jueves, 15 de mayo de 2014

Copenhague

No sé porqué pero hace tiempo que tenía ganas de venir a Copenhague. Y como tenía unos días libres no me lo pensé. Ha habido gente que me ha dicho que qué hay que ver aquí, que es una ciudad que no tiene nada. Otros me han dicho que es maravillosa y lo cierto es que mi primer contacto con la ciudad ha sido casi perfecto.


El vuelo salió con retraso por una huelga de los controladores en Francia. Al llegar, en el aeropuerto nos esperaba un coche del hotel, que se encuentra a medio camino entre el aeropuerto y la ciudad. Nuestra habitación está en el piso vigésimo y tiene unas vistas impresionantes. Es limpia, funcional y minimalista, muy nórdica.


Como era pronto y nos quedaban muchas horas de luz hemos pensado que lo mejor era salir a dar una vuelta. Hay una estación de metro cerca del hotel y en cinco paradas te encuentras en el centro de la ciudad, en la plaza Kongens Nytorv.


Lo mejor era comprar un bono de diez viajes. Al llegar nos hemos puesto a pasear sin rumbo fijo y sin querer hemos llegado a Nyhavn. Su nombre significa "puerto nuevo" y fue construído por el rey Cristian V entre los años 1670 y 1673.


A medida que los barcos fueron más grandes el puerto fue perdiendo tráfico hasta convertirse en un puerto - museo. Las coloridas casas de los lados del canal estaban bañadas por la luz de la tarde y contrastaban con un cielo azul intenso.


Las terrazas estaban absolutamente llenas de gente, turistas y daneses que disfrutaban de una preciosa tarde primaveral. Desde luego es un lugar de postal, lleno de cafés y restaurantes, tiendas, barcos y... vida.


Y como la tarde invitaba a ello hemos decidido ir a ver a la famosa Sirenita. Por el camino pasamos por la plaza de Amalienborg, flanqueada de palacios de estilo rococó y residencia de la familia real danesa.


Desde ella se puede ver a un lado la Iglesia de Federico, más conocida como la Iglesia de Mármol. Es un templo rococó de planta redonda y cuya cúpula recuerda a la de la Basílica de San Pedro en el Vaticano.


Al otro lado y tras el canal está la nueva ópera de Copenhague, considerada uno de los teatros más modernos del mundo y edificada en una isla.. 


Hemos seguido casi bordeando el agua y nos hemos encontrado el Arca de Noé. Tal cual. Que risa. Así que estaba aquí, en Dinamarca. Mira que si después de todo Noé era un vikingo...


Bordeando el foso de Kastellet al fin divisamos la pequeña escultura de la Sirenita casi invisible por el montón de gente que se hacía fotos a su lado. Se trata de una pequeña estatua de bronce inspirada en el cuento de Andersen y que se ha convertido en el símbolo de la ciudad. 


 Muy cerca estaba la Iglesia de Sant Alban, anglicana y de estilo neogótico.


Hemos dado la vuelta paseando por Kastellet, la ciudadela. Es una fortificación en forma de pentágono y rodeada de fosos que formaba parte de las defensas de la ciudad.


Hoy sigue albergando dependencias militares pero, sobre todo es un gran parque. Allí la gente merienda en la hierba, pasea con los niños o los perros, se escucha una banda de música militar...


Tiene varios edificios, pero el que más llama la atención es un molino de viento que servía para asegurar el suministro de harina en caso de asedio.


La calle Bredgade nos ha devuelto directamente a Kongens Nitorv pasando junto a la Iglesia Rusa de Aleksander Nevskij, inconfundible por sus doradas cúpulas bulbosas y construida por el zar Alejandro III y su esposa de origen danés, hija del rey Christian IX.


Y por hoy nada más. A descansar un poco, que ha sido un día muy largo y mañana parece que también va a hacer un día soleado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

...Pues es una ciudad bien colorida! y además con el día tan claro que hacía resaltaba más! Quién dice que no tiene nada para ver? ... sólo con mirar su cielo ya dice.
Me ha hecho gracia el nombre "Kastellet" :-))
La sirenita que romántica...