Hoy es la Crida y nos ha despertado el "terremoto" final de la "despertá".
A media mañana hay un desfile de bandas de música desde la Plaza de la Virgen hasta la del Ayuntamiento y luego, a las dos de la tarde, mascletà en la Plaza del Ayuntamiento. Por la tarde la Fallera Mayor y las autoridades celebrarán la Crida en la Torres de Serranos y después habrá fuegos artificiales fuegos. O sea, todo el día completo de fiesta.
Pero nosotros pensamos ir en primer lugar a la Lonja de la Seda, un precioso edificio del gótico civil, Patrimonio de la Humanidad desde 1996 y cuya visita hoy, por ser domingo, era gratis.
También llamada de Mercaderes, la Lonja se construyó en un momento de máximo esplendor de Valencia, y su nombre proviene del que entonces era su producto más representativo, la seda.
Entramos por el Patio de los Naranjos y nos dirigimos en primer lugar al Consulado del Mar, justo enfrente. Es de estilo renacentista y muy decorado, sobre todo la Sala Dorada a la que se accede desde el patio por una escalera de piedra y que tiene unos artesonados muy elaborados.
Pero la estrella, sin duda, es la Sala de Contratación y sus altísimas columnas helicoidales que sujetan un precioso techo de bóvedas de crucería. Una verdadera catedral del comercio y símbolo del poder de los mercaderes de la época.
Después un corto paseo hasta las Torres de Serranos, dónde estaban ultimando los preparativos para la Crida de la noche. Es la puerta mejor conservada de la muralla de Valencia, que fue derribada en el siglo XIX y su estructura gótica se consideraba la entrada principal de la ciudad. Como curiosidad, sirvieron de depósito de las obras de arte evacuadas del Museo del Prado durante la Guerra Civil.
Allí hemos parado en una terraza a tomar un cafetito. De repente han aparecido tres camiones de bomberos con las sirenas a tope y montando un jaleo enorme.
Allí hemos parado en una terraza a tomar un cafetito. De repente han aparecido tres camiones de bomberos con las sirenas a tope y montando un jaleo enorme.
Y hemos dicho mira que les gusta el ruido a estos valencianos. Aquí las calles son peatonales y tras un par de intentos y cambios de calle han seguido por la Calle Serranos. Allí, poco más tarde, hemos visto como las llamas salían por el balcón del último piso de una casa antigua.
Un nuevo paseo y llegamos a Las Torres de Quart, otra de las puertas de la antigua muralla de Valencia que protegía el acceso a la ciudad desde Castilla. Todavía pueden verse en sus muros los agujeros provocados por los cañonazos de las tropas de Napoleón en la Guerra de la Independencia. Las torres semicirculares son de mampostería con refuerzos de sillares y almenas en la parte superior.
Y de vuelta hacia la Catedral y la Plaza de la Virgen, desde donde salían las bandas de música en dirección a la Plaza del Ayuntamiento. Nos hemos quedado en la Plaza de la Reina tomando unas cañas en una terraza. Pensamos que seria buena idea comer a las dos, aprovechando que toda la gente estaría en la mascletà del Ayuntamiento. Pero aún así en el primer restaurante al que hemos ido no ha sido posible, tenía que ser en la terraza y hacía aire.
En el segundo restaurante al que hemos ido conseguimos la última mesa. Hemos comido muy bien y lo más divertido ha sido cuando, al pedir una copa de Verdejo de una marca que no me sonaba para nada, he visto que era de una de las bodegas de mi pueblo. Que casualidad. Y estaba muy bueno, por supuesto.
Hemos bajado paseando hasta la estación de trenes y la Plaza de Toros y allí cerca tomamos un café en un local precioso, con una música tan buena que me hubiera quedado allí toda la tarde. Se llamaba Sra. Maltworth.
Volvimos al apartamento para abrigarnos un poco antes de ir a las torres de serranos a presenciar la Crida, algo así como el pregón de las fiestas de la Fallas. Ha terminado, por supuesto, con fuegos y una mascletà.
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