domingo, 15 de mayo de 2016

Costa Rica: De Tortuguero a Arenal

Anoche estuvimos de cacería. Mira que tenemos cuidado cuando entramos y salimos para que no entren bichos pero aún así se ha metido un enorme abejorro o parecido y como yo no me atrevía a matarlo he empezado a gritar... un numerito. Y encima va el capullo y a la pobre que iba a sacarlo va y la pica a través de la toalla. Que susto. Espero que no pase nada, porque no quiere que se lo miren a pesar de que se le ha hinchado un poco la mano...


Por la mañana sigue lloviendo y tal vez por eso los animales han estado más tranquilos y menos gritones. Aún así hemos vuelto a oír a los monos aulladores aunque no los hemos visto.
Después del desayuno salimos del lodge en barco, claro, para dejar Tortuguero e ir al Volcán Arenal.


Navegamos por el canal principal hora y tres cuartos aproximadamente hasta Caño Blanco y allí cogimos un autobús hasta Guápiles, donde comimos en el mismo restaurante donde desayunamos el segundo día. La mayor parte del camino se hace por una pista sin asfaltar a una velocidad aproximada de unos 40 kilómetros por hora. La carretera asfaltada empieza cerca de un pueblo llamado Siquirres.



Después de comer cambiamos el superautobús de lujo por una furgoneta de ocho plazas bastante vieja y con un conductor que no hace más que hablar por teléfono.


La primera imagen que vimos del volcán Arenal fue la de un cono perfecto asomando entre un mar de nubes. Precioso. Poco después estaba despejado, imponente, precioso para hacer unas fotos. Pero en lo que tardamos en que nos dieran las llaves de la cabaña desapareció completamente entre la niebla.


Ya en nuestra cabaña y como era pronto decidimos ir a hacer el circuito termal. Tienen unas piscinas de agua caliente  procedente de uno de los manantiales que abundan en el entorno del volcán y están dispuestas de manera que la más alta tiene el agua a 60º y la última, la que está a un nivel más bajo, a unos 25º.


Nos quedamos un buen rato en la segunda, con el agua bien calentita y escuchando los trinos de los pájaros. Relajación total. Nos cayó una chaparrada pero al fin y al cabo ya estábamos en en agua. 
Al salir apareció el sol entre nubes rosas y naranjas y de nuevo pudimos ver el Arenal justo ante nosotros. Pero no llevaba la cámara, sólo el móvil. Cinco minutos después, cuando llegamos a la cabaña, había desaparecido. 

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