Qué poco estamos durmiendo en este viaje. Con lo tarde que llegamos anoche y se nos ocurre quedar hoy a las ocho y media de la mañana.
Hoy teníamos libre la mañana y algunos italianos han contratado una excursión en camello por los alrededores del Palmeral de Marrakech. Pero nosotros hemos preferido ir por nuestra cuenta. Además, y desde la experiencia de la India, no tengo absolutamente ningún interés en volver a subir a un animalito de esos.
Después de desayunar con los pajaritos revoloteando por el comedor alrededor de las mesas, hemos cruzado por los jardines al hotel de los chicos. Para no perder el tiempo hemos cogido un taxi frente al hotel para que nos dejara en la Koutubia.
Nos han cobrado seis euros, podíamos haberlo bajado a la mitad, pero era un monovolumen nuevo y podíamos ir todos juntos. El taxista nos ha dicho que los zocos estaban cerrados por ser viernes y fiesta y que mejor nos llevaba a una cooperativa de artesanos. Pero no ha colado. Acordándome de lo que pasaba en Tailandia le he dicho que como no nos parara en la la Koutubia no le íbamos a pagar, así que no ha insistido, ha dado la vuelta y ha parado dónde le pedíamos.
Es verdad que en el zoco había muchas tiendas cerradas, pero creo que se debía a que era muy temprano, porque después han ido abriendo casi todas. Se notaba menos gente pero era mucho más cómodo. Hemos paseado tranquilamente, regateado en algunos sitios, charlado con los artesanos muchos de los cuales ya nos conocían de ayer...
Me he parado a mirar cómo un chico estaba torneando la madera muy hábilmente y me ha regalado un bonito colgante de madera que ha realizado en un momento delante de mí y ya le he comprado una cajita de madera de tuya que me ha gustado mucho. Casi ni he regateado porque me pareció barata y llega un momento en que te planteas si realmente merece la pena pegarse por tan poco.
Justo cuando empezaba la hora del rezo hemos aparecido por la gran plaza y hemos podido contemplar como miles de personas se agachaban en el suelo mirando hacia la Meca para hacer la oración.
Hoy nos ha resultado más fácil orientarnos y cuando volvíamos a la mezquita para coger un taxi de vuelta al hotel nos hemos encontrado un gran atasco y todas las calles de los alrededores tomadas por policías y militares. Como habíamos oído que estos días estaba el rey de Marruecos en Marrakech nos hemos imaginado que estaría haciendo la oración del viernes en la Koutubia. Y hemos acertado.
No hemos encontrado un taxi grande, así que hemos tenido que coger dos pequeños a la vuelta, pero por dos euros cada uno. Aquí los taxis se dividen en dos categorías: grand y petit. Los primeros suelen ser monovolúmenes y pueden ir más personas, pero los petit son utilitarios que como máximo pueden llevar a tres personas. El nuestro era tan viejo y estaba tan sucio que me ha recordado a los coches destartalados que usa aquí la gente del campo para ir a trabajar por los caminos de los pueblos.
En el hotel habíamos quedado a las doce y media con el grupo y tras recoger las maletas han venido a buscarnos para llevarnos de vuelta a la medina, porque era allí donde tenían el restaurante para comer los italianos. Nosotros hemos vagabundeando otro poco y luego nos hemos sentado en la terraza de una cafetería para tomar unos cafés au lait y descansar. Aquí también ponen agua junto con el café y es un detalle que se agradece. La diferencia es que es un botellín. Supongo que la jarra con el vaso tendrían poco éxito entre los turistas.
El resto de la tarde ha sido de viaje de vuelta a Casablanca, al mismo hotel de la primera noche.
Durante el trayecto he cambiado el sitio al italiano que iba sentado atrás con los chicos y que es bastante raro. Así que se me ha hecho muy corto porque hemos venido todo el tiempo charlando.
Ya en el hotel, y tras cenar, he esperado un poco por la zona de recepción porque los chicos me dijeron que tal vez vendrían al hotel nuestro para tomar algo y despedirnos. Justo acababa de subirme a la habitación cuando han llamado de recepción preguntando por mí. He bajado y hemos estado hablando y despidiéndonos en la cafetería del hotel. Qué corta se me ha hecho la semana y, sin embargo parece que llevo aquí mucho tiempo. Son muchas las vivencias que se acumulan y los recuerdos que se entremezclan.
Mañana viene un taxi a recogernos a las 11:30 porque nuestro vuelo sale a las 14:30.