domingo, 15 de diciembre de 2013

El sueño de Zenobia

La ciudad de Palmira nació en un oasis del desierto de Siria y pronto alcanzó un gran desarrollo gracias a su situación estratégica en la Ruta de la Seda. Se trataba de una encrucijada entre oriente y occidente, entre el Imperio Persa y el Imperio Romano, y supo aprovechar su condición de parada obligatoria en las grandes rutas comerciales que recorrían las caravanas procedentes de oriente. Así pronto sus habitantes se enriquecieron con el comercio y la ciudad empezó a crecer.


Desde el s. I dC pertenecía al Imperio Romano y el emperador Adriano le concedió los derechos de ciudad libre.
Pasaron los años y a mediados del siglo III,  en época de Valeriano, el gobernador de Palmira se llamaba Odenato. En el imperio oriental había problemas con los persas de Sapor I y el emperador marchó allí con sus ejércitos para solucionar el conflicto. Sin embargo y debido probablemente a una traición, los persas capturaron al emperador. Se cree que fue torturado y ejecutado pero realmente nunca se supo más de él. Era la primera vez que sucedía algo así y su hijo y sucesor, Galieno vio como el imperio se sumía en el caos: invasiones, epidemias...


Tras la derrota de Valeriano, Odenato tomó el control de la situación atacando y derrotando a los persas. Galieno lo recompensó nombrándolo "Totius Orientis Imperator". Probablemente el objetivo de Odenato era crear un imperio independiente de Roma pero fue asesinado junto con su heredero, Hairam.

Su esposa tomó el poder como regente de su hijo pequeño, Vabalato. Zenobia era una mujer famosa por su belleza e inteligencia. Hablaba varios idiomas y tenía como consejero al filósofo griego Longino. Decidió dejarse de medias tintas y simulaciones y se independizó de Roma.


Fortificó y amplió la cuidad y se lanzó a la conquista de los territorios que habrían de formar parte del Imperio de Palmira: desde el Eúfrates hasta el Nilo.
Egipto era el granero de Roma y posiblemente la provincia más rica del Imperio, pero Zenobia, invocando su ascendencia egipcia, se proclamó heredera de los Ptolomeos y de la reina Cleopatra. 


La reina venció a los ejércitos romanos y se aprovechó de la debilidad de su rival. Pero pronto cambiaron las tornas y proclamaron emperador a Aureliano, un disciplinado e inteligente general que se había formado en las duras guerras de las fronteras del Danubio y que no estaba dispuesto a consentir la aventura de Zenobia.
Tras muchas batallas y una difícil campaña por el desierto de Siria, el emperador llegó a las puertas de Palmira y se dispuso a asediarla. La reina se preparó para resistir confiando en que el desierto y la falta de víveres y suministros obligaran al ejercito romano a retirarse. Pero no fue así. Aureliano lo tenía todo muy bien planeado y finalmente capturó a Zenobia y a su hijo cuando huían a camello hacia Persia. La llevó a Roma y la obligó a desfilar por las calles cargada de cadenas.

 

No se sabe muy bien que pasó después. Hay varias versiones del final de la reina de Palmira, desde que fue ejecutada hasta que terminó sus días viviendo como una romana más y que murió rodeada de sus hijos.
Pero su vida queda ahí. La de una gran mujer en un mundo de hombres que estuvo a punto de cambiar el rumbo de la historia.

Y también, en un oasis en medio del desierto de Siria, seguirán las ruinas de Palmira, aún imponentes y majestuosas, recordándonos el sueño de Zenobia.
Habrá que tener paciencia y esperar a que la locura que se desató en Siria hace un par de años termine y a que sus habitantes puedan vivir en paz y acojan de nuevo a los viajeros de todo el mundo, que volverán para oír de sus labios el relato de la reina y su cuidad.

Fotografías de National Geographic y Wikipedia.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuántos sueños...

Cdeiscar dijo...

Actualización: http://internacional.elpais.com/internacional/2015/05/17/actualidad/1431891925_106645.html