sábado, 3 de agosto de 2013

Camboya: En la capital del Imperio Jemer

Decir que tenemos más de treinta grados de temperatura puede que no impresione mucho, pero si es con un noventa por ciento de humedad se convierte en un infierno. En mi vida he sudado como aquí. Y yo pensaba que lo de Tailandia era calor húmedo. Esto no tiene comparación. A la media hora de salir esta mañana, y no eran más que las ocho y media, ya tenía la ropa pegada al cuerpo y el sudor haciendo hilitos por la espalda, las piernas y los brazos.

Angkor Wat
Pero se consiguen olvidar todas las incomodidades cuando aparece ante tus ojos Angkor Wat. Es inmenso, majestuoso, espectacular, asombroso...  No tengo adjetivos para describirlo.

Angkor Wat
A pesar de que el cielo estaba nublado y de que había cientos de personas paseando por sus patios y pasillos, tener esta maravilla allí delante no es comparable a nada.

Angkor Wat
Angkor Wat, el templo de la cuidad, está dedicado al dios supremo en el hinduísmo, Visnú, y lo mandó construir el rey Suryavarman II en el siglo XII. Sería el templo principal de una ciudad de un millón de habitantes, la más grande del mundo hasta la revolución industrial, y el lugar dónde reposarían sus cenizas.

Angkor Wat
Su torre central representa al monte Meru, centro del universo para esta religión, y alrededor de su muralla exterior discurre un foso que forma un rectángulo de mil quinientos por mil trecientos metros de largo, atravesado por un majestuoso puente que comunica con una calzada de piedra que constituye el eje central del complejo.

Angkor Wat
El templo está construído en laterita, abundante en la región, recubierta de arenisca que deberán traer desde los Montes Kulen, lugar sagrado dónde nacen los dos ríos que nutren de agua a la gran llanura de Angkor, y sin usar argamasa o cemento. Aún así la unión entre los enormes bloques es perfecta.

Angkor Wat
A ambos lados hay edificaciones como las bibliotecas y después unos estanques desde los que se obtienen las vistas más típicas del conjunto.

Angkor Wat
Los muros de las galerías interiores del templo están esculpidos con increíbles bajorrelives muy bien conservados que narran diferentes historias de la mitología hinduísta, del Ramayana y del Mahabharata o escenas de las creencias jemeres y que originalmente estaban recubiertos de oro.

Angkor Wat
En la galería este se pueden observar escenas del "batido del mar de leche". En él dioses y demonios compiten por la inmortalidad tirando de una serpiente o naga enroscada en una montaña en cuyo centro se halla Visnú.  Así hacen girar la montaña y "baten" el elixir de la vida, creando las "apsaras" o bailarinas.  De esta manera se narra la creación del universo según la mitología hindú.

Angkor Wat

Se puede acceder al santuario por unas empinadas escaleras y subir a la torre central, desde donde hay una buena panorámica del conjunto. Además aquí las paredes están decoradas con bajorrelieves de bailarinas o "apsaras".

Angkor Wat
Angkor Wat nunca se abandonó. Siempre hubo algún culto y la gente continuó rezando en su recinto. Todavía hoy se pueden observan monjes budistas con sus llamativas túnicas color naranja en los alrededores.

Puerta Sur
Tras salir del gran templo accedemos a Angkor Thom o la ciudad real atravesando la misteriosa Puerta Sur, un vano de veintitrés metros de alto coronado por cuatro cabezas.

Bayón
En el centro de Angkor Thom nos esperaba el Bayón, la montaña mágica, construído a finales del siglo XIII, bajo el reinado de Jayavarman VII.

Bayón
Lo más característico de este templo son sus treinta y siete torres con caras de Buda en sus cuatro lados que simbolizan las cuatro virtudes de Buda: la simpatía, la piedad, el humor estable y la igualdad.

Bayón
Tiene unos bajorrelieves increíbles en los muros exteriores del primer nivel, con más de diez mil personajes narrando escenas  cotidianas, históricas y mitológicas.

Bayón
El templo da la impresión de ser un laberinto de torres y pasillos, pero sigue un esquema perfectamente medido.

Bayón
Tras salir del Bayon hemos pasado por un templete con una estatua de Buda y llegado al Baphuon. Data del siglo XI y es de los más antiguos.

Baphuon
De estilo piramidal, debió ser un desafío arquitectónico por su tamaño y su altura y quizá por esto acabó derrumbándose en parte.

Baphuon
Un nuevo paseo por la jungla entre árboles, piedras, murallas y raíces, atravesando puertas apuntaladas de viejas murallas, nos conduce frente al Phimeanakas, otro templo pirámide que formaba parte del Palacio Real y que es lo único que se conserva de él porque, curiosamente y como la mayoría de las viviendas de la ciudad, estaba construido en madera.


El Phimeanakas, el palacio celeste, tiene una gran escalera central y está rodeado por un foso. Su aspecto es más salvaje quizá porque había menos gente.

Phimeanakas
Seguimos adelante por el interior de Angkor Thom, la gran ciudad real, el centro del enclave arqueológico. Está rodeada de murallas y fosos y se accede a ella a través de cinco puertas monumentales.


Pasando entre los dos grandes estanques reales de arenisca, uno lleno de plantas acuáticas y el otro un poco más limpio, nos hemos cruzado con unos niños monjes.


 Y, finalmente, nuestros pasos nos han llevado a la Terraza de los Elefantes y a la del Rey Leproso.


El calor es ya insoportable y nuestro paseo por el interior de la ciudad antigua ha hecho que estemos totalmente empapados de sudor y deshidratados.

Terraza de los Elefantes y del Rey Leproso
Por fin hemos parado para comer, pero antes he subido a la habitación a ducharme y cambiarme de ropa. Me sentía realmente sucia e incómoda porque con el sudor, el repelente de los mosquitos y el protector solar se forma una pasta asquerosa.

Después de un par de horas de descanso, por la tarde hemos estado más relajados: visita a un centro artesanal con su respectiva tienda, Artisáns d'Angkor, y el Museo Nacional de Angkor.

En la tienda tenían una gran variedad de objetos realizados artesanalmente por camboyanos, muchos de los cuales tenían alguna deficiencia física. Había, por ejemplo, muchos sordomudos. Sin embargo, y aunque tenían cosas realmente bonitas, era bastante caro.

En el museo, que curiosamente pertenece a una sociedad tailandesa, no sólo no dejan hacer fotografías en su interior, sino que te obligan a dejar el bolso fuera, en una habitación y sobre una estantería. Ni taquilla ni nada, eso sí, hay un chico al cuidado y te ofrecen una bolsita de tela para que guardes las pertenencias más valiosas.
Aun así el museo ofrece una extensa colección de esculturas y arte jemer. Una de las más espectaculares es la "sala de los mil budas"

Por último esta tarde hemos ido a darnos un masaje. Yo creía que era sólo de los pies y el pantalón que llevaba no tenía la pata muy ancha, así que he tenido que cambiarme porque resulta que el masaje era para las piernas enteras. Incluso nos han seguido un poco por la espalda. Ha sido realmente bueno, además mis tobillos comenzaban a estar de nuevo hinchados y ha resultado mano de santo, cuando he llegado al hotel estaban perfectos.

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