lunes, 3 de julio de 2017

Vietnam: Hue

Hue es una ciudad de unos 400.000 habitantes situada en el centro de Vietnam, en las orillas del río Perfume. La ciudad fue conquistada en el siglo XIV por los viets que llegaron del norte y que fijaron en ella su capital. Los emperadores de la dinastía Nguyen habitaron en la Ciudad Púrpura Prohibida, dentro de la Ciudadela de Hue, hasta 1945.


El calor y la humedad son tremendos, (35º con un 85% de humedad) y no son las mejores condiciones para estar visitando una ciudad. Pero es lo que hay. Así que a la sombra siempre que se puede y bebiendo agua, mucho agua.



En primer lugar hemos ido a las Tumbas Imperiales de la dinastía Nguyen, en concreto a la del emperador Tu Duc. Probablemente es la mas bella, pero me parece una pena no tener tiempo para ver las demás, sobre todo la de Khai Dinh y la de Minh Mang.



La Tumba Imperial de Tu Duc está junto a un tranquilo lago cruzado por  puentecitos de piedra y en cuyas orillas se levantan pabellones de madera. Este complejo fue utilizado por el emperador como palacio de verano y retiro espiritual.




Entramos en el recinto por la puerta Vu Khiem y seguimos el sendero contemplando a la derecha el Lago Luu Khiem y el Pabellón Xung Khiem, donde el emperador se relajaba escribiendo poseía.




A la izquierda está la escalinata que precede a la puerta de entrada al Pabellón Du Khiem, un recinto que abarca varios palacios, alojamientos para los mandarines e incluso un teatro, el más antiguo del país.



A continuación del pabellón está la Tumba de Tu Duc. El Patio de Honor y la Casa de la Estela se alinean en un eje al final del cual está la tumba.




Pero el Emperador está enterrado en un lugar secreto para evitar que expoliaran su tumba. Los trabajadores que conocían el secreto fueron decapitados para que nunca lo revelasen. Y a día de hoy sigue siendo un misterio el emplazamiento real de sus restos.





Además de la tumba del emperador, en el recinto también están las tumbas de la emperatriz y de su sobrino e hijo adoptivo Kien Phuc, que no tiene una propia porque fue asesinado a los ocho meses de llegar al trono. Tu Duc no tuvo hijos a pesar de contar con más de cien mujeres y concubinas. Todas ellas estériles, seguramente.




Dejamos la Tumbas Imperiales y en un barquito muy turístico, con unos dragones de colorines en la proa, hemos navegado por el río Perfume hasta llegar a  la Pagoda de Thien Mu.





Por el camino nos hemos cruzado con embarcaciones de todo tipo y también hemos podido ver búfalos de agua pastando tranquilamente en las orillas, a pesar de ser una ciudad.




La silueta de la torre de siete plantas de la Pagoda de Thiên Mu es el símbolo de Hue. La historia de su construcción se cuenta en una leyenda. Una anciana mística conocida como Thiên Mu (la Dama Celestial) afirmó en 1601 que quien levantara un templo en este lugar iniciaría una dinastía. Nguyen Hoang la creyó y su familia gobernó Vietnam hasta 1945. El emperador Thiêu Tri fue el que construyó la actual torre octogonal de la pagoda en 1844.





Desde el embarcadero subimos una escalinata hasta la torre Phuoc Duyen, de 21 metros de altura. Al patio se accede a través de una puerta triple y al fondo está el Templo del Gran Héroe.




Seguimos hasta las dependencias de los monjes que guardan como una reliquia el coche azul junto al que se quemó a lo bonzo (de ahí la expresión) en una calle de Saigón el monje Thich Quang Duc.


Sacada de Internet. Yo, evidentemente, no hice esa fotografía
También se puede ver a los jóvenes novicios del monasterio haciendo sus tareas cotidianas Algunos no son más que unos niños que aquí reciben una educación siguiendo las reglas del budismo.


Al fondo del recinto, en un bosquecillo de pinos, está la tumba del venerable Thich Don Hau, un monje que nació a principios del siglo XX y que fue el responsable de la reconstrucción de la pagoda.



A media mañana el calor ya era insufrible. Pero la ciudadela imperial desde la que la dinastía Nguyen gobernó entre los años 1802 y 1945 merece la pena. Es imprescindible. Desde 1992 forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.



La muralla forma un cuadrado que tiene un perímetro de aproximadamente 10 km, abarca cuatro kilómetros cuadrados, un foso de 4 metros de profundidad y 40 ó 50 metros de anchura. Se conserva bastante bien.



Dentro de la ciudadela está la Ciudad Imperial, que recuerda a la Ciudad Prohibida de Pekín. Entramos por Ngo Mon, la puerta del Mediodía, reservada en su día para uso exclusivo del Emperador, que presidía las ceremonias de estado sobre el Balcón de los Cinco Fénix.



Pasamos directamente a la Explanada de los Grandes Saludos dónde los Mandarines se disponían en filas en las ceremonias de la corte. Al fondo está el Palacio de Thai Hoa o de la Suprema Armonía, con columnas lacadas en rojo con dragones negros y molduras doradas y en el cual estaba el trono. No dejaban hacer fotografías.




Allí nos han explicado un poco como estaba dispuesta la ciudadela por dentro. Y digo como en tiempo pasado porque se ha destruido la mayor parte y ahora mismo estaban restaurando muchos de los templos y de los pabellones.



Detrás del palacio es espectáculo es un poco decepcionante. Dónde esperamos ver palacios y opulencia sólo hay ruinas. Poco queda de la Ciudad Prohibida Púrpura, donde habitaba el Emperador con sus mujeres y concubinas. El que ya está restaurado es el Templo de Mieu, el Templo de las Generaciones, construido en 1821 y que tiene diez naves con columnas rojas y molduras doradas dedicadas a la dinastía Nguyen.




El Pabellón Hien Lam es el edificio más alto de la Ciudad Imperial y tiene delante la Nueve Urnas Dinásticas. Lo mandó erigir el emperador Minh Mang para honrar a los que ayudaron a la grandeza de la dinastía.



Después llegamos a un teatro que servía como entretenimiento a la corte y al Emperador. El el interior abundan los rojos y los dorados, como en la mayor parte de los edificios de la Ciudadela. Salimos del recinto por una puerta muy decorada con tres puertas y tres arcos en el segundo piso.



Hemos caminado bajo un sol abrasador para ir a comer a un restaurante típico vietnamita. Y hoy ya puedo confirmar que a mí la comida vietnamita no me gusta. Qué le vamos a hacer, era algo que ya sospechaba y venía con ese miedo aunque tenía la esperanza de que una vez aquí y comiendo la comida auténtica local cambiara de opinión. Pero no ha sido así.


Me he bebido una botella de litro y medio de agua porque estaba al borde del colapso. Ha venido muy bien el descanso en el restaurante, por lo menos hacía fresquito, porque después teníamos pensado ir al mercado de Dong Ba. A mí es algo que siempre me llama la atención, creo que en los mercados locales es donde se ve la realidad del día a día de un país y de sus habitantes.



En este mercado hay tanto comestibles y frutas como toda clase de productos de artesanía, ropa, zapatos, etcétera. Y por supuesto falsificaciones de todos los niveles. Yo he comprado unas bastante logradas de unas zapatillas de marca. Luego hemos subido al segundo piso, donde está toda la zona de la ropa pero yo ya estaba bastante agobiada. Los vendedores te persiguen y no te dejan ni respirar así que se me ha cruzado el cable y he dicho que yo ya me iba.


En el hotel hemos descansado un rato y pensábamos subir en la piscina. Pero hoy a medida que pasaba la tarde se me ha ido poniendo un dolor de cabeza tremendo. No sé si es del calor, de la deshidratación de hoy o de qué, pero la verdad es que me duele un montón. Así que he decidido que yo me quedaba en la habitación descansando. Además mañana tenemos que coger temprano un avión para Ho Chi Min, nuestra última etapa en Vietnam.

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