Hoy es nuestro último día en Camboya. Qué pena me da, no me importaría quedarme más. Me ha encantado y no sólo por Angkor sino por la gente, el paisaje, todo. Bueno, menos el clima.
Para sentir la magia de un lugar hay que tomárselo con calma, sentarse en un sitio que no esté muy concurrido y dejarse llevar por la historia, la naturaleza, los sonidos y todo aquello que nos haga formar parte de ello.
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Mebon Oriental |
Hoy ha habido un momento muy especial. Era el último templo que visitábamos, nuestra despedida de la antigua ciudad, el
Mebon Oriental. Por el camino ya empezó a llover.
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Mebon Oriental |
Aún así páramos y subimos la escalera de entrada. Al llegar arriba diluviaba. Sin paraguas ni chubasquero, al principio me refugié de la lluvia en una torre que tenía en su interior una imagen de Buda y allí fue donde por fin Angkor se reveló en toda su belleza con una intensidad tan fuerte que no me importó en absoluto mojarme, calarme hasta los huesos.
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Mebon Oriental |
No había ni un alma, sólo la jungla, las ruinas y nosotros. Era como si fuésemos las primeras personas que entraban en la ciudad perdida. Incluso me ha costado volver al coche. Ya daba igual estar calada hasta los huesos. Estaba feliz por estar allí, por pasear por esos caminos llenos de barro y por trepar por sus escaleras. La lluvia monzónica de la última hora de la tarde ha sido un broche perfecto. Quién me lo iba a decir.
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Por la mañana había hecho sol y habíamos estado en cuatro templos.
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Prasat Kravan |
El primero fue el
Prasat Kravan, formado por cinco torres de ladrillo de las cuales solamente una se conserva entera. Está dedicado al dios hindú Visnú y en su torre central tiene bajorrelieves del dios.
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Pre Rup |
El siguiente templo ha sido el
Pre Rup, una pirámide de ladrillo dedicada a Shiva y a los ritos funerarios. La subida es empinada y todavía no sé porqué no hemos entrado en el recinto.
Por la carretera hemos parado a ver puestos de dulces de azúcar de caña y artesanía, y a la gente trabajando en los campos de arroz.
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Banteay Srei |
Así hemos llegado a
Banteay Srei, el templo de las mujeres llamado así porque sus descubridores pensaron que los relieves de su decoración eran tan delicados y de tal perfección que sólo podían estar hechos por mujeres.
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Banteay Srei |
Construido en piedra arenisca rosada consta de varios pabellones, bibliotecas, un santuario...
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Banteay Srei |
Los dinteles son auténticas joyas y narran en sus escenas historias de la mitología hindú.
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Banteay Srei |
En este templo había algún policía y uno de ellos se me ha acercado y, muy misteriosamente y en voz muy bajita, me ha ofrecido su placa. Yo le he contestado que no gracias y al preguntarle sobre el tema al guía me ha contado que aquí los policías ganan unos cincuenta dólares al mes y que muchas veces venden sus placas a los turistas ansiosos de tener un recuerdo del lugar.
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Banteay Srei |
Por el camino hacia
Banteay Samre se atraviesa una zona de viviendas tradicionales y se puede ver a la gente trabajando con sus animales o en los campos de arroz.
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Banteay Samre |
El templo también es conocido como el Angkor Wat en miniatura. Está bastante bien conservado y con menos gente que otros más famosos, sobre todo porque no suele entrar en el recorrido de los grupos.
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Banteay Samre |
Aún así resulta difícil hacer una foto en condiciones, en la que no salga un chino haciendo el tonto para la posteridad. Son una plaga y no tienen ni puñetera educación. En fin...
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Banteay Samre |
El templo tiene una bella torre central y frisos con hermosos bajorrelieves que representan a los dioses del panteón hinduísta y del poema épico Ramayama.
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Banteay Samre |
Aunque en el templo también hay representaciones de Buda y un improvisado altar con ofrendas.
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Banteay Samre |
Antes de llegar, un montón de niños que hablan todos los idiomas trataban de vendernos sus artículos: postales, pañuelos, móviles, figuritas de papel... Insistentes hasta la extenuación pero graciosos y simpáticos, y encantados de que les hagas fotos. Una monada.
Además se las saben todas. En esta zona, una de las más desarrolladas de Camboya a causa del turismo, la escolarización es cercana al cien por cien. O eso nos contaron. Aún así con carita de pena te decían: "one dólar Madam, no money to go to school". Y se morían de la risa.
Al llegar al hotel nos falta tiempo para darnos otra ducha. Entre el sudor, el barro, el cansancio... Ya vamos por las tres duchas diarias y porque no pasamos más a menudo por la habitación.
Comimos, descansamos un poquito y en marcha de nuevo. Otra tarde de templos esta vez menos conocidos pero tal vez por ello menos restaurados y frecuentados y por eso conservan una magia que los grandes casi han perdido.
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Preah Khan |
Primero el
Preah Khan. Era casi una ciudad y albergaba un monasterio, una universidad... Ocupaba más de cincuenta hectáreas y estaba rodeado de fosos.
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Preah Khan |
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Preah Khan |
El templo de la espada sagrada del Rey está poco restaurado y la vegetación lo invade a la manera del Ta Prohm pero está mucho menos concurrido. Merece la pena tomárselo con tranquilidad y tratar de imaginar cómo era vivir allí en sus momentos de máximo apogeo.
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Preah Khan |
Impresionante. Ahora las ceibas abrazan sus muros y las telarañas cubren sus dinteles. Es cómo hacer un viaje en el tiempo.
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Preah Khan |
Como la mayor parte de los templos, también tuvo sus bibliotecas. Una de ellas conserva dos pisos con columnas que dan una idea del tamaño que debía tener.
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Preah Khan |
Protegido entre los muros del templo había un niño dibujando. Me paré a observarle porque no podía creer que las pinturas que allí tenía las hubiera realizado él. Pero el chiquillo siguió tranquilamente, concentrado en lo suyo y sin levantar la cabeza de su trabajo. Me dejó con la boca abierta.
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Preah Khan |
El
Neak Pean o templo de las serpientes enrolladas es otro templo con un entorno increíble, rodeado por una zona inundada de la que emergen fantasmagóricos árboles muertos y pequeña vegetación.
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Neak Pean |
Es una de las ventajas de verlo en esta época del año. En la estación seca pierde parte de ese encanto.
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Neak Pean |
Se llega a él atravesando por unas pasarelas de madera. Así se alcanza un pequeño templo en una islita en medio de un estanque al que no se permitirá pasar de la entrada. Genial, así no había problema para hacer fotos sin gente haciéndose el recuerdo del viaje.
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Neak Pean |
El estanque central es una réplica del lago sagrado Anavatapta, fuente de los cuatro ríos sagrados en la mitología hindú. Los peregrinos acudían hasta aquí para rociarse con el agua sagrada.
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Neak Pean |
Cuando nos dirigíamos al siguiente templo pasamos por un puente desde dónde se podía ver a la gente pescando metida en el río. Paramos allí un rato. Era un espectáculo curioso de ver.
A la entrada de muchos de los templos hay grupitos tocando música tradicional. Sus componentes son mutilados por las minas que se ganan así el sustento para sus familias.
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Neak Pean |
Una gran parte del país sigue minado y de vez en cuando un campesino se despista y se sale de los caminos tradicionales...
En el
Ta Som siguieron persiguiéndonos las niñas. Yo ya me moría de la risa y ellas se contagiaban pero no desistían de intentar vendernos sus pañuelos.
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Ta Som |
Éste es un pequeño templo edificado en la misma época del Ta Prohm y en el que lo más destacado es ver la puerta con las caras de Buda estrangulada por las raíces de un enorme baniano o higuera de Bengala.
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Ta Som |
Aquí empezó a llover. No habíamos cogido los paraguas ni los chubasqueros y la lluvia era tan fuerte que enseguida empezamos a calarnos...
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Ta Som |
Y así siguió hasta llegar al Mebon Oriental...
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Por la noche hemos cenado en un local en el que ofrecen bufet y bailes tradicionales por doce dólares. Me ha sorprendido agradablemente después del fiasco de la cena kantoke en Chiang Mai.
La cena ha sido muy buena y muy variada y los bailarines mucho mejores que los tailandeses. Éstos si que nos han gustado y ha sido mucho más barato. Lo único malo es que estaba al aire libre y los mosquitos aquí entran a matar. Relec a chorro.
Al llegar al hotel me he dado otra ducha y a dormir. Mañana va a ser un día muy largo. Nuestro avión sale a las ocho de la tarde y a pesar de que hemos intentado negociar con el hotel un check out late, no nos hemos puesto de acuerdo. Nos pedían casi lo mismo que por quedarnos un día más.
Así que supongo que demoraremos al máximo la salida de la habitación y luego nos quedaremos en la zona de recepción que tienen unos sofás muy cómodos y unos músicos tocando todo el día melodías camboyanas muy relajantes.
Después tendremos que coger un avión de Siem Reap a Bangkok y dos horas después otro que nos lleve ya desde Bangkok a Madrid...
Otras trece horitas de nada. Llegaremos en torno a las ocho de la mañana. Supongo que del aeropuerto iré a Chamartín a ver si puedo pillar un Ave prontito, pero todo eso ya es otra historia...