La felicidad humana generalmente no se logra con grandes golpes de suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días. Benjamin Franklin (1706-1790)
sábado, 31 de diciembre de 2016
viernes, 16 de diciembre de 2016
Italia: La Villa de Livia en Prima Porta
Ayer, en nuestra visita a las Termas de Diocleciano, pudimos ver un vídeo interactivo que describía la Villa de Livia en Prima Porta. No nos dio tiempo a visitar el Museo Palazzo Massimo, donde están los increíbles frescos que se encontraron en la Villa di Livia, pese a que estaba incluido en la entrada de las termas y el Museo Nacional Romano. Y como hoy teníamos solo la mañana libre decidimos acercarnos a ver los restos de esta villa romana.
Prima Porta se encuentra al norte de Roma y se puede llegar en transporte público desde la Estación de Cercanías de Flaminio, al lado de la parada de metro, cogiendo un tren "urbano". El billete es el mismo que el del metro o del autobús, cuesta 1,5€, y se puede usar con un límite de cien minutos en el transporte público.
Prima Porta se encuentra al norte de Roma y se puede llegar en transporte público desde la Estación de Cercanías de Flaminio, al lado de la parada de metro, cogiendo un tren "urbano". El billete es el mismo que el del metro o del autobús, cuesta 1,5€, y se puede usar con un límite de cien minutos en el transporte público.
La entrada a la Villa es gratuita y los horarios son un poco raros pero hoy estaba abierto. No había nadie visitando las ruinas y tenían un aspecto un poco abandonado.
La villa, a pocos kilómetros al norte de Roma, estratégicamente situada en un promontorio sobre el río Tíber, entre la Via Flaminia y la Via Tiberina, perteneció a Livia Drusila, esposa del emperador Augusto.
El poeta Estacio la describía así en el siglo I dC: "Allá verdea la dura piedra de Laconia, aquí el mármol de Libia y de Frigia, más allá brilla el ondulado ónice y el mármol con vetas del mismo color que el mar profundo, y resplandecen rocas frente a las cuales palidece de envidia la púrpura de Ébalo".
Sobre su construcción había una leyenda que narraba cómo en su juventud Livia estaba sentada en la finca de su padre cuando un águila dejó caer sobre su regazo una gallina muy blanca que llevaba en su pico una ramita de laurel llena de bayas. Consultados los arúspices acerca del fenómeno, concluyeron que debía plantar y cuidar la rama como símbolo de la dinastía que fundaría con su esposo y cuidar la gallina y sus polluelos, que darían a la villa el sobrenombre de "Ad gallinas albas".
En 1863 el entonces arrendatario de la finca decide emprender unas excavaciones que pronto dieron resultados, numerosas piezas que se vendieron en el mercado de antigüedades.
Augusto de Prima Porta, Museos Vaticanos. Wikipedia |
Pero el mayor descubrimiento fue la estatua del emperador Augusto de dos metros de altura y con atavíos militares que se conoce como Augusto de Prima Porta y que se conserva en los Museos Vaticanos.
Frescos Villa di Livia Prima Porta, Palazzo Massimo. Wikipedia |
Pocos días después se encontraban unas estancias subterráneas y, en una de ellas, unos preciosos frescos muy bien conservados que representaban unos exuberantes jardines en los que curiosamente todas las especies vegetales tienen flores y frutos a la vez y entre las ramas de los árboles, multitud de especies de aves. Con el tiempo, las filtraciones de agua y los destrozos producidos en la Segunda Guerra Mundial hicieron que los frescos se extrajeran y conservaran en el Palazzo Massimo.
Lo que hoy podemos visitar de la Villa de Livia son los restos, bastante deteriorados de una villa romana con sus termas, atrio, peristilo, salas privadas y de representación y un gran jardín en el que se han plantado laureles, recordando la leyenda.
jueves, 15 de diciembre de 2016
Italia, Roma: Las Termas de Diocleciano
El día de hoy en Roma ha sido un poco atípico, no hemos ido a sitios muy convencionales. Nos hemos levantado algo más tarde y hemos llegado hasta la Plaza de la República buscando las Termas de Diocleciano, las más grandes de la antigüedad, ya que duplicaban el tamaño de las de Caracalla. En los alrededores de la Plaza de la República se pueden reconocer muchas estructuras integradas dentro de lo que fueron las antiguas termas.
https://vimeo.com/112048651. http://algargosarte.blogspot.com.es/2014/11/las-termas-de-diocleciano-en-roma.html |
https://vimeo.com/112048651. http://algargosarte.blogspot.com.es/2014/11/las-termas-de-diocleciano-en-roma.html |
En la zona principal, frigidarium, tepidarium y caldarium estaban situados en sucesión a lo largo de un eje central, a los lados del cual se articulaban simétricamente todas las otras habitaciones.
Cerca del frigidariun había dos grandes palestras de las cuales es parcialmente visible la occidental, en el área arqueológica a lo largo de la Via Cernaia. Alineadas con el caldarium, había dos habitaciones octogonales, una de ellas utilizada desde 1928 como planetario.
El complejo fue restaurado al inicio del siglo V y quedó en desuso tras la destrucción del acueducto que alimentaba las termas en el año 536. Después de casi 1000 años de abandono, en 1561 el papa Pío IV decide realizar en el interior de las termas una basílica dedicada a la Virgen de los Ángeles y a la memoria de los mártires cristianos que, según la leyenda, murieron durante la construcción de las termas.
El proyecto fue encomendado a Miguel Ángel que, respetuoso con el edificio antiguo, utilizó el frigidarium y el tepidarium sin alterar sus características e ideó el claustro grande. El claustro pequeño adyacente al presbiterio de la iglesia ocupa cerca de un tercio de la gran piscina de las termas, la natatio.
A partir de 1575, con Gregorio XIII, el gran recinto de las termas fue transformado en graneros y depósitos para aceite. En el 1889 el complejo de las Termas de Diocleciano pasa a ser la sede del Museo Nacional Romano.
Después de ver las Termas y el Museo hemos ido a comer a una trattoria cercana y nos lo hemos tomado con calma. La verdad es que todo estaba muy bueno y el lugar era muy agradable.
Cuando hemos salido hemos pasado ante la Fontana dell'Acqua Felice y entrado en Santa María de la Victoria, la iglesia en la que está la famosa estatua el Éxtasis de Santa Teresa de Bernini.
Y hemos seguido hasta la Piazza Barberini con la Fontana del Tritone, realizada también por Bernini y que representa a Tritón sentado sobre una enorme concha sujetada por delfines y lanzando un chorro de agua por una caracola. Las abejas son el símbolo de los Barberini, familia del Papa Urbano VIII, cuya tiara también está representada.
Caminando por la Via Sistina llegamos hasta la iglesia de la Trinidad del Monte desde donde se contempla la Plaza de España y una buena panorámica de la ciudad al anochecer.
Y luego bordeando, los jardines de Villa Borghese, uno de los parques más grandes de Roma (tiene 80 hectáreas de extensión y nueve entradas, algunas tan monumentales como la de Flaminio) y probablemente el más bonito, hasta los Jardines del Pincio y la Piazza del Popolo con su obelisco de 24 metros, que es uno de los dos que había en el Circo Máximo y que esta dedicado a Ramsés II.
Cuando hemos salido hemos pasado ante la Fontana dell'Acqua Felice y entrado en Santa María de la Victoria, la iglesia en la que está la famosa estatua el Éxtasis de Santa Teresa de Bernini.
Y hemos seguido hasta la Piazza Barberini con la Fontana del Tritone, realizada también por Bernini y que representa a Tritón sentado sobre una enorme concha sujetada por delfines y lanzando un chorro de agua por una caracola. Las abejas son el símbolo de los Barberini, familia del Papa Urbano VIII, cuya tiara también está representada.
Caminando por la Via Sistina llegamos hasta la iglesia de la Trinidad del Monte desde donde se contempla la Plaza de España y una buena panorámica de la ciudad al anochecer.
Y luego bordeando, los jardines de Villa Borghese, uno de los parques más grandes de Roma (tiene 80 hectáreas de extensión y nueve entradas, algunas tan monumentales como la de Flaminio) y probablemente el más bonito, hasta los Jardines del Pincio y la Piazza del Popolo con su obelisco de 24 metros, que es uno de los dos que había en el Circo Máximo y que esta dedicado a Ramsés II.
miércoles, 14 de diciembre de 2016
Italia: Frío y lluvia en Florencia
No pudimos reservar entradas para los Uffizi y la Galería de la Academia por Internet. Estaban agotadas. Así que no nos quedó más remedio que madrugar y aparecer en la puerta de la Galleria dell'Academia a las 8:15, su hora de apertura.
Curiosamente había más cola en la zona de los que ya habían adquirido el billete que en la de los que teníamos que pasar por taquilla. No hubo ningún problema y pronto pudimos estar ante una de las obras cumbres de Miguel Ángel Buonaroti: el David, estratégicamente colocado en una sala abovedada. Y que estaba vacía. Un lujazo. Pero en la misma sala estaban los impresionantes cuatro esclavos inacabados de la tumba del Papa Julio II y la Piedad de Palestrina (de la que se tienen serias dudas de que su autor fuera Miguel Angel).
El museo posee además una gran colección de pintura renacentista, retablos, dipticos o trípticos de pintores muy conocidos como Giotto, Uccello, Ghirlandaio, del Sarto, Botticelli... Y otros no tanto. La muestra se completa con una colección de instrumentos musicales, la Guipsoteca Bartolini, la Sala del Coloso con el modelo de yeso del Rapto de las Sabinas de Giambologna...
Cuando salimos estaba lloviendo un montón. Menos mal que teníamos un pequeño paraguas plegable. La entrada para ver el Duomo, el Baptisterio, el Campanille, la Cúpula y el Museo dell'Opera del Duomo se compraba en la taquilla o en las máquinas que estaban situadas en un portal frente al baptisterio. Pero había que confirmar hora para subir al Campanille y a la Cúpula.
Así que empezamos por ver el Baptisterio que era el primero que abría. No había apenas gente. Fuera el día estaba gris y plomizo, seguía lloviendo fuerte, pero el interior estaba bañado en una suave luz dorada, reflejo de los mosaicos que cubren el interior de su cúpula octogonal y que representan el Juicio Final.
El edificio se levantó en el siglo V, por tanto es el más antiguo del conjunto. Muchos de sus mármoles tienen su origen en antiguos edificios de la época romana y sus columnas se cree que proceden del foro de Florencia, situado en lo que hoy es la plaza de la República. Sus puertas son una maravilla (las originales en el Museo dell'Opera) realizadas por Pisano y Ghiberti en bronce dorado.
El exterior del Baptisterio está revestido de mármol blanco de Carrara y verde de Prato y serviría de modelo a los edificios religiosos de la región de la Toscana.
Nos dieron hora para las diez y media para subir los 463 escalones (92 metros) que te llevan hasta lo alto de la majestuosa cúpula de Brunelleschi. El arquitecto se inspiró en la del Panteón de Roma y hoy es todavía la más grande del mundo en su género.
Primero se pasa por un corredor que hay en el interior de la cúpula y que permite ver de cerquita los frescos que pintó Vasari, aunque no todos son suyos: a su muerte varios pintores los continuaron, con resultados desiguales.
Primero se pasa por un corredor que hay en el interior de la cúpula y que permite ver de cerquita los frescos que pintó Vasari, aunque no todos son suyos: a su muerte varios pintores los continuaron, con resultados desiguales.
El premio cuando se llega a la parte de arriba son unas vistas excepcionales de la ciudad de Florencia, hoy un poquito peores porque el día estaba lluvioso y con algo de neblina. Y así, viendo de frente el Campanile pudimos darnos cuenta de que efectivamente era algo más bajo, 82 metros, o sea, diez menos que la cúpula.
Teníamos hora para subir a él a las doce, así que aprovechamos para ver la catedral por dentro, sobria y oscura, y la cripta, dónde se encuentran la única tumba que hay en la catedral, que corresponde a Brunelleschi, y los restos de la antigua colegiata de Santa Reparata.
Y de nuevo a subir escaleras. Esta vez 414. Lo bueno es que en el Campanile se pueden ir haciendo paradas en cada uno de los pisos que corresponden a los esbeltos ventanales góticos. Desde arriba las vistas son muy parecidas a las de la cúpula.
Prácticamente la única diferencia es que desde aquí se ve muy bien el baptisterio y la misma cúpula. Y una vez que terminamos de subir y bajar escaleras nos dirigimos a la parte posterior del Duomo. Allí, en un antiguo edificio que fue utilizado como taller y donde el mismo Miguel Ángel esculpió el David, con un interior recientemente acondicionado y modernizado, está el Museo dell'Opera del Duomo.
Aquí se encuentran las famosas Puertas de la Gloria de Ghiberti, la Magdalena Penitente de Donatello, el Altar de Plata de San Juan y la que es probablemente la estrella del museo: La Piedad Bandini, de Miguel Ángel, destruida a martillazos por el mismo artista en un arrebato y conservada, según la leyenda, gracias a su criado.
Cruzamos de nuevo por la plaza del Duomo y paseamos hacia la Plaza de la Señoría, la Galería de los Uffizi y el Ponte Vecchio.
Barajamos la posibilidad de entrar en los Uffizi, pero las colas y el cansancio nos disuadieron. Es una pena, pero otra vez será. De todas formas no soy partidaria de ver más de un museo al día: me empacho de arte y ya no lo aprecio igual. Es preferible tomárselo en pequeñas dosis para disfrutarlo de verdad.
Barajamos la posibilidad de entrar en los Uffizi, pero las colas y el cansancio nos disuadieron. Es una pena, pero otra vez será. De todas formas no soy partidaria de ver más de un museo al día: me empacho de arte y ya no lo aprecio igual. Es preferible tomárselo en pequeñas dosis para disfrutarlo de verdad.
Comimos y entramos en el interior de la Iglesia de la Santa Croce, una de las más bonitas de Florencia y Panteón de Hombres Ilustres. Destacan sobre todo las capillas Bardi y Peruzzi, decoradas con frescos de Giotto. También trabajaron aquí Brunelleschi (la capilla Pazzi) o Donatello.
En esta iglesia están enterrados muchos florentinos célebres, por ejemplo encontramos las tumbas de Miguel Ángel, Ghiberti, Galileo o Maquiavelo. Además tiene dos claustros, el pequeño da entrada a la capilla Pazzi y el segundo, atribuído a Brunelleschi, es cuadrado, de piedra y con grandes arcos de medio punto.
Al salir dimos un paseo por el mercadillo navideño instalado en la gran plaza y decidimos que ya era hora de dirigirnos a la estación de Santa María Novella a coger el tren que nos llevaría de vuelta a Roma.
Al salir dimos un paseo por el mercadillo navideño instalado en la gran plaza y decidimos que ya era hora de dirigirnos a la estación de Santa María Novella a coger el tren que nos llevaría de vuelta a Roma.
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