sábado, 10 de diciembre de 2016

Italia: Invierno en Roma

No es la primera vez que vamos a Roma y espero que no sea la última. Pero sí que es la primera vez que vengo en esta época del año y por ahora estoy encantada. Aunque siempre hay muchos turistas en esta ciudad, sí que se nota que no hay las grandes avalanchas de verano y Semana Santa. Y además nos ha hecho un precioso día, muy soleado, aunque bastante frío. 


Pero para estar todo el día en la calle, es lo ideal. Hemos estado sobre todo paseando por lugares que ya conocíamos, pero que nos apetecía recordar. Un recorrido que ha empezado en las Termas de Caracalla. Inauguradas en 217 dC, ocupaban diez hectáreas y en ellas había también gimnasios, bibliotecas y jardines, además, claro, del caldarium, tepidarium, frigidarium  y una natatio o piscina al aire libre con un tamaño similar al de las piscinas olímpicas. Las ruinas son tan impresionantes que hoy día sirven de escenario para eventos musicales y óperas.



Seguimos hasta el Circo Máximo, que acaba de abrir al público tras una restauración que ha durado alrededor de 10 años. Era el más grande de Roma, con un aforo que llegaba a 200.000 espectadores. Aquí de celebraban las carreras de cuadrigas. Un largo muro, la spina, lo dividía en dos y tenía dos obeliscos, uno en cada lado, que son los que hoy se encuentran en la Plaza del Pópolo y en la de San Juán de Letrán. Hoy queda muy poco aparte de la gran explanada, gradas y adornos fueron expoliados.




Desde ahí veíamos la Colina Palatina y hemos seguido hasta Santa Maria in Cosmedin, una bonita iglesia en la que siempre hay enormes colas para hacerse la foto típica en la Bocca della Veritá.



Curiosamente la iglesia suele estar vacía y merece la pena verla, bastante más que hacerse la foto metiendo la mano en la tapa de una alcantarilla de la época romana (o una fuente, no se sabe con seguridad).



Justo enfrente y al lado del Tíber está el Foro Boario, en el que estaba el mercado de animales. Aquí se encuentra el Templo di Ercole Vincitore, redondo y con 20 columnas corintias. Es el templo de mármol mas antiguo de Roma que se conserva. Al lado está el Templo de Portuno, con columnas jónicas. Ambos se han conservado gracias a que se usaron como iglesias.



En este punto nos hemos asomado también a la Isla Tiberina desde el Puente Palatino, desde el que también se puede ver lo que queda del Puente Emilio o Ponte Rotto, el primer puente de mampostería de Roma, que después de sufrir daños en varias inundaciones a lo largo de los siglos, tras la gran inundación de 1598 que destruyó tres de los seis arcos, nunca volvió a reconstruirse.



Seguimos hacia el Teatro di Marcello, que empezó a construir Julio César pero fue finalizado por Augusto. Su fachada con arcos de piedra fue el modelo que siguieron la mayor parte de los teatros y anfiteatros del Imperio Romano. En el siglo IX se transformó en fortaleza y posteriormente, en el Renacimiento, en palacio. Hoy día siguen estando habitados algunos apartamentos de sus pisos superiores.


Justo enfrente está la Colina Capitolina, otra de las siete famosas colinas de Roma. Fue el centro político y símbolo del Imperio. En ella se asienta la actual Piazza del Campidoglio, diseñada por Miguel Ángel, con la estatua ecuestre de Marco Aurelio y los fascinantes Museos Capitolinos, donde se encuentran las mejores colecciones de escultura antigua. 



Al fondo de la plaza se puede contemplar una preciosa panorámica del Foro Romano con el Coliseo al fondo. Solo por esto ya merecería la pena subir la escalinata. 





Bajamos las escaleras del Campidoglio hasta la Plaza Venecia y rodeando el Vittoriano, el monumento a Victorio Emanuele II, llegamos hasta la Columna Trajana y el foro del emperador del mismo nombre.



El Foro Trajano es probablemente el más impresionante de los Foros Romanos y en el se encuentra la impresionante Columna de Trajano, de mármol y con 38 metros de altura, que está esculpida siguiendo una espiral con escenas de la guerra de Dacia. Había además una gran plaza porticada, templos, bibliotecas, un arco de triunfo... Hoy sólo quedan la Columna Trajana y restos de los mercados. Este área acababa de abrir, el mes pasado, después de veinte años cerrada.



Hemos bajado por la Via dei Fori Imperiali, que une la Plaza Venecia con el Coliseo. Fue construida por Mussolini y pasa por encima del Foro de Trajano, del de Augusto, del de Nerva, del de César y del Foro Romano. Su apertura implicó la demolición de los edificios de una de las zonas más pobladas de la ciudad y la pérdida de una gran cantidad de monumentos de la Antigüedad, la Edad Media o el Renacimiento. A la mayor gloria del Dictador.


El Coliseo ya no estaba en obras pero los alrededores sí. Para ver una mejor panorámica del coso hemos subido desde la estación de metro por las escaleras mecánicas hasta la Via Nicola Salvi, que termina en unas verjas desde las cuales hay una perspectiva muy buena del anfiteatro romano más famoso. Allí hay, además, varios restaurantes y heladerías.


Lo mandó construir Vespasiano y tenía capacidad para más de 50.000 espectadores, pero tras servir para espectáculos públicos durante 500 años, fue usado como cementerio, convento, fortaleza y, finalmente, cantera, hasta que en el siglo XVIII se le dio el título de santuario cristiano, en honor de los mártires de las primeras épocas del imperio.


Después hemos rodeado la Domus Áurea y parado en un café un rato a descansar y tomar algo. Nos hemos encontrado con unos conocidos que recientemente se habían trasladado por temas de trabajo a Nápoles y estaban de visita también en Roma. Qué pequeño es el mundo. Y qué alegría te da encontrar a unos amigos lejos de casa. 


Hemos dado toda la vuelta al Coliseo hasta llegar al Arco de Constantino y desde allí hemos ido, pasando por el Quirinal, hasta la Fontana di Trevi que estaba absolutamente llena de gente. Creo que no cabía ni un alma. Como ahora se hace de noche tan pronto, la hemos visto ya iluminada.



Es obra de Nicola Salvi, al que se le encargó tras la muerte de Bernini y representa la leyenda según la cual la fuente fue descubierta por una joven. Se dice que el agua es tan buena que quien la beba querrá volver. Tal vez de ahí viene la historia de la moneda. Pero doy fe de que es falsa: la última vez que vine no la tiré y, aún así, he vuelto a Roma.


Desde allí hemos ido hasta la Plaza de España donde había un gran árbol de Navidad y y muchísima gente, tanto en las famosas escalinatas que dan a la Iglesia della Trinitá dei Monti, como en sus alrededores, las más elegantes calles comerciales de Roma. 



Hemos subido por la Via del Babuino hasta la Piazza del Popolo y allí, en Flaminio, hemos terminado nuestro recorrido. Por suerte allí hay tanto paradas de autobús, como de tren o de metro.


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