lunes, 30 de marzo de 2015

Amsterdam. Primer dia de sol y despedida


Esta mañana al final hemos visto el sol brillar a ratos sobre el cielo de Ámsterdam. Aunque el viento no ha parado al menos mientras hemos estado fuera.



Aunque vuelo salía a mediodía hemos querido madrugar y aprovechar la mañana para ir al barrio de Joordan, en concreto al mercadillo que se preparan los sábados y los lunes en el entorno de la iglesia de Norderkerk.



Me ha parecido mucho más auténtico y menos turístico que el mercado que visitamos el viernes, el de Rembrandtplatz.


En este mercadillo hay de todo, en especial ropa y zapatos de segunda mano y telas, muchísimas telas a unos precios irrisorios, a un euro o dos euros el metro. También había antigüedades, cacharros de cerámica, grabados, viejas fotografías o joyería de plata.


Todo a unos precios bastante bajos y sin tener que regatear. Al llegar no eran aún las diez de la mañana y todavía estaban montando muchos puestos, así que sólo se veía a locales, muy pocos turistas y muchos inmigrantes.


Después de comprar alguna cosilla hemos tenido que volver al hotel a coger la maleta para irnos aeropuerto.


El vuelo ha salido con una hora de retraso, después de cambiar de puerta de embarque. Menos mal que había cogido el AVE con bastante margen, que si no hubiéramos perdido también el tren.


domingo, 29 de marzo de 2015

Amsterdam. El diluvio universal versión holandesa.


Y llegó el día del diluvio universal. O eso nos parecía a nosotros, porque los holandeses iban como si nada, muchos sin paraguas ni chubasquero, a pesar de que la lluvia ha caído con ganas y de que el viento tenía rachas tan fuertes que las calles estaban llenas de bicicletas y motos que habían caído al suelo.


A primera hora todavía no hacía mucho viento así que hemos ido andando hasta el Museo Van Gogh. Solamente teníamos que ir siguiendo el canal del Prinsengracht hasta Leidseplein. Y desde ahí, pasando junto al Vondelpark, estábamos a unos minutos de la Plaza de los Museos.


Hemos llegado a las diez menos cuarto y ya había cola, pero no muy grande por suerte. En media hora estábamos dentro, aunque hemos tenido que hacer cola otra vez, esta para dejar los paraguas en el guardarropa.

El Museo Van Gogh tiene tres plantas en las que se expone la obra del pintor y la de algunos de sus contemporáneos y amigos. Hay muchos de esos cuadros míticos que todos conocemos, como la Habitación de Arlés, unos Girasoles, Lirios, el Almendro en flor ... Además de unos cuantos autorretratos.

Estaba prohibido hacer fotografías de los cuadros expuestos así que hemos comprado una guía del museo para recordar las obras.

La tienda del museo tiene de todo y de todos los precios, desde detalles de menos de un euro a joyas de la famosa joyería Gassan que reproducen sus lirios o los girasoles con oro y brillantes, de muchos cientos de euros. Es difícil no encapricharse de algo.

Cuando hemos salido diluviaba de nuevo y la cola era bastante más larga. La suerte es que el Rijksmuseum está muy cerca, pero la parte mala es que, para variar, también había cola.

Ha sido un rato hasta llegar a la parte del túnel, en la que por lo menos no nos mojamos, y luego, una vez dentro del hall del museo, una nueva cola hasta llegar a la taquilla y comprar los tickets.


Al menos dos de las personas que estaban en la taquilla eran españolas, lo que es de agradecer. Pero cuando ya íbamos a entrar resulta que alguien nos dijo que los paraguas teníamos que dejarlos en el guardarropa otra vez. Y de nuevo otra gran cola para dejar las pertenencias en el guardarropa.


No sé cuánto tiempo hemos podido perder hoy haciendo colas para todo. Horas y horas. Porque pensábamos haber tomado algo en la cafetería, pero para variar también había cola, igual que en los servicios... Si hubiéramos comprado las entradas por internet nos hubiésemos ahorrado mucho tiempo, pero no sabíamos con seguridad qué día íbamos a ir, porque dependía mucho de la climatología.


Como el museo cierra a las cinco de la tarde y sabíamos que íbamos a estar un poco justos de tiempo hemos optado por subir directamente a la segunda planta, a la Galería de Honor, donde se exponen las obras maestras del Siglo de Oro holandés: la Ronda de noche de Rembrandt; la Lechera, la Callejuela y la Carta de Vermeer; el Alegre bebedor de Frans Hals o el Deber de una madre, que muestra a una mujer quitándole los piojos a su hija, de Pieter de Hooch.


Luego hemos ido a una sala donde se exponen dos casas de muñecas impresionantes de dos ricas  mujeres, ambas llamadas Petronila.


Para no empacharnos de pintura flamenca hemos ido hasta la planta baja y salido al Pabellón Asiático donde se exponen obras japonesas, chinas, indias... Joyas, esculturas, pinturas...


A las cinco menos cuarto nos han avisado por megafonía que iban a cerrar y a las cinco en punto, cuando estábamos viendo obras del Renacimiento italiano y de Fra Angélico nos han dicho que fuera.


Y para rematar otra vez una inmensa cola para coger los paraguas de guardarropa y otra inmensa cola para ir a los servicios. La tercera era la que llevaba al restaurante y hemos pasado de hacerla. Una vuelta por la tienda del museo y a la calle, donde nos esperaba un vendaval de lluvia y viento como hacía mucho que no veíamos.


Hemos ido a la parada de tranvía que hay en la calle Hobbemastraat, justo al lado de el museo. Por la calle volaban los paraguas y todo el mundo se aferraba a ellos para que no se les diera la vuelta. Pero era inútil, los paraguas no servían para nada. Es mas, terminan siendo un peligro, así que nos hemos ajustado bien el chubasquero y así hemos vuelto al hotel.


Lo más alucinante es que, a pesar de que a nosotros nos llevaba el viento y la lluvia nos calaba hasta los huesos, veías a la gente andando en bicicleta como si no pasara nada, sin paraguas ni gorros, y las chicas con sus falditas. Increíble.


sábado, 28 de marzo de 2015

Amsterdam. Frío y lluvia.


Hoy el día ha amanecido obscuro y sin lluvia pero como ya sabíamos lo que nos esperaba hemos puesto en marcha el Plan B. Que normalmente quiere decir cambiar los paseos y visitas al aire libre por museos.


Bueno, ha sido un plan B un poco a medias porque hoy, aunque llovía, tampoco era exagerado, aunque el viento era fuerte y se te metía la humedad y el frío hasta los huesos.


Empezamos volviendo al Barrio Rojo y, por cierto, parece que aquí las chicas empiezan muy pronto a trabajar, porque ya estaban en sus escaparates.


Hemos tardado en encontrar el Musem Ons' Lieve Heer op Solder, donde se encuentra  la Amstelkring o Iglesia Clandestina.


La zona está en obras y tampoco está muy bien indicada. Se trata de la mansión de un rico comerciante católico que desafió la prohibición de practicar el catolicismo construyendo una iglesia dentro de su casa.


Ocupa los tres últimos pisos y es una monada. Además se visitan diversas estancias de la casa del mercader, pero por desgracia el museo está en obras de renovación y hay algunas habitaciones que no se enseñan. A pesar de todo es una pequeña joya y desde luego constituye toda una sorpresa.



Después hemos ido dando otro corto paseo hasta la plaza Nieuwmark, que hoy estaba llena de puestos de un mercadillo de frutas y verduras, quesos, flores, dulces y tartas artesanales.



En un lado de la plaza está la Torre Waag, en la que hoy hay una cafetería, pero que originalmente fue una puerta de la antigua muralla de la ciudad, aunque con posterioridad se utilizó como Casa de Pesos (de ahí su nombre), anatómico, parque de bomberos, museo...



A partir de aquí la lluvia ya no nos ha dado tregua, así que primeramente hemos ido al Magna Plaza, un bonito centro comercial de estilo neogótico edificado en el siglo XIX que tiene tres pisos con tiendas de moda y regalos.

 

Después hemos estado dudando qué era lo mejor y nos hemos decidido por ir a ver la Casa de Ana Frank. No sé si era lo más indicado, lo que sí que es cierto es que da la impresión de que todo el mundo ha tenido la misma idea, ya que hemos estado haciendo cola más de dos horas bajo la lluvia y el viento.


No recordaba haber pasado tanto frío desde hace mucho tiempo. Al final no me respondían ni las piernas para andar cuando teníamos la suerte de que se moviera un poco la fila. Los labios amoratados, la nariz goteando y los ojos llorosos. Un cuadro, vamos, y eso que me había preparado a conciencia con botas de agua, un buen anorak para la lluvia y un gorro de lana. Lo dicho, hecha un cuadro.


Mientras estábamos haciendo cola me he acercado al cercano Homomonument, dedicado a los homosexuales. Pero no es nada de otro mundo, de hecho no es más que una plataforma de mármol que tenía encima unas flores.


No sé si la Casa de Ana Frank  merece la pena. Supongo que depende de cada uno. No está mal pero si no te has leído el libro creo que no tiene mucho sentido. Las habitaciones están desnudas, sin muebles y no se puede hacer fotos a nada. De todas maneras hay algunos detalles que te tocan la fibra.


Al término de la visita hemos pasado un buen rato en la cafetería del museo tomando unos cafés y unos chocolates calentitos para reponernos y entrar en calor. Y de paso contemplábamos sin ninguna envidia como la gente hacía cola hora tras hora, sin que la longitud de la la misma disminuyera en ningún momento. Y los barcos turísticos que surcan el Prinsengracht parando para que la gente hiciera sus fotos del lugar.


Cada vez hacía más viento y llovía más fuerte, pero en algún momento teníamos que volver al hotel. El día había sido largo y el cansancio ya hacía mella. Así que hoy hemos llegado más temprano. Así cenamos antes y sin prisas.

viernes, 27 de marzo de 2015

Amsterdam. Entre la lluvia y el sol


Hoy ha amanecido lloviendo, así que he decidido a probar el "efecto botas de agua" según el cual, en el momento que yo me calzo unas botas de goma, deja de llover. Al principio no ha dado resultado y cuando pasado por la Centraal Station camino de la Openbare Bibliotheek, la gran biblioteca municipal de Amsterdam, la verdad es que no paraba de caer agua. Y lo peor es que el viento nos volvía los paraguas del revés.



La biblioteca es una pasada: amplia, moderna... Además en su último piso tiene una cafetería con una terraza y vistas muy buenas del centro antiguo. Un lugar ideal para disfrutar de un café contemplando la ciudad.



Cuando ya íbamos a salir del edificio, en la planta baja hemos descubierto que había unas actuaciones de alumnos del cercano conservatorio. Nos hemos sentado y nos han dado inmediatamente el programa. Ha sido aproximadamente media hora fantástica.




La ruta ha seguido pasando al lado de la Schreierstoren, una torre del siglo XV que formaba parte de la muralla que defendía la ciudad. Su nombre significa "torre de las lágrimas", porque se cuenta que éste era el lugar desde el cual las mujeres despedían a sus maridos cuando éstos se hacían a la mar.


Casi enfrente está el hotel Amrat, antiguo edificio construido en el estilo de la Escuela de Amsterdam, una variante local del Art Decó.


La Montelbaanstoren es otra de las torres de defensa de la ciudad antigua, rematada en estilo renacentista y con un reloj y campanas en su parte superior.


Seguimos andando hacia el Museum Het Rembrandthuis, la casa-museo de Rembrandt, el gran pintor holandés. En esta casa vivió en su mejor época y conserva el estudio donde pintó una buena parte de sus obras maestras.


Al lado está uno de los mercadillos callejeros más famosos de Amsterdam, el de Waterloopleinmarkt, con toda clase de cachivaches, antigüedades dudosas, mucha ropa y calzado "vintage" o de segunda mano, bolsos, joyas de plata y bisutería, recuerdos originales o de dudoso gusto...


Todo es cuestión de revolver un poco y pasear entre sus puestos, quizá encontremos un tesoro o nos llevemos a casa un trasto inservible.


Rodeando el Nationale Opera & Ballet, cruzamos el Amstel por el puente Blauwbrug hasta el canal Herengracht o canal de los señores. Éste es uno de los tres canales, junto con el Keizersgracht y el Prinsergracht que fueron construidos en el siglo XVII de forma concéntrica rodeando la ciudad.


En este canal hay muchas mansiones con jardines interiores, algunas de las cuales se han transformado en museos u hoteles.


Paseando por sus orillas llegamos a la calle Vijzelstraat y cruzamos por ella hasta el Canal Singel, justo frente a la Munttoren.


En este punto comienza el famoso Bloemenmarkt o Mercado de las Flores, una de las mayores atracciones turísticas de Amsterdam, dónde podemos comprar flores o bulbos de infinitos colores.


Los puestos están situados sobre barcazas atracadas a lo largo de la orilla sur del canal Singel pero la verdad es que no se nota. Dicen que es el único mercado flotante de flores del mundo.



Ya casi era mediodía y un buen momento para hacer una parada para descansar y reponer fuerzas en un lugar bastante especial, el restaurante Blue.


Está situado en la última planta del centro comercial Kalvertoren, a unos treinta metros de altura.


Desde su situación en lo alto de una torre de acero y cristal a la que se llega en un ascensor acristalado en un trayecto corto pero vertiginoso, ofrece unas espectaculares vistas de 365º del centro histórico. 


Estábamos ya casi al lado de la plaza Spui y de la entrada al pasadizo por donde se llega al Begijnhof. Este conjunto arquitectónico data de 1346, cuando se creó para albergar a una comunidad de mujeres católicas.


En el centro del patio se encuentra la antigua iglesia de las beguinas, la Engelse Kerk, del siglo XV, pero la perdieron con la Reforma, viéndose obligadas a construir una iglesia clandestina uniendo dos casas.


También aquí, en el número 34, podemos ver la casa más antigua de Amsterdam, que conserva la fachada de madera, material prohibido en 1521 para evitar los frecuentes incendios.


Pasamos por el Amsterdam Museum pero no entramos, sino que salimos a la calle comercial Kalverstraat por la que paseamos entrando en algunas tiendas de ropa o en una de quesos en la que se podían probar y comprar mil y un quesos diferentes.


Así llegamos hasta a la Plaza Dam y, pasando por delante del Palacio Real, nos dirigimos a la Nieuwe Kerk.


Para ver la Iglesia Nueva no es imprescindible pagar la entrada. Puede verse bastante bien desde la tienda de recuerdos a la que se entra desde un lateral del edificio.


La Plaza Dam, el centro neurálgico de la ciudad, surgió en el siglo XIII cuando de construyó una presa sobre el rio Amstel.



Pronto se convirtió en el centro político y comercial de la ciudad. En ella están el Palacio Real, la Nieuwe Kerk, el Monumento Nacional...


Está llena de gente, tanto locales como turistas y en ella se entremezclan músicos callejeros, artistas varios, carrozas de caballos, puestos de comida rápida, bicicletas o tranvías.


Hemos vuelto al Barrio Rojo con un poco más de luz para visitar la Oude Kerk, porque ayer me gustó mucho la placita en la que está pero ya era de noche.



Cuando llegamos eran ya las cinco y media y cierran a las seis. La chica de la taquilla nos lo dijo y, como nos vio dudar, nos informó que a esas horas si entrábamos nos cobraba la mitad de la tarifa. Y pensamos que al fin y al cabo tampoco íbamos a estar mucho más de media hora allí.



La combinación de los techos de madera, los suelos de piedra que en realidad son de sepulturas, y las escasas pero impresionantes vidrieras qué se conservan, hace que la visita sea muy recomendable.



Fuera había varios de los escaparates con chicas típicos en el Barrio Rojo de Amsterdam y un montón de Cofee Shops que no necesitaban anunciarse puerto que el olor que emanaba de su interior los delataba sin margen de error.


Ya de vuelta hemos llegado a la Estación Central y hemos dejado a la derecha está la iglesia de San Nicolás reflejándose en las aguas. Es un templo católico construido en el siglo XIX para sustituir a la Amstelkring, la antigua Iglesia Clandestina.



En los alrededores de la Estación Central está lo que seguramente será uno de los mayores aparcamientos de bicicletas del mundo. O al menos de Europa. Miles y miles de bicicletas de todas formas y tamaños, nuevas, viejas y muchas que parecían abandonadas.


Desde el muelle que hay tras la estación parten ferris gratuitos que pueden acercarnos a la orilla norte del Ij, por ejemplo al Eye Film Institute, situado en un moderno edificio inaugurado en 2012. En el Museo del Cine de Amsterdam podemos ver películas o exposiciones.