Llegamos ayer a Tarazona y salimos a dar un paseo por el pueblo. De origen celtíbero, por aquí han pasado romanos, visigodos, musulmanes y, finalmente, cristianos con la conquista del rey aragonés Alfonso I el Batallador. Su casco histórico fue declarado Conjunto Histórico-artístico en 1965 y conserva el barrio medieval del Cinto, con callejuelas estrechas y empinadas.
Llegamos hasta la Catedral, que ya estaba cerrada, y a la antigua Plaza de Toros del siglo XVIII, con planta octogonal y cuatro pisos rehabilitados como viviendas hace pocos años. Desde sus alrededores se pueden contemplar las famosas Casas Voladas o colgantes, que se construyeron en el siglo XV aprovechando el adarve de la antigua muralla sobre la judería vieja.
Llegamos hasta la Catedral, que ya estaba cerrada, y a la antigua Plaza de Toros del siglo XVIII, con planta octogonal y cuatro pisos rehabilitados como viviendas hace pocos años. Desde sus alrededores se pueden contemplar las famosas Casas Voladas o colgantes, que se construyeron en el siglo XV aprovechando el adarve de la antigua muralla sobre la judería vieja.
Callejeamos un poco más por empinadas y estrechas calles con escondidos pasadizos hasta el Ayuntamiento, que fue construido en el siglo XVI como lonja y tiene una fachada muy decorada con óculos, frisos y relieves escultóricos, y una galería de arcos de medio punto, rematada con un alero de madera, en el último piso.
Al día siguiente no tuvimos que madrugar mucho. A las once de la mañana abre la Catedral de Nuestra Señora de la Huerta. Hay una visita guiada que se combina con un paseo por la localidad. No hemos querido liarnos mucho y la hemos visto por libre. Como empieza a ser costumbre, no dejaban hacer fotos del interior.
Y como siempre, todo el mundo hace fotos con sus móviles y los únicos perjudicados somos los de las cámaras grandes. Así que harta de esta situación, me ha saltado la prohibición y he hecho alguna.
La catedral tiene una mezcla de estilos bastante armónica. Se empezó en 1162 y en el siglo XIII se amplió en gótico cisterciense. En el XIV se reconstruye en estilo mudéjar y en el XVI se reforma con añadidos renacentistas. Ha estado cerrada muchos años por una restauración durante la cual se descubrieron pinturas en la cabecera y el cimborrio.
Y como siempre, todo el mundo hace fotos con sus móviles y los únicos perjudicados somos los de las cámaras grandes. Así que harta de esta situación, me ha saltado la prohibición y he hecho alguna.
La catedral tiene una mezcla de estilos bastante armónica. Se empezó en 1162 y en el siglo XIII se amplió en gótico cisterciense. En el XIV se reconstruye en estilo mudéjar y en el XVI se reforma con añadidos renacentistas. Ha estado cerrada muchos años por una restauración durante la cual se descubrieron pinturas en la cabecera y el cimborrio.
El Monasterio de Veruela, en las faldas del Moncayo es una joya del gótico cisterciense. Se fundó en 1146 y está rodeado e una muralla. Fue abandonado por los monjes cistercienses en 1835 con la desamortización de Mendizábal, época en que se creó una hospedería en la que vivieron unos meses los hermanos Béquer, que se inspiraron en las leyendas de esta zona del Moncayo para crear sus obras. Posteriormente, de 1877 a 1975, se establecieron aquí los jesuitas y finalmente, en 1976, pasó a manos de la Diputación de Zaragoza.
La iglesia de planta basilical y tres naves cubiertas con bóvedas de crucería es impresionante, pero el claustro, que se abre a un jardín mediante arquerías ojivales coronadas por rosetones, es una maravilla.
Desde el claustro de accede a una serie de dependencias como la cocina, bodega, almacenes, refectorio y, destacando sobre todas, la sala capitular. Había una boda, así que la visita guiada en la parte de la Iglesia fue más corta. Aun así ya nos habíamos adelantado nosotros para poder verla con algo de tranquilidad.
Trasmoz es el único pueblo excomulgado y maldito de España. A los pies del Moncayo y muy cerca del Monasterio de Veruela, sus tierras eran como una pequeña isla independiente dentro de los vastos terrenos que dependían del monasterio y que eran controlados por su poderoso abad, lo que propició que en 1252, unas disputas entre el monasterio y el pueblo hicieran que el obispo de Tarazona excomulgara a todo el pueblo con la excusa de las prácticas de brujería.
Con el paso del tiempo la situación empeoró hasta provocar una guerra en el siglo XVI por el control de las aguas entre el señor de Trasmoz y el Monasterio de Veruela. El abad pidió ayuda al obispo de Tarazona que acudió al monasterio en 1512 e hizo el rito de la maldición. En el siglo XIX los hermanos Becquer, que se alojaban en el monasterio, se enteran de la historia y quedan impresionados por los ritos que al parecer todavía se realizaban y por la historia de la Tía Casca.
La excomunión y la maldición siguen vigentes, nunca se han levantado.
Illuecas es la capital de la comarca del Aranda y tras la Reconquista formó parte de una baronía otorgada por el rey Jaime I al hijo del último rey moro de Mallorca, al que adoptó legalmente.
En el siglo XIV el castillo pasa por matrimonio a la Casa de Luna, uno de los linajes más poderosos de Aragón. Y así es como Pedro de Luna y Gótor, futuro Benedicto XIII, conocido como el Papa Luna, nace en el castillo-palacio de esta localidad en 1328.
El Castillo del Papa Luna de Illuecas se alza sobre un espolón rocoso que domina la población. La fortaleza es de planta rectangular y a lo largo de los siglos se amplió y reformó en numerosas ocasiones. Desde 1931 es Monumento Nacional.
En el monumento se diferencian tres grandes estilos: el mudéjar, con obras realizadas por Mahoma Rami, como el artesonado de la Sala Dorada y de la Alcoba. El renacentista, cuando en el siglo XVI Pedro Martínez de Luna, virrey de Aragón y primer conde de Morata, le otorgó un aspecto más palaciego e incorporó a su exterior la galería de arquillos y la portada dispuesta entre dos columnas a modo de torrecillas que sobresalen por encima del edificio. Y finalmente barroco, cuando en el siglo XVII, Francisco Sanz de Cortés, marqués de Villaverde, adquirió los señoríos de Luna iniciando unas reformas muy criticadas en su época por su lujo.
En el monumento se diferencian tres grandes estilos: el mudéjar, con obras realizadas por Mahoma Rami, como el artesonado de la Sala Dorada y de la Alcoba. El renacentista, cuando en el siglo XVI Pedro Martínez de Luna, virrey de Aragón y primer conde de Morata, le otorgó un aspecto más palaciego e incorporó a su exterior la galería de arquillos y la portada dispuesta entre dos columnas a modo de torrecillas que sobresalen por encima del edificio. Y finalmente barroco, cuando en el siglo XVII, Francisco Sanz de Cortés, marqués de Villaverde, adquirió los señoríos de Luna iniciando unas reformas muy criticadas en su época por su lujo.
El castillo-palacio de los Luna ha sido recuperado poco a poco durante los últimos 20 años gracias a escuelas-taller, instituciones y, sobre todo, al esfuerzo del municipio de Illueca. Sus estancias albergan la sede de la Comarca del Aranda, una hospedería incluida dentro de la red de hospederías de Aragón y una exposición permanente con visitas guiadas desde la oficina de turismo, situada en la plaza de Peñíscola.
Y ya nos fuimos hasta Daroca, última parada en nuestro periplo por tierras de Aragón.
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