Hace algún tiempo me preguntaron qué cuál era el lugar que más me había impresionado de todos los que había conocido. Y me quedé sin saber qué decir, no porque no hubiera ninguno sino por todo lo contrario, porque hay tantos... Pero voy a intentarlo.
Siguiendo un orden más o menos cronológico creo que el primer lugar que me dejó sin habla fue el Coliseo de Roma allá en mis tiempos de instituto.
Más al sur de Italia y cerca de Nápoles, Pompeya. Llegamos un soleado día de febrero. Había turistas, pero pocos. Algún grupo de japoneses que visitaba la zona del foro y poco más, porque seguramente tendrían que ver muchas más cosas en ese día. Nosotros íbamos a jornada completa, así que nos dedicamos a pasear por las calles de la ciudad, en su mayor parte desiertas. Tan ensimismada iba que si hubiera visto atravesar a un romano con toga y sandalias delante mío, no me hubiera sorprendido lo más mínimo. Fue como hacer un viaje en el tiempo.
Y después ha habido muchos otros, como el Mont Saint Michel en Normandía, Francia, una abadía construida sobre un islote en el Atlántico. Su origen es tan antiguo que está envuelto en leyendas pero parece que se remonta a antiguos cultos druídicos de las tribus celtas que habitaban la zona. Sin embargo los comienzos de la abadía actual son de los siglos VIII o IX dC.
Y después ha habido muchos otros, como el Mont Saint Michel en Normandía, Francia, una abadía construida sobre un islote en el Atlántico. Su origen es tan antiguo que está envuelto en leyendas pero parece que se remonta a antiguos cultos druídicos de las tribus celtas que habitaban la zona. Sin embargo los comienzos de la abadía actual son de los siglos VIII o IX dC.
En Egipto, las Pirámides. Después de imaginarlas tantas veces, verlas ahí delante, con miles de años de antigüedad, mudos testigos de tantos acontecimientos...
Recordé la frase de Napoleón a sus tropas: "Desde lo alto de estas Pirámides, cuarenta siglos os contemplan".
Recordé la frase de Napoleón a sus tropas: "Desde lo alto de estas Pirámides, cuarenta siglos os contemplan".
Y los Templos de Abu Simbel, en Nubia, el lejano sur casi en la frontera con Sudán. Los mandó construir Ramsés II como homenaje a el mismo y a su esposa Nefertari y para demostrar su poder. Con el paso del tiempo se fueron cubriendo de arena y fueron olvidados hasta que en el año 1813 Burckhardt los "redescubrió". En 1964 tuvieron que ser trasladados de lugar, unos metros más arriba, para que no los tapara el lago Naser, formado por la gran presa de Assuán.
En un radical cambio de tiempo y de latitud, otro de mis lugares favoritos desde que por primera vez vi su imagen en el anuncio de una marca de whisky, fue el Castillo de Eilean Donan.
Se alza sobre una pequeña isla en el lago Duich, en las tierras altas de Escocia, cerca de Inverness y data del siglo XIII. Tras ser testigo de muchas batallas, sus ruinas estuvieron abandonadas hasta principios del siglo XX en que John MacRae Gilstrap lo restauró.
Y hasta aquí la primera entrega. Un día de estos me animaré a seguir con más lugares mágicos, de esos que tienes que ver si o si. Pero, por supuesto, ¡es una lista muy personal!.