San Martiño de Mondoñedo fue la catedral más antigua de España, sede de dos diócesis de Galicia desde el siglo IX. El actual edificio es románico del siglo XI y ahora ya no es catedral sino basílica.
Por aquí han pasado bretones, musulmanes y vikingos, y todos dejaron su huella. Pero en el siglo XII la reina Urraca ordenó su traslado a un lugar veinte kilómetros mas hacia el interior llamado Valibria, que con el tiempo cambió su nombre a Mondoñedo en recuerdo de la antigua sede.
Posiblemente esto fuera una suerte y así se conservó la iglesia porque estaba muy extendida la costumbre de derribar el templo antiguo para hacer uno más moderno y acorde con los tiempos encima, en el mismo solar.
Así se construyó una nueva catedral en el nuevo emplazamiento y el viejo edificio siguió hasta hoy, que tiene la función de templo parroquial. Se trata de de una iglesia de granito y planta basilical de tres naves separadas por arcos de medio punto y techos de madera, crucero y tres ábsides semicirculares.
Conserva unas preciosas pinturas góticas del siglo XII, parte de las cuales fueron descubiertas durante una reciente restauración, y once capiteles historiados.
La actual iglesia se encuentra en un poblado a las afueras de Foz y lo cierto es que nos costó encontrarla porque no estaba muy bien indicada. Pero el esfuerzo valió la pena y, además, la chica que la enseñaba nos dió todo tipo de explicaciones. Se notaba que era una enamorada de su trabajo y de "su" iglesia.
Llegamos a Mondoñedo con niebla y lluvia y la autovía, como no, cortada. Lo primero que hicimos fue tomar un café en la plaza, en los soportales de enfrente de la catedral y esperar a que parara la lluvia.
Pensábamos ir a ver la catedral pero cuando llegamos nos dieron, literalmente, con la puerta en las narices.Y conste que aún faltaba para la hora de cierre pero debieron pensar que podía darnos por entretenernos...
Así que paseamos un poco por el pueblo, que cuenta con casi cuatro mil habitantes y un casco antiguo repleto de casonas, muchas vacías o directamente en estado de abandono. Una pena, pero seguramente se debe a que el descenso de población en los últimos cien años ha sido muy fuerte puesto que a principios del siglo XX llegó a tener más de diez mil habitantes.
Pasamos junto a la Fuente Vieja, del siglo XVI, para ir al barrio de Os Muíños, llamado así por los molinos que hay, alimentados por varios canales artificiales, en el río Valiñadares.
En este río hay un puente romano llamado de O Pasatempo, porque se cuenta que allí entretuvieron los canónigos a la mujer de Pardo de Cela para que no llegara a tiempo con el indulto mientras ajusticiaban a su marido, el Mariscal, en la plaza de la Catedral.
Algunos de estos canales estaban secos y con aspecto descuidado pero pudimos ver uno que aún se conservaba, aunque no había ya ningún molino en funcionamiento.
Desde aquí volvimos al Palacio Episcopal, dónde habíamos aparcado y seguimos camino...
Pensábamos ir a ver la catedral pero cuando llegamos nos dieron, literalmente, con la puerta en las narices.Y conste que aún faltaba para la hora de cierre pero debieron pensar que podía darnos por entretenernos...
Así que paseamos un poco por el pueblo, que cuenta con casi cuatro mil habitantes y un casco antiguo repleto de casonas, muchas vacías o directamente en estado de abandono. Una pena, pero seguramente se debe a que el descenso de población en los últimos cien años ha sido muy fuerte puesto que a principios del siglo XX llegó a tener más de diez mil habitantes.
Pasamos junto a la Fuente Vieja, del siglo XVI, para ir al barrio de Os Muíños, llamado así por los molinos que hay, alimentados por varios canales artificiales, en el río Valiñadares.
En este río hay un puente romano llamado de O Pasatempo, porque se cuenta que allí entretuvieron los canónigos a la mujer de Pardo de Cela para que no llegara a tiempo con el indulto mientras ajusticiaban a su marido, el Mariscal, en la plaza de la Catedral.
Algunos de estos canales estaban secos y con aspecto descuidado pero pudimos ver uno que aún se conservaba, aunque no había ya ningún molino en funcionamiento.
Desde aquí volvimos al Palacio Episcopal, dónde habíamos aparcado y seguimos camino...