La Bahía de Ha Long es imprescindible en un viaje a Vietnam. Forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco y según una leyenda se formó cuando una familia de dragones, enviados para ayudar a los vietnamitas contra el invasor chino, lanzaron perlas y trozos de jade al mar que se convirtieron en islotes.
Es la estrella del viaje y sólo espero que no nos ocurra como en El Nido, Filipinas, y se suspenda el crucero por alguna razón. Salimos pronto de Hanói, a las ocho menos veinticinco en autobús y el trayecto de aproximadamente 300 kilómetros dura unas cuatro horas. Pasamos entre arrozales y hemos podido ver cómo los campesinos trabajan sus campos.
Es la estrella del viaje y sólo espero que no nos ocurra como en El Nido, Filipinas, y se suspenda el crucero por alguna razón. Salimos pronto de Hanói, a las ocho menos veinticinco en autobús y el trayecto de aproximadamente 300 kilómetros dura unas cuatro horas. Pasamos entre arrozales y hemos podido ver cómo los campesinos trabajan sus campos.
Al poco tiempo de subir en el autobús he echado de menos el pasaporte. Estaba segura de que estaba con el resto de la documentación en la mochila. Pero nada. He mirado en el bolso, aunque no suelo llevarlo ahí. Nada. Hemos llamado al hotel para que revisaran la habitación por si se había caído fuera o algo. Nada. Finalmente, en la primera parada he sacado la maleta y buscado dentro, a pesar de que estaba prácticamente segura de que no. Nunca lo meto en la maleta. Y claro, no estaba.
He llamado a la embajada. Un pasaporte nuevo tarda varios días y un salvoconducto sólo me sirve para salir del país, no para vuelos internos. Y mi avión de regreso a España sale de Ho Chi Min y para llegar tengo dos vuelos internos.
Así que como no podía hacer otra cosa, hemos subido al barco para hacer noche en la Bahía de Ha Long. Y ha empezado a llover. Y luego a diluviar, con unos truenos que para qué. Aun así el panorama desde los ventanales del comedor es espectacular. Navegamos entre las increíbles formaciones kársticas, muchas de ellas con nombres de animales por su forma, a veces pasando por estrechos canales.
Aunque seguía sin parar de llover hemos ido en una barquita a ver Hang Luon, una laguna interior a la que se accede a través de una cueva y que tiene una leyenda que cuenta cómo dos amantes se ahogaron aquí huyendo de los matrimonios concertados por sus familias. Desde entonces las aguas son mágicas y antiguamente sólo miembros de la realeza podían bañarse en ellas. Nos han equipado con chubasquero y salvavidas. Casi ni se podían hacer fotos. Había muchos monos. Se podía ir en kayak, pero lloviendo tanto, como que no apetecía.
Tras eso nos han llevado a una playa con pinta de ser artificial en Titov Island, para que pudiéramos darnos un baño o escalar a lo más alto, pero el caso es que la tormenta arreciaba y sólo unos valientes se han apuntado. Lo mejor de esta isla es subir los 420 escalones hasta su cumbre y disfrutar de unas vistas únicas de la bahía, pero era imposible.
Después de media hora y de improviso, ha dejado de llover y salido el sol, así que hemos subido a la parte de arriba del barco para, por fin, disfrutar del entorno mágico. Y dejar de pensar en el pasaporte.
Pero me resulta imposible. Antes he estado a punto de ponerme a llorar de impotencia. Curioso contraste entre la belleza del lugar y lo mal que me encuentro yo. En fin...
Como no hay dos sin tres, cuando hemos vuelto a la habitación, estaba inundada. Había una gotera y cuando se lo hemos dicho a uno de los chicos de la tripulación no se le ha ocurrido otra cosa que poner un cuadrado de plástico pegado con cinta adhesiva por los lados, con lo cual el agua se iba embolsando y en cualquier momento podía caer toda de vez. Le he dicho que si de verdad pensaba que nos íbamos a quedar allí toda la noche y que llamara al encargado, que queríamos cambio de habitación. Y así, a las mil y monas en vez de estar descansando estábamos de mudanza. Entre el ruido de los vecinos, el del frigorífico y el del aire acondicionado no había quien parara. Y para colmo dejé los tapones en la maleta, en el bus, ya que embarcamos sólo con la mochila.
Resumiendo, que no he pegado ojo ni con las pastillas para dormir y a las tres de la mañana estaba en pijama sentada junto a recepción a vez si pillaba wifi y buscaba la embajada en google maps. El chaval que estaba de noche me miraba alucinado.
Por fin me he tomado otra pastilla para dormir.
3 comentarios:
Ay cuántas cositas!!! Tengo que verlas y leerte con calma, pero me voy de vacas!!!
A la vuelta me pongo al día!!!!!
Estupenda es mi viajera callejera preferida!! MUAAAA!
Neutrina
Yo también me voy unos días... Así que va a haber una paradita hasta finales de mes.
Luego más...
Disfruta de tus vacaciones. Quién sabe si algún día nos encontraremos por ahí... 😉
Uy qué ilusión me haría conocerte!!! pero no, no nos encontraremos por ahí, yo no viajo, me suelo quedar por aquí, y hago alguna escapadita cerca para descansar y desconectar.
Disfruta mucho. A la vuelta me pongo al día con tus entradas, es como si viajara contigo ;-))))
Tu fiel seguidora. Neutrina :-)*
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