viernes, 17 de mayo de 2013

“Con una moneda compré un pan, para tener con qué vivir, y con la otra una rosa, para tener por qué vivir”

En un artículo suyo, Rosa Montero escribe sobre un cuento árabe tradicional. Describe cómo un mercader  entró en la ciudad un día de mercado y le dio a un mendigo dos monedas. Horas más tarde volvieron a cruzarse y el primero preguntó al segundo qué había hecho con su dinero. El hombre contestó: “Con una moneda compré un pan, para tener con qué vivir, y con la otra una rosa, para tener por qué vivir”.

Este relato me ha vuelto muchas veces a la cabeza en los últimos tiempos. La más reciente cuando leía en un periódico que en colegios de Grecia entidades benéficas tenían que dar de comer a los niños, porque había muchos que se desmayaban de hambre en las clases o que dedicaban los recreos a rebuscar en la basura los restos de los bocadillos de los pequeños más afortunados. Y poco después la misma noticia, pero esta vez en Andalucía. Muy cerca.

Me parece tan duro, tan injusto. No sólo se está quitando el pan a la gente, sino todas las ilusiones. Y, por si ésto fuera poco, se nos priva también de todos esos "privilegios" que creíamos tan normales que ni los apreciábamos. Que ilusos, creer que es un derecho la educación, o la sanidad, o la justicia gratuitas y al alcance de todos. Ahora nos enteramos que no, que lo bueno hay que pagarlo y que si no puedes... mala suerte.

No hemos empezado a apreciar lo que teníamos hasta que han amenazado con quitárnoslo. Saben que con la sanidad y la educación, y con pocos escrúpulos, se puede hacer negocio. Dinero. Privatizando. Asfixiando lo público. Desprestigiándolo. Vilipendiándolo.

Volviendo a la situación de Grecia (una bola de cristal para ver nuestro futuro), hasta el año pasado los alumnos tenían los libros de texto gratis. Pero eso fue una de las primeras cosas que desaparecieron con la crisis. Primero se sustituyeron por fotocopias o disquetes. Después...


La sanidad nunca fue como la nuestra. Allí funcionaba la cultura del "fakelaki", el sobrecito, el soborno que se da al médico, al policía, al funcionario en general si quieres que "lo tuyo" vaya para adelante. Pero ahora ni con eso. Las farmacias no dan medicamentos si estos no se pagan y los hospitales tampoco. Poca gente se ha parado a pensar el precio que tiene, por ejemplo un tratamiento contra el cáncer  Muy pocas familias normales estarían en posición de asumirlo. Y ante eso, ¿qué puede hacer una persona? ¿dejarse morir o hipotecar a la familia de por vida y sin ninguna garantía de curación?. Porque el cáncer se cura, pero no siempre... 


¿Es el fin del estado del bienestar?¿La ley del más fuerte?¿Volvemos a las cavernas?.

Dicen que hay que recortar. Lo más fácil: educación y sanidad. La cultura. La justicia. Está en nuestras manos permitirlo o luchar por ello. Hundirnos en la miseria humana y moral o salir a flote y nadar, aunque sea contracorriente. Ser un país del primer mundo o del tercero.

Necesitamos el pan y la rosa.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Son las personas que construyen un mundo y ellos mismos o la mayoría de ellos lo destruyen.

¡Por una sanidad pública y digna, no dejemos que nos la destruyan!