El Monasterio de Sucevita es otro de los que forman parte del Patrimonio Mundial de la UNESCO y se construyó en el siglo XVI. A mí creo que es el que más me ha gustado de todos. Las pinturas del exterior son fantásticas y están muy bien conservadas.
Todo el recinto está rodeado por una muralla con torres de defensa que le confieren un aspecto magnífico. La puerta de entrada está protegida por una torre.
La Iglesia de la Resurrección es del mismo estilo que el resto de las que hemos visto en esta región de Bucovina, en Moldavia, y está dividida en varias estancias. Aquí también había que pagar por hacer fotos dentro del recinto y estaba prohibido en el interior de la iglesia, que conserva unos frescos espléndidos, llenos de luz y color y que narran historias de la Biblia.
Esta zona está a pocos kilómetros de la frontera de Ucrania, al norte y de Moldavia, al este. Es un paisaje montañoso, lleno de bosques de abetos y puertos con unas carreteras con tantas curvas que, incluso yo que nunca me mareo, he terminado un poco revuelta.
Pero el paisaje alpino salpicado de granjas es precioso. La distancia hasta Moldovita no es mucha, pero las curvas del Pasul Ciumarna y las impresionantes vistas hacen que tardemos un poco más.
El Monasterio de Moldovita data del siglo XV, pero fue refundado por Petru Rares en el siglo XVI, construyéndose una nueva iglesia, la de la Anunciación, con las mismas particiones que las demás que hemos visto: presbiterio, naos, pronaos, cámara funeraria y exonártex.
Todo el recinto está rodeado por una muralla con torres de defensa que le confieren un aspecto magnífico. La puerta de entrada está protegida por una torre.
La Iglesia de la Resurrección es del mismo estilo que el resto de las que hemos visto en esta región de Bucovina, en Moldavia, y está dividida en varias estancias. Aquí también había que pagar por hacer fotos dentro del recinto y estaba prohibido en el interior de la iglesia, que conserva unos frescos espléndidos, llenos de luz y color y que narran historias de la Biblia.
Esta zona está a pocos kilómetros de la frontera de Ucrania, al norte y de Moldavia, al este. Es un paisaje montañoso, lleno de bosques de abetos y puertos con unas carreteras con tantas curvas que, incluso yo que nunca me mareo, he terminado un poco revuelta.
Pero el paisaje alpino salpicado de granjas es precioso. La distancia hasta Moldovita no es mucha, pero las curvas del Pasul Ciumarna y las impresionantes vistas hacen que tardemos un poco más.
El Monasterio de Moldovita data del siglo XV, pero fue refundado por Petru Rares en el siglo XVI, construyéndose una nueva iglesia, la de la Anunciación, con las mismas particiones que las demás que hemos visto: presbiterio, naos, pronaos, cámara funeraria y exonártex.
La decoración exterior de la Iglesia tiene unas pinturas muy bien conservadas, salvo la fachada norte, más expuesta a las inclemencias del frío invierno.
Los monasterios eran recintos amurallados que servían de refugio a la población en caso de guerra, en una época en que las invasiones turcas estaban a la orden del día, y servían de guardianes y transmisores de la herencia cultural ortodoxa de la zona.
Casi adosado a la muralla que rodea el monasterio había un cementerio que era casi como un jardín en medio de los árboles, colorido y lleno de flores.
Casi adosado a la muralla que rodea el monasterio había un cementerio que era casi como un jardín en medio de los árboles, colorido y lleno de flores.
Campulung Moldovenesc es una pequeña ciudad de unos 20.000 habitantes que, como el resto de Bucovina, perteneció a los Habsburgo. Lo que más me gustó fue su catedral ortodoxa, blanca con tejados rojos con dibujos en verde, amarillo y blanco.
Una de sus principales industrias es la madera. Cuenta con un museo dedicado a la madera, un poco viejo pero interesante.
Aprovechamos la parada para comer. Esta vez a base de queso empanado, cerdo con patatas fritas y una tarta de queso muy contundente. Previamente, para comenzar, nos dieron el típico aguardiente.
Aprovechamos la parada para comer. Esta vez a base de queso empanado, cerdo con patatas fritas y una tarta de queso muy contundente. Previamente, para comenzar, nos dieron el típico aguardiente.
Seguimos camino hacia el Paso del Borgo o Pasul Birgaului, dónde se encuentra el Hotel Castillo de Drácula. No es un lugar que tenga nada de especial, como no sea hacer una parada para estirar las piernas y ver el bonito paisaje de las alturas.
Está a 1.200 metros sobre el nivel del mar. El paso fue popularizado por Bram Stoker en su famosa novela Drácula, en la cuál se decía que éste paso era la puerta de entrada a los dominios del Conde.
Está a 1.200 metros sobre el nivel del mar. El paso fue popularizado por Bram Stoker en su famosa novela Drácula, en la cuál se decía que éste paso era la puerta de entrada a los dominios del Conde.
Hoy dormiremos en Bistrita, una ciudad de unos 80.000 habitantes que en la Edad Media obtuvo el derecho a organizar una feria anual de quince días de duración y que contaba con bastiones y dieciocho torres de defensa. Pero la ciudadela medieval sufrió varios incendios en el siglo XIX que la destruyeron en gran parte.
Esta ciudad es mencionada también en la novela de Bram Stoker porque Jonathan Harker se aloja aquí en el Hotel Golden Crown. Años después se construyó un hotel con el mismo nombre: Coroana de Aur o Corona de oro. Nuestro hotel en esta ciudad. Con cena ambientada, uno de los mejores que hemos tenido en Rumanía.
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