viernes, 31 de enero de 2014

Despedida de Marrakech


Qué poco estamos durmiendo en este viaje. Con lo tarde que llegamos anoche y se nos ocurre quedar hoy a las ocho y media de la mañana.

Hoy teníamos libre la mañana  y algunos italianos han contratado una excursión en camello por los alrededores del Palmeral de Marrakech. Pero nosotros hemos preferido ir por nuestra cuenta. Además, y desde la experiencia de la India, no tengo absolutamente ningún interés en volver a subir a un animalito de esos. 

Después de desayunar con los pajaritos revoloteando por el comedor alrededor de las mesas, hemos cruzado por los jardines al hotel de los chicos. Para no perder el tiempo hemos cogido un taxi frente al hotel para que nos dejara en la Koutubia. 

Nos han cobrado seis euros, podíamos haberlo bajado a la mitad, pero era un monovolumen nuevo y podíamos ir todos juntos. El taxista nos ha dicho que los zocos estaban cerrados por ser viernes y fiesta y que mejor nos llevaba a una cooperativa de artesanos. Pero no ha colado. Acordándome de lo que pasaba en Tailandia le he dicho que como no nos parara en la la Koutubia no le íbamos a pagar, así que no ha insistido, ha dado la vuelta y ha parado dónde le pedíamos.


Es verdad que en el zoco había muchas tiendas cerradas, pero creo que se debía a que era muy temprano, porque después han ido abriendo casi todas. Se notaba menos gente pero era mucho más cómodo. Hemos paseado tranquilamente, regateado en algunos sitios, charlado con los artesanos muchos de los cuales ya nos conocían de ayer...


Me he parado a mirar cómo un chico estaba torneando la madera muy hábilmente y me ha regalado un bonito colgante de madera que ha realizado en un momento delante de mí y ya le he comprado una cajita de madera de tuya que me ha gustado mucho. Casi ni he regateado porque me pareció barata y llega un momento en que te planteas si realmente merece la pena pegarse por tan poco.



















Justo cuando empezaba la hora del rezo hemos aparecido por la gran plaza y hemos podido contemplar como miles de personas se agachaban en el suelo mirando hacia la Meca para hacer la oración.


Hoy nos ha resultado más fácil orientarnos y cuando volvíamos a la mezquita para coger un taxi de vuelta al hotel nos hemos encontrado un gran atasco y todas las calles de los alrededores tomadas por policías y militares. Como habíamos oído que estos días estaba el rey de Marruecos en Marrakech nos hemos imaginado que estaría haciendo la oración del viernes en la Koutubia. Y hemos acertado. 

No hemos encontrado un taxi grande, así que hemos tenido que coger dos pequeños a la vuelta, pero por dos euros cada uno. Aquí los taxis se dividen en dos categorías: grand y petit. Los primeros suelen ser monovolúmenes y pueden ir más personas, pero los petit son utilitarios que como máximo pueden llevar a tres personas. El nuestro era tan viejo y estaba tan sucio que me ha recordado a los coches destartalados que usa aquí la gente del campo para ir a trabajar por los caminos de los pueblos.

En el hotel habíamos quedado a las doce y media con el grupo y tras recoger las maletas han venido a buscarnos para llevarnos de vuelta a la medina, porque era allí donde tenían el restaurante para comer los italianos. Nosotros hemos vagabundeando otro poco y luego nos hemos sentado en la terraza de una cafetería para tomar unos cafés au lait y descansar. Aquí también ponen agua junto con el café y es un detalle que se agradece. La diferencia es que es un botellín. Supongo que la jarra con el vaso tendrían poco éxito entre los turistas.

El resto de la tarde ha sido de viaje de vuelta a Casablanca, al mismo hotel de la primera noche.
Durante el trayecto he cambiado el sitio al italiano que iba sentado atrás con los chicos y que es bastante raro. Así que se me ha hecho muy corto porque hemos venido todo el tiempo charlando.


Ya en el hotel, y tras cenar, he esperado un poco por la zona de recepción porque los chicos me dijeron que tal vez vendrían al hotel nuestro para tomar algo y despedirnos. Justo acababa de subirme a la habitación cuando han llamado de recepción preguntando por mí. He bajado y hemos estado hablando y despidiéndonos en la cafetería del hotel. Qué corta se me ha hecho la semana y, sin embargo parece que llevo aquí mucho tiempo. Son muchas las vivencias que se acumulan y los recuerdos que se entremezclan.

Mañana viene un taxi a recogernos a las 11:30 porque nuestro vuelo sale a las 14:30.

jueves, 30 de enero de 2014

Marrakech

Estamos en Marrakech y ha  amanecido lloviendo,  así que me he calzado las botas y puesto el chubasquero y, después de desayunar, hemos empezado a conocer la ciudad.


Como en Fez, nos han puesto un guía en exclusiva para los españoles. Yo ya estaba un poco harta, pero ha resultado un guía muy bueno, con paciencia cuando nos ponemos hacer fotografías, sabiendo de lo que habla cuando nos enseña los palacios, y muy educado.


Hemos parado en los jardines de la Koutoubia, la mezquita más importante de Marrakesh y contemporánea de la Giralda de Sevilla. Sólo la hemos podido ver por fuera porque nos ha explicado que está prohibido el paso a los extranjeros desde tiempos del protectorado francés.


Después hemos ido a ver el Palacio de Dar Si Said, que ahora es un museo y que fue erigido a finales del siglo XIX por Si Said Ben Moussa, visir de Mulay Abd al-Aziz.


Su decoración es espectacular. El palacio está rodeado de murallas y se compone de un edificio central de dos alturas dispuestas en torno a varios partidos porticados. Algunas partes están un poco estropeadas, sobre todo los suelos, pero parece que están restaurándolo.


Muy cerca está el Palacio Bahía o palacio de La Favorita que también fue construido a finales del siglo XIX.


El el patio principal está adornado de mármol y alicatado zellij y era el que utilizaban las concubinas del visir.


Toda la decoración del palacio es espléndida, hecha con materiales muy valiosos, como mármol de Meknes, cedro del Atlas Medio y azulejos de Tetuán y realizado por los mejores artesanos.


Los artesonados de maderas labradas y pintadas de colores de los techos son sencillamente fabulosos, dignos de un buen dolor de cuello.


Nuestra siguiente parada ha sido la famosa plaza Jemaa el-Fna, centro neurálgico de Marrakesh y emblema de la ciudad. Como conjunto arquitectónico no tiene nada destacado, pero lo más importante es la vida que se respira en ella.


Es un gran espectáculo y un mercado donde se venden plantas medicinales, zumo de naranjas y, al caer el sol, se transforma en un escenario en el que actúan músicos, bailarines, encantadores de serpientes, mujeres que pintan las manos con henna, adivinos, puestos de comida, y todo lo que imaginarse pueda.



Pero, como todavía era pronto, hemos pasado al zoco y deambulado por sus callejuelas. Es mucho más limpio que la medina de Fez y, contrariamente a lo que nos habían dicho, más barato, todo ello sin perder un ápice de colorido y autenticidad.
 

Nuestro guía nos ha contado un montón de cosas, no sólo de lo que veíamos sino de costumbres, religión, leyes, historia...


Nos ha gustado mucho y le hemos dejado una buena propina, aunque también nos a llevado a una herboristería en la que, por supuesto, todo era más caro que en las demás tiendas del zoco.


Tenían remedios para absolutamente todos los problemas imaginables, incluido el mal de ojo para el que hacían mezclas con ingredientes más... curiosos, por decirlo de alguna manera.


Aún así he comprado aceite de argán y pastillas de ámbar y me han regalado un pintalabios en forma de tacita de barro con un aceite coloreado con amapola. Dicen que es típico de las mujeres bereberes.


Hacia las doce de la mañana querían llevarnos al hotel para comer, porque había gente que tenía contratada una cena folklórica esta noche y cambiaba la media pensión de cena a comida.


Pero los españoles hemos hablado con nuestro guía y hemos conseguido que nos llevarán primero a ver las Tumbas Sadíes. Son mausoleos en un jardín que simboliza el paraíso de Alá.



Constituyen uno de los más refinados ejemplos de la arquitectura islámica marroquí. Muy ornamentadas y lujosas, fueron construidas desde finales del siglo XVI al siglo XVIII.
En el jardín se pueden ver tumbas decoradas con mosaicos donde están enterrados los sirvientes y guerreros de la dinastía.


Hacia las dos de la tarde hemos ido al hotel a comer y descansar un ratito hasta las tres y media. Pensaban ir directamente a la plaza de de Jemaa el-Fna pero yo me había mirado el itinerario y nos faltaba de ver la Menara.


Han tenido que darme la razón y nos han llevado allí en primer lugar. Es un jardín de olivos y frutales en cuyo centro hay excavada una enorme alberca del siglo XII para almacenar agua. Tiene un pabellón de cubierta piramidal con tejas verdes que era utilizado por los sultanes para sus aventuras amorosas.

 
La pena es que el día estaba nublado y el agua revuelta, así que ni se podía ver el reflejo del pabellón en el estanque ni el telón de fondo de las montañas del Atlas nevadas, una de las imágenes más típicas de Marrakech.


Y después hacia la medina. Nos esperaba la gran plaza y todo su bullicio. Por la tarde el ambiente va cambiando paulatinamente, van desapareciendo los puestos y los tenderetes de por la mañana para dar paso a sitios de comidas, pequeños restaurantes al aire libre.



Las mejores vistas se obtienen desde una terraza en lo alto de un café y desde allí y con el zoom de la cámara se puede captar sin interferencias la vida de abajo.



Los chicos querían volver al zoco de compras y allí hemos pasado las siguientes horas, perdiéndonos por las callejuelas y con algún pequeño incidente pero, en general, sin problemas.


Lo mejor es dejarse llevar. Las tiendas están agrupadas por gremios y muchos tienen allí mismo los talleres y puedes ver como trabajan los artesanos en directo. Lo malo son los espontáneos que quieren llevarte a algún sitio y luego pretenden que les pagues. Ha habido una pequeña bronca pero cuando les hemos amenazado con llamar a la policía se ha acabado la cuestión.


En las compras hemos regateado como campeones, sobre todo los chicos que me han ayudado a comprar una mochila de piel y tela por 16 euros mediante el método de a mi se me antoja y mi marido me dice que ni hablar de gastar más dinero. Nos hemos reído mucho.


Al anochecer cerraban muchos puestos y las callejuelas tenían un aspecto bastante siniestro, pero no ha habido problemas. Cuando de nuevo hemos desembocado en la plaza ésta tenía más vida que nunca. Con la noche está mucho más animada si cabe.


Hay muchos puestos de comida rápida, restaurantes que han montado al anochecer, charlatanes, vendedores de afrodisiacos ... Cualquier cosa, incluso las más estrambóticas se puede encontrar aquí. Los chicos se han animado con una ración de caracoles, pero a mi me dan bastante asquito.  Es que los bichos...


Como habíamos dicho al autobús que no nos esperaran porque se iban muy pronto para llevar a los de la cena espectáculo y nosotros queríamos aprovechar más el tiempo, hemos vuelto al hotel andando. Un paseo de unos cuarenta minutos.

miércoles, 29 de enero de 2014

Por las montañas del Atlas, de Fez a Marrakech

Hoy nos hemos pasado todo el día de viaje. No ha parado de llover y la carretera hacia Marrakesh atravesaba las montañas del Atlas con unas curvas... incluso ha habido que hacer paradas por los mareos.


Cuando subí al minibús por la mañana la mochila y la tablet estaban donde yo las había dejado. Pero los chicos me preguntaron si no me la había llevado el guía al hotel. Les dije que no y ellos me contaron que, cuando vieron que se me había olvidado, pensaron en llevármela al hotel, que estaba cerca del suyo, pero que el guía le dijo que no, que era más seguro dejarla ahí y que en todo caso ya me la llevaría él. Les he dicho que, por si acaso me vuelve a pasar, tienen permiso para llevársela a su hotel, que me fío más de ellos.


Hemos parado a comer en un restaurante en una ciudad que se llama Beni-Mellial. Dudábamos qué hacer, si comer o no, pero la verdad es que había poco más que hacer por allí y diluviaba, así que hemos decidido tomarnos el menú. Bastante flojito, pero el guía esta vez estaba muy pendiente de nosotros y reclamó al camarero cuando a los chicos no les sirvieron la brocheta de pollo que habían pedido, sino una carne que no se sabía muy bien lo que era.

Después de otro par de horas de autobús hemos parado en otro pueblo en la carretera para tomar unos cafés. Había mucho tráfico porque parece ser que el rey de Marruecos tenía proyectada una visita a  la zona y su comitiva iba a pasar por nuestra misma carretera. Por eso a la entrada de Marrakesh hemos pillado un buen atasco.

El hotel que tenemos hoy es de la misma cadena de el Fez y está bastante bien también, aunque la habitación la hemos encontrado un poco sucia y el suelo pegajoso. Además el wifi, aunque es gratis, no llega hasta la habitación y hay que salir al pasillo de los ascensores para poder conectarse. Lo bueno es que el hotel de los chicos es de la misma cadena y se puede acceder a él por los jardines interiores que los unen. Y la verdad es que cada vez pasamos más tiempo juntos porque son muy majos y conectamos muy bien.

Como ya era bastante tarde cuando hemos llegado, estaba lloviendo y, tras los cerca de 500 km y tropecientas mil horas de viaje, estábamos muy cansados, ya no hemos salido por la noche.
Ojalá que mañana mejore un poquito el tiempo porque hoy ha llovido a mares.

martes, 28 de enero de 2014

Fez

Ya estamos en el hotel y aún no son las cinco de la tarde. Para esto nos han estado metiendo prisa todo el día.
Han venido a buscarnos a las ocho de la mañana para subir a un castillo, el Borj del Sur, que está en una colina con unas magníficas vistas sobre Fez antiguo. 


Se podía ver la mezquita más famosa de la ciudad, la Karaouine, que fue fundada como madraza en el año 859 por dos mujeres procedentes de la cuidad tunecina de Kairuan. Se la considera la universidad más antigua en funcionamiento.


Nuestro guía nos ha presentado a otro guía local que, no se porqué, iba a ser el que fuera con los españoles. Así que nos hemos dividido en dos grupos.


Nos han llevado a una cooperativa de cerámica y artesanía del barro blanco típico de Fez. Como de costumbre en estos casos nos explican un poco el proceso y después a la tienda.


Y como de costumbre yo he pasado bastante de comprar aquí. A la salida había muchos más vendedores con carteras de cuero, instrumentos musicales, muñecos...


El plato fuerte del día era la medina de Fez. Pero el guía que teníamos era un jeta al que lo único que interesaba era meternos en las tiendas en las que él llevaba comisión. Así que el patrón ha sido el siguiente: muy pocas explicaciones, muy pocas visitas y muchas tiendas de alfombras, de cuero... estaba claro que eso era lo que le interesaba, que compráramos.


Hemos pasado por un lugar dónde se amontonaba una lana que olía fatal y nos ha contado que esto era así porque era "lana muerta", lo que quiere decir que no procedía del esquilado de las ovejas, sino de las pieles que se curten. Y que la usan para rellenar colchones. Pues con esa peste...


Como de pasada y con prisa nos ha llevado a la famosa fuente Nejjarine. Espléndida, antigua y adornada con mosaico zellij de loza esmaltado de Fez. El nombre procede del lugar donde está situada, el barrio de los carpinteros, Nejja.


El Museo Nejjarine de artesanía en madera está ubicado al lado de la fuente, en un antiguo fondac de tres plantas. Construido en el siglo XVIII, era un lugar que proporcionaba comida, descanso y cobijo a los comerciantes que llegaban a la ciudad.


Su restauración, que costó cerca de 25 millones dirhams, formó parte del programa de conservación al que se sometió la medina.



















En la tienda de cuero a la que nos ha llevado el guía después hemos subido a la terraza para ver el trabajo de los curtidores de cuero. El olor era casi insoportable y eso que hacía frío y estamos en enero.


Esto en agosto tiene que ser horroroso. Al bajar a la tienda he estado mirando una mochila de tamaño medio en piel de camello bastante áspera. Me han pedido 90 euros. Casi me echo a reír en su cara.


Muy pesado, el vendedor me ha preguntado cuánto le ofrecía. La verdad es que me no me gustaba mucho: parecía demasiado basta y el cuero tenía un olor muy fuerte. Al final, para quitármelo de encima, le he dicho que 20 euros con la esperanza de que pasara de mí, como efectivamente ha hecho. Por el precio que él me pedía me compro una muchísimo mejor en España y no tengo que ir cargada.


Con las alfombras igual. Con la disculpa de visitar un palacio de la medina nos hemos tenido que tragar la explicación y la exposición de modelos. Cuando les ha quedado claro que ninguno íbamos a comprar nada, se han olvidado de nosotros.


Por suerte hemos visitado la madraza el-Attarine o de los especieros. Es una de las madrazas mejor conservadas y más bellas de Marruecos. El sultán benimerín Abu Said construyó esta obra de arte entre 1323 y 1325 con un patio interior magníficamente decorado con alicatado zellij y una fuente de abluciones.



En el piso superior se ven las ventanas con puertecillas de madera labrada de las habitaciones de los estudiantes. Los muros están cubiertos de suras y motivos florales esculpidos en la madera o el yeso. La fuente y sus columnas de mármol están adornadas con azulejos.


A todo esto el guía cada vez estaba más cabreado porque, no sólo no comprábamos en las tiendas a las que él nos llevaba, sino que mirábamos en otras y además los chicos se perdieron un rato por su cuenta. 


Yo no sé si realmente se pensaba que éramos tontos, porque no cejaba en su empeño y además nos metía prisa si nos parábamos en lugares "no oficiales". 


Al final hemos pasado de él completamente y se ha pillado un buen cabreo. Nos ha preguntado si íbamos a comer en el restaurante con los italianos y al decirle que no, qué íbamos a volver a la medina, se ha enfadado más todavía y nos ha hecho dar mil vueltas por callejuelas sin ningún interés para perdernos y que pensáramos que era imposible ir solos. 


Al llegar a la puerta del restaurante nos ha dicho que quedábamos allí a las dos y media, aproximadamente hora y media para que comieran los italianos. Sabíamos que iban a tardar bastante más porque todavía no habían llegado, pero para qué íbamos a discutir...


Los chicos han hablado con un muchacho que estaba en la calle y se ha ofrecido a llevarnos de nuevo a la zona de los curtidores por una propina. Iba por delante de nosotros y con mucho cuidado porque están prohibidos los guías ilegales y la policía los puede detener.


Nos ha enseñado madrazas, mezquitas y casas que no habíamos visto y, aunque algunas presentaban un estado de conservación que daba pena, era fácil imaginar cómo habían sido en sus tiempos de esplendor.


También hemos visto cómo los curtidores lavan las pieles en el río, todo muy poco higiénico pero real como la vida misma, no la versión azucarada que pretendían que conociéramos.


Asimismo nos ha conducido hasta talleres de tejedores, de los de verdad, no de los que posan para los turistas, y hemos podido descubrir in situ las duras condiciones de trabajo que soportan.



Nos ha dado un montón de vueltas y hemos conocido muchos rincones nuevos. No se cuantos kilómetros hemos podido hacer, pero ha sido una visita intensa y a buen ritmo. Desde luego, ha merecido la pena.


A la hora convenida estábamos en el restaurante pero, como era de preveer, la gente estaba por el segundo plato.



Tres cuartos de hora esperando y a ver el Palacio Real. De nuevo la visita se limita a ver las puertas exteriores de bronce, siete, una por cada día de la semana. 


Con un paseo por el barrio judío y unas explicaciones bastante pobres hemos completado las visitas del día. El barrio judío o Mellah es una de las zonas más tradicionales y antiguas de Fez. Al estar recluídos en la muralla que rodea el palacio, los judíos podían disfrutar de la protección de los sultanes.


Aún se pueden apreciar los detalles que diferenciaban este barrio de los barrios musulmanes, como los balcones exteriores de los edificios.


Total que a primera hora de la tarde ya estábamos en el hotel. De todas formas me he consolado pensando que me venía bien para conectarme a skipe y para hacer limpieza de fotos, pero me he dado cuenta de que he dejado la mochila en el minibús, con la tablet y el cuaderno en el que voy apuntando las cosas para pasarlas al blog. Espero no tener problemas y que mañana siga en su sitio. Bastante faena va a ser no tenerla hoy como para que se pierda. En fin, que todos los días tengo alguna movida.

* La fotografía de la Fuente Nejjarine es de internet.