fuego a los Parlamentos con todos los diputados dentro. Por vendidos y sinvergüenzas. Por tragones.
Ayer, mientras paseábamos por los alrededores de Sindagma y Samarás daba su mitin, a mí lo único que me salía era decir "hijos de puta". Ayer me enteré de la traducción en griego: μπάσταρδοι (bastardi). No pude evitar una sonrisa. Hasta en eso nos parecemos.