sábado, 6 de febrero de 2016

La lluvia en Sevilla...

Despertarte por la mañana en Sevilla y que esté lloviendo no tiene mucha gracia, a pesar del dicho... Así que empezamos por descartar los lugares como el Parque de María Luisa o los Reales Alcázares y el barrio de Santa Cruz que nos gustaría ver con mejor tiempo.


Y pensamos que no estaría mal adentrarnos por el Barrio de la Macarena y visitar algunas de las iglesias más importantes. Así que nos armamos de paraguas y nos adentramos por el barrio, parando por primera vez en la Iglesia de San Lorenzo. Esta iglesia es sede de dos Hermandades: la de la Soledad y la del Dulce Nombre.


Allí pegada está la Basílica del Jesús del Gran Poder. La iglesia en sí no me gustó mucho, es un edificio de 1965 sin mucha gracia. La escultura es de Juan de Mesa, un discípulo de Montañés. Mide 1,81 metros y está realizada en madera de cedro en estilo barroco. Es una de las imágenes más veneradas de Sevilla.


Salimos de allí y nos dirigimos a la Alameda de Hércules, presidida por las columnas romanas rescatadas de las ruinas de un templo del que aún pueden verse restos en el Barrio de Santa Cruz. No nos adentramos mucho porque con el tiempecito que hacía...


Muy cerca está el Palacio de los Marqueses de La Algaba, uno de los mayores exponentes de estilo mudéjar en la ciudad. En el siglo XIX su decadencia era completa, llegando a ser utilizado como teatro o casa de vecinos. Tras su reciente rehabilitación es la sede del Centro Mudéjar.


La entrada es gratuita y estábamos prácticamente solos, así que nos dimos una vuelta por la planta baja, donde hay una sala con un precioso artesonado y luego subimos las escaleras hasta la planta de arriba donde se encuentra la pequeña exposición .


Frente al Palacio de los Marqueses de La Algaba está el Mercado de Abastos de la calle Feria, con puestos típicos de frutas o verduras, pescados, carnes, quesos... y restaurantes y terrazas para el picoteo. Seguimos hacia la Muralla y la Puerta de la Macarena.


Aquí se conserva unos de los restos más importantes de la Muralla de Sevilla, originalmente mandada construir por Julio César sobre las defensas cartaginesas. Este tramo corresponde a la ampliación realizada por los almorávides en el siglo XII.


Justo al lado de la muralla se encuentra la Basílica de la Macarena, que guarda la imagen de la famosísima Virgen de la Esperanza Macarena.



Cuando salimos la lluvia arreciaba y pensamos que, dado que ya era cerca del mediodía, podíamos parar a tomarnos una caña con una ración de pescadito frito en un bar que había enfrente, con  una bonita decoración de principios de siglo XX:  un gran mural de azulejos, mesas de mármol... Un lugar muy tradicional.


Al lado estaba el imponente Hospital de las Cinco Llagas, sede actual del Parlamento de Andalucía, pero no se puede visitar si no es con un permiso especial, así que nos limitamos a verlo por fuera. Salimos del barrio bordeando la Torre de los Perdigones hasta el puente de La Barqueta, construido con motivo de la Exposición Universal de 1992.


Por allí bajamos, siguiendo el río, hasta llegar al Museo de Bellas Artes de Sevilla. Este museo ha sido una auténtica sorpresa. Lo primero es gratuito. Pero lo más destacable, desde luego, es la cantidad y la calidad de las obras expuestas.


El edificio es el antiguo Convento de la Merced, en el que residió Tirso de Molina, y que llegó a museo tras la desamortización de Mendizábal, guardando, en sus orígenes, obras de arte que pertenecieron a la Iglesia. De no haber sufrido continuados expolios, tanto por parte de sus propios directores y conservadores como de guerras como la invasión francesa, estaríamos ante una de las primeras pinacotecas mundiales.


Hay obras de Velázquez, Zurbarán, Valdés Leal, el Greco... Impresionante la sala V., en lo que fue la iglesia del convento, donde cuelgan los inmensos óleos de los grandes maestros del Barroco sevillano, en especial la colección de cuadros de Murillo.


Después de ver el Museo de Bellas Artes seguimos hacia el centro de Sevilla y paramos en una coqueta pastelería que servía también cafés. Allí nos hemos sentado en una mesa junto a la cristalera y hemos estado un buen rato disfrutando de un café calentito y de un trozo de tarta buenísimo y viendo como la gente se apresuraba por la calle porque seguía sin parar de llover.



Cuando por fin ha despejado hemos hecho algunas compras por la calle Sierpes y seguido andando hasta los Reales Alcázares y la Torre de la Plata, que está muy cerca de la Torre del Oro y qué es bastante más desconocida que su famosa hermana.


La Torre de la Plata estaba unida por un paño de la muralla a la Torre del Oro. Construida en el siglo XIII por los almohades, tiene forma octogonal. Prácticamente oculta tras las construcciones, llegó a ser refugio de indigentes hasta que fue parcialmente restaurada en 1992. Pero hoy día sigue en parte adosada a edificios y en parte formando parte de un aparcamiento.


De vuelta al apartamento hemos pasado por la Plaza del Cabildo, silenciosa y tranquila, con alguna tienda y a la que se accede a través de tres pasajes interiores. Aquí se celebra un mercadillo de numismática y filatelia los domingos por la mañana.



Pasamos el Ayuntamiento y el Palacio Arzobispal, llegando hasta la Iglesia de El Salvador, en la plaza del mismo nombre, donde se encuentra también la Residencia de San Juan de Dios.




Seguimos por la calle Cuna y llegamos a nuestro apartamento. Anoche, cuando llegamos, dimos un paseo y terminamos cenando en Triana, pero hoy hemos andado tanto que compraremos algo para cenar en el apartamento y descansar...



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Te echaba de menos :-)*

Cdeiscar dijo...

Tengo que ponerme al día, que llevo un retraso... ;)