viernes, 5 de junio de 2015

Los acantilados más altos de Europa y el banco más bonito del mundo.

Hoy nos hemos despertado y hemos visto que el día estaba cubierto y que llovizneaba, así que no hemos podido tomar uno de los fantásticos desayunos que nos preparan en el jardín y ha tenido que ser en un coqueto comedor.
Teníamos planeado ir hacia el oeste, a la parte de la Coruña, y hemos acertado porque en esa zona nos han dicho que iba a estar despejado.


La primera vez que hemos parado ha sido para ver la Playa de Arealonga. Con forma de concha y sin apenas urbanizar, una playa de arena blanca rodeada de arbolado, eucaliptos y pinos. Se encuentra en la Ria do Barqueiro, al lado de otro pueblo pesquero de postal: Porto do Barqueiro.


Sólo han sido unos minutos porque después teníamos que ir hacia el municipio de Loiba. Yo no lo sabía pero en el hotel nos han dicho que aquí hay un mirador desde el que se ve desde el cabo de Estaca de Bares hasta el cabo Ortegal, una zona de costa y acantilados preciosa. Y el mirador se llama "el banco más bonito del mundo" porque alguien tubo la brillante idea de poner allí, a un par de metros del acantilado un banco hecho con unos tablones de madera para poder contemplar el paisaje...


La verdad es que no sé cómo no nos hemos perdido porque no había prácticamente ninguna señalización desde el pueblo, y había que coger unos caminos y unas carreritas, algunas sin asfaltar, que te daba la impresión de que podrías terminar en cualquier parte de Galicia y no precisamente en el mirador. 


Pero una vez allí desde luego que el lugar merece la pena. Unas vistas preciosas y prácticamente sin gente. Allí te puedes sentar y pasar las horas muertas contemplando el ir y venir de las mareas. Cerca también se puede ver, si se tiene mucha suerte, a las últimas Algueiras de esta zona, que recogen las algas abajo de los acantilados y los suben por empinadas cuestas a lomos de burritos. 


Un lugar precioso y para ir con tiempo. Nosotros teníamos que cumplir la ruta del día que nos marcaba la siguiente etapa en el cabo de Ortegal, al que se llega por una estrecha carretera que parte de la villa costera de Cariño y que discurre paralela al mar ganando altura a medida que va alejándose de la villa. 



El faro que hay aquí es una estructura nueva que se alza en unos acantilados llamados Punta dos Aguillons. A su lado, hacia el oeste está la Punta do Limo. Este es uno de los tres lugares del planeta con rocas de más antigüedad, aproximadamente 1.160 millones de años.



Frente al faro están Los Tres Aguillons, tres rocas que sobresalen del mar y que ya fueron citadas por el geógrafo griego Ptolomeo.



Seguimos hacia el Mirador Vixía de Herbeira por una carretera interior que, en ocasiones, va bordeando la costa, y que tiene unos espléndidos miradores desde los que se puede contemplar abajo Cariño y en el fondo la ría de Ortigueira y el cabo Estaca de Bares, donde se supone que empieza el Atlántico y termina el Cantábrico. 



Hay una zona con muchos parques eólicos y caballos salvajes pastando. La señal que indicaba por dónde se iba al mirador estaba caída en la cuneta y nos hemos pasado de largo. Un poco más abajo hemos tenido que dar la vuelta a porque yo estaba segura de que nos teníamos que haber parado antes.



En lo alto del acantilado hay una pequeña edificación de piedra, la Garita de Herbeira. Y desde aquí la caída hasta el mar es de 615 metros, unos cuantos más que el Preikestolen en Noruega, lo que hace que sean los acantilados más altos de Europa en mar abierto.  


Éste es el punto más elevado del concello de Cedeira y de la Sierra da Capelada que llega hasta la Punta dos Aguillons, en el concello de Cariño.


Lo cierto es que, como los acantilados no son una cortada, sino que caen con una pendiente de un ochenta por ciento, no parecen tan altos como realmente son. 
El cielo estaba muy azul y  casi despejado y las vistas eran maravillosas así que nos hemos quedado bastante tiempo relajándonos allí porque, además, apenas había gente. Solamente un par de parejas de franceses. Debe ser que a los españoles nos gusta más otro tipo de costa.



Siguiendo la carretera, un poco más abajo, está el Cruceiro de Teixidelo, dedicado al actor Leslie Howard, cuyo avión fue derribado por los alemanes en esta zona en la Segunda Guerra Mundial, cuando regresaba de una misión secreta en España con el objetivo de que no entrásemos en la guerra.

San Andrés de Teixido es uno de los santuarios más famosos de Galicia al que se dice que "va de muerto quién no fue de vivo" y está allí, muy cerquita de los acantilados. 


Nuestra idea era ir a comer a Cedeira pero cuando hemos llegado a la zona del puerto prácticamente eran las cuatro de la tarde y por supuesto todos los restaurantes estaban ya cerrados, así que hemos dado una pequeña vuelta por el pueblo y hemos cogido el coche para volver.


Viveiro es un pueblo marinero que ya existía en tiempos de los celtas y de los romanos, sufrió ataques de árabes y vikingos en la Edad Media y prosperó en los siguientes siglos siendo testigo de la guerra de los Irmandiños entre nobles y vasallos.


Guarda parte de su recinto amurallado y alguna puerta como la de Carlos V y el centro histórico está bien conservado, con calles empedradas y en cuesta y bonitas plazas.


Hemos aprovechado para tomar algo en una cafetería de la Plaza Mayor. Pensábamos pedir un café pero resulta que ponían chocolate y pensamos que, ya que no habíamos comido, nos vendría bien. Además nos lo sirvieron con un buen trozo de bizcocho y todo por un precio de risa: un euro y medio por persona.


En Burela, que por cierto estaba en fiestas, nos habían recomendado ir cenar al restaurante A Lonxa, que está dentro de la lonja, una de las más importantes del Cantábrico por volumen de capturas y, aunque nos habían dicho que estaba muy bien, ha sido toda una sorpresa.


Nos hemos tomado unas zamburiñas que estaban buenísimas y luego hemos probado un pescado que yo no conocía: la palometa roja. Una crema de limón al final y el precio a vuelto a sorprenderme por lo bajo que ha sido para lo bien que hemos cenado.


Al llegar al hotel nos hemos quedado un buen rato charlando con la dueña, una señora encantadora con la que hemos hecho muy buenas migas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es preciosa toda esa zona,¿verdad que si?
El verano pasado estuve unos días por allí relajándome. Me entra nostalgia, hasta melancolía...
MUA!

Cdeiscar dijo...

A mi desde luego me ha encantando, ha sido toda una sorpresa y además muy agradable. Volveré y espero que pronto.