domingo, 18 de mayo de 2014

Copenhague, cuarto día.


Hoy ha cambiado el tiempo. Al despertar he visto que el cielo estaba cubierto y a medio día ha empezado a llover. Menos mal que ya lo habíamos previsto y no ha habido problemas porque por la mañana hemos estado en Christianshavn y por la tarde a la Galería Nacional (Kunstmuseum).


Christianshavn es una isla. Desde la parada del metro nos hemos dirigido hasta el puente que la une con Slotsholmen porque estábamos oyendo jaleo, gritos y música.


Había un montón de gente corriendo por las calles. Supongo que sería una carrera popular. El evento estaba amenizado por un grupo de músicos que eran una mezcla entre batucada y chicas bailando samba. Pelín hortera para mi gusto.


Hemos vuelto hacia atrás y dado un paseo entre los muelles y los canales con barcos - casa. No sé si esta zona es menos turística o es que el día estaba revuelto, pero las calles estaban muy tranquilas.  


Christianshavn es uno de los barrios más interesantes de la ciudad y el que mejor refleja el aspecto que tenía Copenhague antes del incendio de 1728. Fue creado en 1639 por Christian IV para convertir la ciudad en el centro naval y económico de la zona.


Al fondo se distinguía la inconfundible silueta en espiral de la torre de la Iglesia del Salvador. Y ha sido como un imán.




















Hemos subido los cuatrocientos escalones que tiene, unos doscientos cincuenta por dentro y los últimos ciento cincuenta por el exterior, sólo protegidos por una barandilla dorada.


Era mejor no pensarlo porque el vértigo era muy fuerte, sobre todo al llegar arriba, dónde los escalones eran tan estrechos que al cruzarte con alguien casi no había sitio y, lo peor, notar que la torre se movía por el viento.


Unas pocas fotos con las preciosas vistas que había desde arriba y he bajado a toda prisa porque ya no aguantaba más. Pero reconozco que merece la pena. Además estas cosas ya me las tomo como un reto: tengo que ser capaz de hacerlo y punto.


Justo al llegar abajo ha comenzado a llover, así que nos hemos entretenido viendo la Iglesia por dentro. Luego hemos llegado hasta los Bastiones pero no estaba el día para pasear más, así que hemos tomado el metro y dos estaciones más tarde hemos bajado para llegar a la Galería Nacional bordeando el Jardín Botánico. 


Al entrar ya diluviaba, pero tiene una cafetería en la parte nueva con enormes ventanales de vidrio que se abren al parque de Oster Anlaeg y a su lago. La escena era preciosa, aunque el día estaba muy oscuro.


Hemos tomado algo y nos hemos entretenido unas horas con las colecciones de arte internacional del Renacimiento en adelante, arte danés y arte moderno del XX.


La colección original, en su origen colección privada del rey, se expuso por primera vez en público en el año 1822 en el Palacio Christiansborg. Afortunadamente se salvó del incendio de 1884 y dos años más tarde se trasladaba a su actual ubicación.



No es que sea un museo comparable a otros grandes europeos pero merece la pena y además es gratis, así que con lo que llovía era la mejor opción para pasar nuestra última tarde en Copenhague.

sábado, 17 de mayo de 2014

Copenhague, tercer día.


Seguimos con un tiempo fantástico y se nota. Los copenhaguenses abarrotan los parques, las terrazas, incluso las aceras y los puentes. Cualquier sitio al sol y protegido del viento es bueno. Así que están todos como tomates. 


El carril bici tiene más tráfico que el de los coches y no sólo es utilizado por bicicletas sino que también se ven patinetes o chicos con tablas de skate, de todas las edades y con todo tipo de ropa. Ejecutivos, amas de casa con un canastillo para la compra, mamás con el carrito para los niños delante de la bici, minifalderas, deportistas...


Se puede llevar la bici en el metro y, si lo prefieres, en las estaciones hay enormes aparcamientos para bicicletas. Es una cultura totalmente diferente.


Al llegar hoy a Kongens Nytorv había otro mercadillo. Es típico en los fines de semana de la época veraniega. Hemos estado revolviendo un rato hasta que hemos oído música, y resulta que estaba pasando el cambio de guardia de palacio.


Hoy hemos decidido visitar el Castillo de Rosenborg. Lo construyó Christian IV como castillo de recreo entre los años 1606 y 1634 en estilo renacimiento holandés. Los siguientes reyes residieron aquí a menudo, hasta la construcción del Castillo de Frederiksberg en 1710.


Después solamente se ha utilizado en 1794, a causa de un incendio en el palacio de Christiansborg, y durante el ataque de Nelson a Copenhague en 1801.


El castillo es de ladrillo y está rodeado por un foso en el que nadan cisnes y patos. Por dentro tiene estancias amuebladas con piezas de época .


La sala del Tesoro de la Corona está en el sótano y cuenta con espadas, coronas, vajillas y las joyas de la corona. También hay una colección de armas reales, barriles de vino de Rosemborg, objetos de marfil y ámbar.


Sus jardines estaban llenos de gente disfrutando del día de sol. Todo el mundo estaba tirado en la hierba jugando, tomando el sol, corriendo, leyendo...


Justo al lado del castillo está el Jardín Botánico. Su entrada es libre y cuenta con un impresionante invernadero de cristal, la Casa de la Palmera, que por desgracia estaba cerrado debido a unas obras de rehabilitación.


Ocupa diez hectáreas y alberga 25.000 plantas de 13.000 especies distintas y hay muchos bancos con preciosas y coloridas vistas. Además contiene un Museo Botánico y otro de Geología.


Hay lagos con puentes, garzas, patos, tortugas y, como no, está lleno de gente que disfruta del día en la hierba. Es increíble lo que les gusta el sol y la naturaleza a los daneses.


En lo alto de las terrazas de la Casa de las Palmeras había un puesto de bebidas y comida rápida y una terraza para descansar y disfrutar del entorno.


Al salir hemos seguido por la calle Gothersgade hasta los embalses. En uno de los puentes que los cruza hacia el barrio de Norrebro la acera estaba llena de gente... tomando el sol entre paseantes y bicicletas.


Norrebro significa "puente norte" y es un barrio del XIX muy popular para pasear o comprar. Aquí se nota más la inmigración y pueden verse gentes de todas las culturas y con sus atuendos típicos. Y pocos coches y muchas bicicletas.



Pero el colmo, al menos para nuestra mediterránea forma de pensar, ha sido cuando hemos llegado al cementerio de Assistens Kirkegard y allí, entre la vegetación y las antiguas tumbas, los daneses estaban comiendo, jugando, tomando el sol en bañador, paseando al bebé...


Lo habitual que se haría en un cementerio, vamos. En detalles como estos es dónde más me doy cuenta de las diferencias entre los países. En España sería impensable y probablemente estaría incluso castigado. Pero sinceramente prefiero la visión nórdica, mas natural y menos "tenebrosa". Aún así no deja de ser sorprendente estar ante la tumba de Hans Christian Andersen y que al lado haya unas chicas tomando el sol y con unas cervezas.


Este  cementerio data de 1760, cuando se hizo necesario porque los cementerios existentes estaban llenos a causa de varios brotes de peste que mataron a una tercera parte de la población en sólo cincuenta años. Pero hemos visto lápidas con inscripciones recientes, de los años noventa.


Ya de vuelta y tras parar en una terraza para tomar unas cervezas hemos decidido que ya era hora de regresar. Un paseo hasta la estación de metro más cercana y de vuelta al hotel, que tengo los pies hechos fosfatina y estoy muy cansada.


viernes, 16 de mayo de 2014

Copenhague. Segundo día

Hoy ha hecho tanto sol que incluso me he quemado algo y eso que llevaba protección cincuenta. Pues he terminado casi tan coloradita cómo se ponen ellos. Mimetizándome con el entorno...


Hemos empezado el día en Slotsholmen, la "Isla del Castillo", la zona más antigua de Copenhague y lugar donde el obispo Absalon fundó la ciudad allá por 1167.


El actual castillo data de principios del siglo XX y engloba varios edificios: el Palacio de Christiansborg que alberga el Parlamento, el Tribunal Supremo, la Oficina del Primer Ministro y los Salones de Estado de la Reina.


También se encuentran aquí los Archivos Nacionales, la Biblioteca Real, la Cancillería... incluso una antigua fábrica de cerveza. 


En la isla también hay otros edificios emblemáticos como es el de la Bolsa o Borsen, con una torre en espiral formada por las colas de cuatro dragones y que alcanza más de cincuenta metros. Fue construido entre 1619 y 1640 por Christian IV que quería así fortalecer la posición de la ciudad como centro comercial y de finanzas.


También aquí está el Diamante Negro, una ampliación de la Biblioteca Real construida en 1999 con las paredes revestidas de cristal y un  mármol negro y brillante. Está formado por dos cubos inclinados que se reflejan en el agua.


Cerca del canal y dentro de la isla hemos encontrado un bonito mercadillo de antigüedades en el que había puestos con pequeños muebles, porcelana, objetos de cristal y joyería, decoración...


No hemos podido comprar nada porque aún no habíamos podido cambiar nuestros euros a coronas danesas y por alguna razón que desconocemos los pocos bancos que habíamos encontrado estaban cerrados.


Finalmente encontramos una oficina de cambio que nos sopló un trece por ciento de comisión. Y entonces hemos vuelto.


Desde Amagetorv y la plaza con la fuente de las cigüeñas (que en realidad son garzas) hemos recorrido la calle peatonal Stroget hasta llegar a una gran plaza que la calle parte en dos. La parte de la derecha corresponde a Gammeltorv, la Plaza Vieja


Allí nos hemos sentado junto a la fuente Cáritas, la más antigua de Copenhague, que simboliza el amor del rey Christian IV por su pueblo. Hemos descansado un rato tomando algo.


A la izquierda de la calle la plaza se llama Nytorv o Plaza Nueva. Se construyó en 1606 y era el lugar de las ejecuciones públicas. Las dos plazas quedaron unidas tras un incendio que destruyó el ayuntamiento.


Continuamos hasta la Plaza del Ayuntamiento, la Radhuspladsen, construída en la segunda mitad del XIX y que cuenta con monumentales edificios como el Radhús o Ayuntamiento o el Palace Hotel.


Pero toda la parte central de la plaza estaba en obras.


Junto a la Radhuspladsen se encuentra el Tívoli, el parque de atracciones. Todavía dudando si entrar o no, pensamos que sería mejor volver por la noche, cuando hacen conciertos de música, hay fuegos artificiales... Dicen que es más bonito y no hay tantos niños.


Tras un corto paseo pasando junto a la Catedral y la Universidad hemos llegado a la Torre Circular, antiguo observatorio del siglo XVII construido por Christian IV, dentro de la cual hay una gran rampa en espiral que permitía ascender con carros o caballos. 


Está adosada a la Iglesia de la Santísima Trinidad de la que pueden verse las cubiertas y las vigas de madera del tejado. Además cuenta con una sala de exposiciones y alguna curiosidad como un antiguo retrete de madera.



Pero lo más interesante de la Torre son las vistas que se obtienen desde la terraza que tiene en lo más alto. Allí descansamos un rato disfrutando del sol y de una temperatura casi veraniega. 


Volvimos a la Fuente de las Garzas paseando por las calles de los alrededores. Finalmente entramos en el bonito café Norden y nos tomamos unos capuchinos.


Estaba bueno pero creo que ha sido uno de los cafés más caros que me he bebido.  Más de siete euros por cabeza. Me ha parecido exagerado, pero al menos hemos descansado un buen rato y disfrutado del bullicio de la zona.