miércoles, 25 de noviembre de 2015

Parque Nacional de Cazorla y Segura

Cuando estuve preparando la ruta a seguir por el Parque Nacional de Cazorla y Segura tenía mis dudas sobre si hacerla de norte a sur o viceversa. Al final y casi de casualidad empezamos por Cazorla o sea por el sur.


Pensábamos visitar el castillo y algo del pueblo, pero desde el principio las cosas nos salieron al revés. El GPS se volvió loco y nos metió por el casco antiguo. En un pueblo de este tipo eso significa que te vas a meter por unas calles estrechísimas, todas en cuesta y con unos cruces imposibles de tomar con un coche que no sea un utilitario, lo cual no es mi caso.


Llegó un momento en que estaba desesperada porque no sabía cómo salir del laberinto de empinadas callejuelas y dio la casualidad de que nos encontramos con el camioncito del butanero. Él fue el que nos dijo que por allí no llegábamos a ninguna parte y que intentaremos dar la vuelta y seguirle a él.


Y pensé que si el camión del butanero podía salir pues yo también. Lo malo es que no apagué el GPS y , peor todavía, volví a hacerle caso y después de dar varias vueltas, ¡sorpresa!, me encontré otra vez al butanero que esta vez ya se partía de la risa y, cargado con una bombona al hombro, me preguntó que realmente a donde quería ir. A esas alturas yo ya estaba tan harta que lo único que quería era largarme y así se lo dije. Me indicó cómo se salía hacia la carretera de La Iruela y ya sin problemas.


La Iruela es un pequeño pueblo que está casi pegado a Cazorla, aproximadamente a unos tres o cuatro kilómetros y que tiene un espectacular castillo roquero al que llegamos apagando el trasto y preguntando a unos viejecitos que estaban al sol. Es una pena que del interior del castillo no quede mucho, a pesar de que ha sido restaurado recientemente.



Al pie del castillo hay una iglesia derruida que parece que antiguamente sirvió de cementerio del pueblo, porque todavía podían contemplarse los restos de algunos nichos.


Saliendo de la Iruela pensé que, ya que estábamos allí, no podíamos irnos sin conocer el castillo de Cazorla por una rabieta mía, así que nos volvimos. Esta vez aparcamos en una zona al lado del río y del puente, frente al castillo. Y seguí con el Plan B, o sea, apagar el GPS y preguntar a los abuelos, lo de toda la vida, vamos.



Y efectivamente nos dieron las señas para llegar a la primera hasta la mismísima puerta del castillo. Allí estaba empezando ya una visita guiada y nos incorporamos rápidamente. Merece la pena ver el castillo por dentro y además el guía es un señor muy amable que te hace muy amena la visita.



La verdad es que por esta zona nos hemos encontrado a gente encantadora. El mismo guía fue el que, desde la terraza del castillo, nos dio las indicaciones de cómo podíamos salir directamente del pueblo sin liarnos otra vez, ya que por donde habíamos entrado era dirección prohibida para salir.


Llegamos a La Iruela sin ningún problema, pero solamente paramos un segundo para hacer una foto de el castillo desde abajo de la carretera.


Desde La Iruela se se sigue la A-319, qué es la carretera que va atravesando el parque hasta llegar a Segura de la Sierra. El paisaje es maravilloso. La carretera va subiendo poco a poco y desde las alturas se pueden contemplar kilómetros y kilómetros de olivares y, en las zonas un poco más altas, pinos y otras especies autóctonas.


Pasamos un pueblito de montaña, Burunchel, y subimos un puerto que tenía varios miradores como el del Paso del Aire, desde el cual pudimos ver como planeaban unos buitres, o el del Puerto de las Palomas, a 1.200 metros de altitud, con unas vistas preciosas del valle, al fondo del cual corre un casi recién nacido Guadalquivir y se divisa el pueblo de Arroyo Frío.



La carretera es para no poder ir a más de 40 o 60 kilómetros por hora, así que no calculé bien el tiempo que íbamos a tardar y pronto me di cuenta de que a Segura de la Sierra íbamos a llegar o de noche o anocheciendo.



Pero no podíamos evitar el ir parando por la ruta. Primero pasamos por un puente que atravesaba un Guadalquivir casi recién nacido, de aguas tumultuosas y claras que iban saltando entre las rocas, formando pequeñas cascadas.



De aquí sale el Sendero Cerrada del Utrero, uno de los senderos más populares del parque porque es circular, no tiene mucha dificultad y se hace en menos de una hora. Es un cañón al fondo del cual discurre el Guadalquivir dejando unos preciosos paisajes. Además hay una cascada, la de Linarejos. (Coordenadas GPS: 0506031 / 4197594). La próxima vez vendré varios días aquí y me dedicaré a patear el parque, pero esta vez no...


Un lugar realmente maravilloso y en el que me hubiera quedado mucho más rato si no fuera porque queríamos hacer la ruta en el día. Paramos a comer en un pueblo que había justo al lado, Arroyo Frío, pero creo que fue un error porque perdimos una hora preciosa. Deberíamos haber tomado un pincho y haber seguido.



Pasamos por un pueblo llamado Loma de Maria Ángela, cerca del cual parte la Ruta del Río Borosa, la más famosa del parque y una de las más conocidas de España. Pero se calcula que se tarda unas siete horas en hacerla. Por ahora queda pendiente. http://cazorla.costasur.com/sites/ruta-del-rio-borosa/es/index.html


Poco después llegamos al embalse del Tranco de Beas, realizado en los años cuarenta y que es el mayor de la provincia de Jaén. La carretera va bordeándolo durante la mayor parte del camino. Hay un montón de miradores en los que no teníamos más remedio que parar a contemplar el precioso paisaje que se desplegaba a nuestro alrededor.


Incluso pudimos divisar el Castillo de Bujaraiza, del siglo XII, o mejor dicho sus ruinas, en una isla en el centro del embalse. En su origen fue un castillo construido en una colina junto al río Guadalquivir.



También nos llamó mucho la atención ver como los ciervos se cruzaban por delante de el coche y se quedaban mirando desde los lados como si fuese lo más normal del mundo.



Tras pasar la presa llegamos al pueblo de Hornos, otro conjunto artístico que, ya desde la distancia, llama la atención por estar encaramado en un alto y tener un castillo.



El sol empezaba ya a declinar y queríamos llegar con luz a Segura de la Sierra, con lo cual prácticamente ni paramos en Hornos más que para hacer unas fotos.



Llegamos a Segura de la Sierra con los últimos rayos de sol y una luz muy bonita, pero fue una lástima no haber llegado como mínimo media hora antes.


Subimos hasta el castillo, que estaba desierto ya a esas horas, a no ser por los abuelos que salían de paseo. Al menos tuvimos la suerte de ver una preciosa puesta de sol desde las almenas.


Pero no pudimos ya visitarlo por dentro. Me quedé con una sensación poco rara y desde luego con muchísimas ganas de volver algún día para verlo tranquilamente y con tiempo. Lo que sí que es cierto es que me di cuenta que la mejor hora para ver el castillo es con la luz de la tarde.


Volvimos a Úbeda pensando que todo esto deberíamos haberlo hecho como mínimo en un par de días, o bien haber aprovechado un día de verano de esos que anochece a las diez de la noche, porque nos faltó tiempo para disfrutar de este maravilloso paisaje.


En Úbeda aparcamos prácticamente en el mismo sitio, en la muralla. Tras descansar un poquito y poner un rato los pies en alto, salimos a tomar unas cañas a unos bares de la zona, junto con sus correspondientes pinchos, por supuesto, con lo cual llegamos a casa ya cenados, igual que el día anterior.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Eoooo,
Muaaaa!