jueves, 26 de marzo de 2015

Amsterdam. Llegada a la ciudad de los canales


Hoy, justo dos días después de el siniestro del avión de German Wings, hemos tomado un vuelo hacia Ámsterdam. Da un poco de cosilla, es verdad, pero no vamos a quedarnos en casa. Además, quién sabe dónde podemos encontrarnos un loco.


Ha sido un vuelo tranquilo. Volábamos con KLM y ellos todavía tienen el detalle de ponerte un sándwich con una bebida y el café con un dulce. Así también se hace más corto.


Cuando hemos llegado a Schiphol, con algo de retraso, hacía un frío y un viento heladores. Bueno como todo el mundo me ha dicho que es lo típico tampoco me ha pillado de sorpresa. Fuera estaba esperándonos el transporte que habíamos contratado para que nos llevara al hotel.


Podíamos haber ido en tren por cuatro euros, pero de la estación al hotel hay un paseo que seguramente se haría corto en un día soleado, pero no es el caso y no apetece arrastrar las maletas buscando el hotel mientras diluvia.


Tras descansar unos minutos en la habitación, decidimos salir inmediatamente, porque el día estaba muy oscuro y ya eran las cinco de la tarde.


Nos han prestado en recepción unos paraguas grandes porque los nuestros son pequeños y plegables y con el tiempo que hacía que no iban a servir para nada. Y así, a explorar la ciudad.


Dejando atrás el impresionante edificio de la Centraal Station y caminando por la calle Damrak llegamos a la plaza Dam, un gran espacio irregular al que se asoman el Koninklijk Paleis o Palacio Real, la Nieuwe Kerk o Iglesia Nueva,  el Nationaal Monument, hoteles, museos, grandes almacenes, cafeterías...


Y, girando por la calle Damstraat nos hemos internado por el famoso Barrio Rojo. Ya empezaba a anochecer y los locales encendían sus luces. Coffee Shops de los que salía un intenso olor a marihuana y hachís, escaparates desde los que las prostitutas, en su mayor parte sudamericanas, te llamaban la atención o incluso una iglesia, la Oude Kerk, en el centro del barrio y rodeada de establecimientos dedicados poco al espíritu y mucho más a otras tareas algo más carnales.


Una primera toma de contacto con una ciudad que promete no defraudarnos. Ahora toca cenar algo y descansar y prepararnos para mañana.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué sueño tengo... No doy despertado...