viernes, 20 de octubre de 2017

Aragón: Albarracín y Teruel

Amanecemos en Albarracín. No hemos madrugado mucho porque el desayuno era de 9 a 10 de la mañana. Café, bollería y unas riquísimas tostadas con el famoso jamón de Teruel.



Y de nuevo a pasear por Albarracín. Y es que cuanto más lo conoces más te gusta. Subimos hasta la Torre Blanca, justo en el vértice del promontorio rocoso que rodea el Turia (Guadalaviar) donde se asienta el pueblo.



Recibe su nombre de Doña Blanca, una princesa de Aragón que tuvo que huir de su tierra hacia Castilla a causa de los celos de su cuñada, la reina. Su comitiva hizo un alto en el camino en Albarracín y se alojó en la Torre, de donde nunca más salió. Se cuenta que, prisionera, murió de melancolía y que, en las noches de luna llena, se ha visto una dama de blanco que baja al río Guadalaviar...



Cerca está la Iglesia de Santa María, mudéjar y restaurada gracias a la Fundación de Santa María de Albarracín y hoy dedicada a ofrecer conciertos de música. Dejamos atrás la ermita de San Juan y el Museo Municipal.



Rodeamos el Castillo de los Banu Rasín y nos asomamos a la hoz, al fondo de la cual se oye el rumor de las aguas del río. Volvimos hacia la Plaza Mayor, la Casa de la Julianeta y la Calle de los Palacios. A las 12 teníamos la visita guiada de la Catedral.




La única manera de ver el templo es a través de la Fundación de Santa María de Albarracín. Por una cantidad casi simbólica te enseñan la catedral y sus secretos y te dan un paseo por los principales lugares del pueblo.



La Catedral del Salvador de Albarracín es de una mezcla de estilos: una nave con bóveda gótica de crucería, algún resto de la antigua iglesia románica sobre la que se levantó, torre renacentista... Conserva muchos frescos y pinturas y está pegada al Palacio Arzobispal en el que está el Museo Diocesano.



Al salir de la catedral bajamos hasta el Postigo del Agua y llegamos de nuevo hasta la Puerta de Molina, la casa de la Julianeta, la plaza Mayor... Repetimos pero no importa porque esta vez tenemos guía que nos cuenta detalles e historias que antes no sabíamos. Dos horas que se hacen cortas, pero tenemos que partir hacia Teruel.




Y a poco de dejar Albarracín nos topamos, a la izquierda de la carretera, con el castillo de Santa Croche, encaramado a un promontorio que domina la llanura del Guadalaviar. Paramos lo justo para hacer una foto y como siempre me quedo con ganas de más...


Llegamos a Teruel a mediodía y nos fuimos directamente al hotel. Comimos algo y salimos a recorrer el centro de la capital del mudéjar.



Primero fuimos a la Iglesia de San Pedro donde está el sepulcro de los Amantes de Teruel. Se pueden comprar varios tipos de visita. Nosotros cogimos la completa, pero la verdad es que las vistas desde la torre resultaron decepcionantes y el centro del claustro estaba lleno de trastos y sólo se podía ver la zona interior.




Sin embargo la Iglesia por dentro es una sorpresa, está llena de luz y color. Y el mausoleo de los Amantes, de Juan de Ávalos, es muy romántico. La visita es guiada y la explicación es amena y completa.




De de la Iglesia de San Pedro fuimos a la Torre del Salvador y a la Catedral. Pero la torre de esta última estaba tapada por los andamios y cuando fuimos a comprar la entrada para ver el interior nos avisaron que estaba totalmente prohibido hacer fotos. Me fastidió bastante, porque al final los que llevamos cámara nos la tenemos que guardar pero los de los móviles hacen todas las fotografíass que quieren. Así que les dije que no, gracias.



El renacentista Acueducto de los Arcos queda a un paso y tiene dos niveles: el superior cuenta con seis arcos y el inferior con dos. En los alrededores hay también un tramo de la muralla restaurado.




Seguimos hasta la última torre que compone el conjunto mudéjar, patrimonio de la humanidad, la de San Martín. Al igual que las torres de la catedral, San Pedro y el Salvador, es una torre puerta. También está decorada con arquillos y cenefas de ladrillo resaltado y cerámica vidriada.


Y a su lado el Portal de Daroca o de la Andaquilla que se abre en un lienzo de la muralla de Teruel, protegido por una torre defensiva del siglo XII. Está formado por dos arcos apuntados y un paso en recodo bajo la torre. Bajo estos arcos pasó Juán Martínez de Marcilla al volver a la ciudad para casarse con Isabel de Segura. Murió al descubrir que ella ya se había casado con otro... Así comenzó la leyenda de los amantes.



Y volvimos a la Plaza del Torico, otro de los emblemas de la ciudad de Teruel. Allí nos sentamos en una terraza y descansamos viendo el ir y venir de los turolenses. En esta plaza hay, además algunos bonitos ejemplos de arquitectura modernista.


Cenamos pronto y muy bien cerca de la Iglesia de San Pedro y nos despedimos de Teruel. Mañana seguimos viaje por tierras de Aragón.

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