
Me he asomado a la ventana y lo que he visto me ha dejado sin palabras. Abajo, en la calle, un chico delgado y como de unos veinte años paseaba a sus perros mientras cantaba.
Y como en una coreografía de repente en muchas ventanas se ha encendido la luz y la gente las ha abierto para escuchar. El chico ha mirado para arriba, se ha sonreído y ha seguido cantando, parando de vez en cuando para hablar con sus perros.
Sólo han sido unos minutos pero de una magia imposible de describir. Ha sido genial. Y emocionante.
Todavía no se me ha borrado la sonrisa de la cara.
2 comentarios:
Menos mal que era al anochecer porque si fuera en plena noche a mí no me hubiera hecho ninguna gracia :-))))
...es que una sufre todo tipo de ruidos alrededor que prácticamente siempre, es imposible sentir tranquilidad en tu propia casa.
Jajaja, te entiendo. Mi vecino lleva un mes reformando su casa!!!
Pero en este caso creo que no me hubiera importado que me despertara. Existen pocos "ruidos" tan bellos...
Publicar un comentario