sábado, 31 de enero de 2015

Japón: Kyoto, segundo dia

Tras tomar un desayuno típico japonés con sopa, arroz y cositas que no recuerdo el nombre, pero sin café ni bollería o tostadas, salimos pitando porque no teníamos todo el día, ya que esa tarde partíamos para Hiroshima.
Un día frío y soleado, ideal para estar recorriendo la ciudad. Volvimos a coger autobuses para desplazarnos y, tal vez porque era más temprano, no estaban tan llenísimos como el día antes.


Nuestro destino era uno de los templos más conocidos de Japón, el icónico Kinkaku-ji que fue inmortalizado por Yukio Mishima en su novela El Pabellón de Oro, basada en un hecho real: el incendio del templo en 1950 por un monje que enloqueció y que no pudo soportar la belleza del edificio, que se reconstruiría pocos años más tarde.


El edificio original databa de 1397 y era una villa de descanso del shogun que posteriormente fue transformada en templo. Consta de tres plantas, con las dos últimas recubiertas de pan de oro y está ubicado en medio de unos espectaculares jardines, al lado de un lago denominado Kyoko-chi, el espejo de agua. El porqué de este nombre es evidente viendo las fotografías.


No muy lejos, el Ryoan-ji, "el templo del dragón tranquilo y pacífico"es un templo construido a finales del siglo XV dentro del cual existe uno de los jardines de rocas o karesansui, un tipo de jardín zen japonés, más famosos del mundo. Su creador no explicó su significado ni el porqué de su belleza. Es un jardín rectangular situado frente al edificio principal que utiliza arena rastrillada, musgo y un total de quince rocas dispuestas en tres grupos, en cada uno de los cuales destaca una piedra mayor que las demás. Además las rocas están dispuestas de modo que, cuando se mira el jardín desde cualquier ángulo, sólo catorce de las rocas son visibles al mismo tiempo.


El Castillo de Nijo fue mandado construir por el primero de los shogunes Tokugawa, Ieyasu, en 1601 y en 1940 se abrió al público.
Está rodeado de fosos y murallas y se accede al interior del recinto a través de varias puertas, algunas realmente espectaculares por su decoración. En el interior se encuentran el Palacio Ninomaru, el Palacio Honmaru y varios jardines.


El Palacio Ninomaru está construido en madera de ciprés y una de las cosas que más me sorprendieron fueron los "suelos de ruiseñor". Para evitar que alguien pudiera acercarse en silencio y poner en peligro la vida del shogun o del resto de los habitantes del castillo, los suelos están colocados de manera que, por muy cuidadoso que se sea, emiten suaves chirridos cuando alguien camina sobre ellos.


El Palacio Honmaru es mucho más pequeño, ¡poco más de 1500 metros! y sus habitaciones están conectadas a través de patios y corredores.


El castillo tiene varios jardines y zonas arboladas (algunos cerezos ya estaban en flor), pero el más antiguo es el Jardín Ninomaru, que cuenta con un gran estanque y tres islas, la de la Eterna Felicidad, la de la Cigüeña y la de la Tortuga.


Dejamos el Castillo de Nijo ya para ir a la estación de Kioto. Allí comimos en un restaurante italiano, que la comida japonesa está ben pero tampoco hay que abusar, y cogimos el Shinkansen que nos dejaría en Hiroshima ya de noche. Allí cogimos un taxi hasta el hotel, muy cerca de la "zona cero".


domingo, 25 de enero de 2015

Japón: Kyoto, primer día.

A Kyoto llegamos en el tren bala. Cuando lo pusieron en funcionamiento en los años sesenta, el Shinkansen era casi ciencia ficción. Ahora, acostumbrados al AVE, no nos damos cuenta de lo que representaban entonces las velocidades que alcanzaban estos trenes. Tuvimos que esperar muchos años para disfrutar de una tecnología similar.

En España y antes de emprender el viaje, habíamos comprado el Japan Rail Pass que, durante un periodo de siete o catorce días, te permite viajar en trenes autobuses y ferries sin límite de kilómetros. 

Tras cerca de cuatro horas de viaje desde Tokio llegamos a la espectacular y futurista Estación de Kyoto, construida en acero, cristal y hormigón e inaugurada en 1997 para conmemorar los doce siglos de la fundación de la ciudad. Tiene quince plantas con todo lo que pueda buscarse: restaurantes, grandes almacenes, tiendas de todo tipo y hasta una oficina de correos. Todo tan moderno que choca frontalmente con el resto de la ciudad, una de las más tradicionales y mejor conservadas de Japón.

Decidimos alojarnos en un tradicional ryokan que estaba a sólo unas pocas calles de la estación. Nos pareció que merecía la pena probar algo tradicional y, no se si por el cansancio, la gripe o un poco por todo, la verdad es que dormí de un tirón toda la noche.

Porque en cuanto dejamos las maletas a buen recaudo empezó la maratón de templos. Bueno no tanto, porque nos movíamos en autobuses urbanos que iban absolutamente llenos y porque tampoco merece la pena empacharse de tal manera que ya no distingues unos de otros.


El primer templo al que llegamos fue Sanjusanjen-do, un templo budista famoso porque está considerado como el edificio de madera más largo de Japón y porque en su interior alberga mil estatuas de la diosa Kannon.


Para acceder al interior había que descalzarse, pero los suelos de madera estaban brillantes e impolutos. Y estaba prohibido hacer fotos dentro, así que he tenido que rebuscar en internet para dar con una imagen.


Camino de Kiyomizu-dera atravesamos un barrio tradicional de casas bajas y calles con montones de cables eléctricos. Nos contaron que los dejaban así por los terremotos. También nos cruzamos con unas geishas que caminaban a toda prisa, víctimas de las cámaras de los turistas.
Las geishas se originaron como profesionales del entretenimiento que usaban sus habilidades en distintas artes japonesas, música, baile, y narración. Son característicos su maquillaje blanco, sus kimonos y peinados.



Comenzaban su entrenamiento en la niñez, pero hoy dia las jóvenes con aspiraciones a geisha comienzan  después de completar los primeros años de secundaria o incluso estudios superiores. Las geishas aún estudian instrumentos tradicionales como el shamisen, el shakuhachi (flauta de bambú), el taiko (tambor), canciones tradicionales, baile japonés clásico, sadō (ceremonia japonesa del té), ikebana (arte floral ), literatura y poesía. 
Kyoto mantiene fuerte la tradición de las geishas y allí se encuentran dos de los más tradicionales distritos de geishas, Gion y Pontochō.


Kiyomizu-dera significa templo del agua pura, y toma su nombre de las cascadas que existen en el complejo y que bajan de las colinas cercanas. En algunas fuentes había gente bebiendo porque se considera que su agua da buena suerte.



Es un recinto enorme que incluye templos, jardines, fuentes, cascadas, bosques o lugares para reponer fuerzas tomando un típico te japonés.



Hay varios edificios en el complejo: la Pagoda (la más alta de Japón), la Puerta de los Dos Reyes con las tradicionales formas de los templos japoneses, la Puerta del Este, la Torre de la Campana, la Cascada del Sonido de las Plumas, que originó la construcción de este complejo, o el Santuario Jishu dedicado a un dios del amor. Éste posee dos "piedras del amor", situadas a seis metros la una de la otra, distancia que los visitantes tienen que recorrer con los ojos cerrados. Si se consigue es un presagio de que esa persona encontrará el amor.

  

Sin embargo el Hon-do es el edificio más representativo y fotografiado de todo el complejo. Está elevado sobre 139 columnas de madera unidas sin clavos y asomado hacia el precipicio, con unas vistas imponentes del valle de Kyoto.


El complejo fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y estuvo en la lista de candidatos a Nuevas Siete Maravillas del Mundo. 

Seguimos adelante y esta vez, además de chicas jóvenes vestidas a la manera tradicional con los kimonos, encontramos unos monjes pidiendo limosna. "Takuhatsu" significa "alzar el tazón" y es una forma de mendicancia budista. Los monjes zen caminan por las calles cantando y la gente al escucharlos ofrece un donativo en su tazón de madera. Forma parte del entrenamiento de los monjes que, además de ayudar a los monasterios que viven de donaciones y obligar al discípulo a ser humilde, ayudan a purificar a la ciudad donde habitan porque, según la filosofía zen, el donante, el mendicante y la propia limosna forman parte de una cadena de equilibrio. Y de esta manera el "Takuhatsu" expresa la relación del mutuo apoyo y la dependencia. Los religiosos brindan consejos y guía espirituales, y los seguidores laicos suministran las necesidades físicas. Esta es una antigua tradición, que se remonta a la época de Buddha.


Y así llegamos al Heian-Jingu, un santuario sintoísta construido en 1895 para celebrar el 1100 aniversario de la creación de Heian Kyo (antiguo Kyoto). Tiene un gran Torii a su entrada y honra a dos emperadores: Kanmu, fundador de la ciudad en 794 y Komei, el último emperador que vivió aquí antes de que, con el emperador Meiji,  la capital se trasladase a Edo, antiguo nombre de Tokio.



El Shin'en consta de cuatro jardines que rodean los edificios del santuario. Por supuesto, jardines japoneses que rodean los edificios principales. Mas de 33.000 metros cuadrados de jardines con paseos, cenadores, estanques... Un lugar de cuento para relajarse y descansar. 



En la calle frente al templo había unos chicos tirando de unos carritos en los que montaban los turistas. A mi me resultó raro ver esto en un país tan adelantado y me explicaron que los chicos suelen ser estudiantes y que de todas formas están orgullosos de conservar esa tradición. No se si será así verdaderamente, pero desde luego era curioso verles con sus atuendos llevando a la gente a toda velocidad.



El último templo que visitamos fue el Ginkaku-ji, el Pabellón de Plata, llamado así porque el shogun Ashikaga Yoshimasa quería recubrir el edificio de plata, de igual manera que su abuelo había recubierto el Kinkaku-yi de oro. 



Lamentablemente el pabellón principal estaba en restauración y recubierto de andamios, por lo que, una vez más, he tirado de internet para encontrar una fotografía. Un motivo más para volver a Japón: ver el templo ya restaurado. Pero pudimos pasear por los jardines zen y por el parque arbolado recubierto de musgo. 



Aun vimos algún otro templo por el camino, pero ya sin parar. Camino del ryokan pasamos por barrios típicos de la ciudad, en especial Gion, puede que el barrio más tradicional, en el que puedes encontrarte con geishas que, al atardecer se dirigen a su trabajo, Además hay muchos restaurantes y casas de té. 



martes, 20 de enero de 2015

Japón


Ya hace algunos años que estuve en Japón. En esa época no escribía en el blog y muchas cosas se me van olvidando. Además el viaje fue un poco accidentado, Llegué con gripe y vomitando en el avión y me fui con gripe y fiebre. Ni que decir tiene que no estuve realmente bien ni un solo día de las dos semanas que pasamos allí. Y lo malo de la fiebre es, entre otras cosas, que hace que tenga lagunas. Hay lugares que recuerdo sólo por las fotos que tomé. Y me da mucha pena porque es un país increíble. Así que he decidido tirar de fotografías y recuerdos e intentar revivir aquel viaje.
Con un poco de suerte, quizá un día vuelva...