viernes, 27 de marzo de 2015

Amsterdam. Entre la lluvia y el sol


Hoy ha amanecido lloviendo, así que he decidido a probar el "efecto botas de agua" según el cual, en el momento que yo me calzo unas botas de goma, deja de llover. Al principio no ha dado resultado y cuando pasado por la Centraal Station camino de la Openbare Bibliotheek, la gran biblioteca municipal de Amsterdam, la verdad es que no paraba de caer agua. Y lo peor es que el viento nos volvía los paraguas del revés.



La biblioteca es una pasada: amplia, moderna... Además en su último piso tiene una cafetería con una terraza y vistas muy buenas del centro antiguo. Un lugar ideal para disfrutar de un café contemplando la ciudad.



Cuando ya íbamos a salir del edificio, en la planta baja hemos descubierto que había unas actuaciones de alumnos del cercano conservatorio. Nos hemos sentado y nos han dado inmediatamente el programa. Ha sido aproximadamente media hora fantástica.




La ruta ha seguido pasando al lado de la Schreierstoren, una torre del siglo XV que formaba parte de la muralla que defendía la ciudad. Su nombre significa "torre de las lágrimas", porque se cuenta que éste era el lugar desde el cual las mujeres despedían a sus maridos cuando éstos se hacían a la mar.


Casi enfrente está el hotel Amrat, antiguo edificio construido en el estilo de la Escuela de Amsterdam, una variante local del Art Decó.


La Montelbaanstoren es otra de las torres de defensa de la ciudad antigua, rematada en estilo renacentista y con un reloj y campanas en su parte superior.


Seguimos andando hacia el Museum Het Rembrandthuis, la casa-museo de Rembrandt, el gran pintor holandés. En esta casa vivió en su mejor época y conserva el estudio donde pintó una buena parte de sus obras maestras.


Al lado está uno de los mercadillos callejeros más famosos de Amsterdam, el de Waterloopleinmarkt, con toda clase de cachivaches, antigüedades dudosas, mucha ropa y calzado "vintage" o de segunda mano, bolsos, joyas de plata y bisutería, recuerdos originales o de dudoso gusto...


Todo es cuestión de revolver un poco y pasear entre sus puestos, quizá encontremos un tesoro o nos llevemos a casa un trasto inservible.


Rodeando el Nationale Opera & Ballet, cruzamos el Amstel por el puente Blauwbrug hasta el canal Herengracht o canal de los señores. Éste es uno de los tres canales, junto con el Keizersgracht y el Prinsergracht que fueron construidos en el siglo XVII de forma concéntrica rodeando la ciudad.


En este canal hay muchas mansiones con jardines interiores, algunas de las cuales se han transformado en museos u hoteles.


Paseando por sus orillas llegamos a la calle Vijzelstraat y cruzamos por ella hasta el Canal Singel, justo frente a la Munttoren.


En este punto comienza el famoso Bloemenmarkt o Mercado de las Flores, una de las mayores atracciones turísticas de Amsterdam, dónde podemos comprar flores o bulbos de infinitos colores.


Los puestos están situados sobre barcazas atracadas a lo largo de la orilla sur del canal Singel pero la verdad es que no se nota. Dicen que es el único mercado flotante de flores del mundo.



Ya casi era mediodía y un buen momento para hacer una parada para descansar y reponer fuerzas en un lugar bastante especial, el restaurante Blue.


Está situado en la última planta del centro comercial Kalvertoren, a unos treinta metros de altura.


Desde su situación en lo alto de una torre de acero y cristal a la que se llega en un ascensor acristalado en un trayecto corto pero vertiginoso, ofrece unas espectaculares vistas de 365º del centro histórico. 


Estábamos ya casi al lado de la plaza Spui y de la entrada al pasadizo por donde se llega al Begijnhof. Este conjunto arquitectónico data de 1346, cuando se creó para albergar a una comunidad de mujeres católicas.


En el centro del patio se encuentra la antigua iglesia de las beguinas, la Engelse Kerk, del siglo XV, pero la perdieron con la Reforma, viéndose obligadas a construir una iglesia clandestina uniendo dos casas.


También aquí, en el número 34, podemos ver la casa más antigua de Amsterdam, que conserva la fachada de madera, material prohibido en 1521 para evitar los frecuentes incendios.


Pasamos por el Amsterdam Museum pero no entramos, sino que salimos a la calle comercial Kalverstraat por la que paseamos entrando en algunas tiendas de ropa o en una de quesos en la que se podían probar y comprar mil y un quesos diferentes.


Así llegamos hasta a la Plaza Dam y, pasando por delante del Palacio Real, nos dirigimos a la Nieuwe Kerk.


Para ver la Iglesia Nueva no es imprescindible pagar la entrada. Puede verse bastante bien desde la tienda de recuerdos a la que se entra desde un lateral del edificio.


La Plaza Dam, el centro neurálgico de la ciudad, surgió en el siglo XIII cuando de construyó una presa sobre el rio Amstel.



Pronto se convirtió en el centro político y comercial de la ciudad. En ella están el Palacio Real, la Nieuwe Kerk, el Monumento Nacional...


Está llena de gente, tanto locales como turistas y en ella se entremezclan músicos callejeros, artistas varios, carrozas de caballos, puestos de comida rápida, bicicletas o tranvías.


Hemos vuelto al Barrio Rojo con un poco más de luz para visitar la Oude Kerk, porque ayer me gustó mucho la placita en la que está pero ya era de noche.



Cuando llegamos eran ya las cinco y media y cierran a las seis. La chica de la taquilla nos lo dijo y, como nos vio dudar, nos informó que a esas horas si entrábamos nos cobraba la mitad de la tarifa. Y pensamos que al fin y al cabo tampoco íbamos a estar mucho más de media hora allí.



La combinación de los techos de madera, los suelos de piedra que en realidad son de sepulturas, y las escasas pero impresionantes vidrieras qué se conservan, hace que la visita sea muy recomendable.



Fuera había varios de los escaparates con chicas típicos en el Barrio Rojo de Amsterdam y un montón de Cofee Shops que no necesitaban anunciarse puerto que el olor que emanaba de su interior los delataba sin margen de error.


Ya de vuelta hemos llegado a la Estación Central y hemos dejado a la derecha está la iglesia de San Nicolás reflejándose en las aguas. Es un templo católico construido en el siglo XIX para sustituir a la Amstelkring, la antigua Iglesia Clandestina.



En los alrededores de la Estación Central está lo que seguramente será uno de los mayores aparcamientos de bicicletas del mundo. O al menos de Europa. Miles y miles de bicicletas de todas formas y tamaños, nuevas, viejas y muchas que parecían abandonadas.


Desde el muelle que hay tras la estación parten ferris gratuitos que pueden acercarnos a la orilla norte del Ij, por ejemplo al Eye Film Institute, situado en un moderno edificio inaugurado en 2012. En el Museo del Cine de Amsterdam podemos ver películas o exposiciones.


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