jueves, 5 de julio de 2012

Islandia: Primer día en tierra de vikingos (y trolls).


Por fin ha comenzado mi viaje por las tierras del norte, por Islandia. Ahora mismo estoy cansadísima. Anoche no dormí nada porque el bus para Barajas salía a las 04:15 y no sé si es que me puse nerviosa o qué, pero a pesar de tomarme una pastilla para dormir y relajarme al menos dos o tres horas, no hubo manera.


Nuestro primer avión era con Iberia, Madrid-Londres y como es habitual en esta compañía para trayectos de menos de cuatro horas, ni un vaso de agua. Eso sí, te ofrecen una carta con bocadillos, bebidas y chucherías varias a precio de restaurante tres estrellas Michelín. En fin, que viajar en avión ya no es lo que era...

En Londres dos horas y tres cuartos para cambiar de terminal, de la cinco a la uno, y de avión y compañía, esta vez Icelandair.
Cruzando los dedos para que no hubiera problemas con las maletas subimos al avión con los asientos más incómodos que recuerdo. Y de aviones se un poco. Alrededor de dos horas de martirio en unos asientos durísimos, echados hacia adelante e imposibles de reclinar mínimamente. Y siguiendo el estilo low cost, aunque no lo sean en absoluto, ni agua.


Al fin terminó la tortura en el aeropuerto de Reikiavik*. O eso pensábamos. Porque, efectivamente ha habido problemas con las maletas. Una se quedó por el camino y la mía ha aparecido en un estado lamentable, así que lo siguiente ha sido hacer cola ante la oficina de reclamaciones... Ya sólo quedaba recoger el coche de alquiler y decidir si nos relajábamos en Blue Lagoon o salíamos directamente para la capital.


Error. Tras una larga cola nos dan las llaves y la documentación del coche y cuando al fin logramos encontrarlo en el aparcamiento y revisarlo como la chica nos indicó para comprobar que no estuviera rayado o golpeado (¿?), lo que si me he encontrado es que era automático y yo no tengo ni pajolera idea de como van estos coches.


Vuelta a la oficina y nuevo coche. Cambia las maletas de uno a otro y comprueba que, ¡oh sorpresa!, también es automático.
De nuevo voy a hablar con la chica que esta vez me informa que de esa categoría no tienen ninguno manual. Ante mi cara, que supongo que a esas alturas no era precisamente de buenos amigos, (¡ya son muchas horas de viaje!) me dijo que iba a mandar a alguien a ver si encontraba uno manual...


Finalmente ha habido suerte y han aparecido las llaves de un Skoda Octavia que yo pensé que sería del año catapún y con más kilómetros que yo. Pero no. El coche está muy bien, diésel y 4x4. Y esta vez si que hemos podido salir hacia nuestro primer alojamiento, un apartamento en una calle muy tranquila y a un paso del centro de la cuidad, que hace honor a las buenas críticas que yo he leído por internet.


Tras un breve descanso hemos salido a dar una vuelta, aprovechado para aprovisionarnos en un supermercado y, siguiendo el consejo del chico de los apartamentos, nuestro paseo por el centro, tras visitar la Catedral luterana (lo mejor son las vistas de la ciudad desde lo alto de su torre), la escultura de "La barca solar", que se ha convertido en el símbolo de Reikiavik y el Harpa Concert Hall, ha terminado en la zona del puerto viejo, en el Café París, donde nos hemos tomado un capuchino que me ha sabido a gloria.

Hemos regresado al apartamento y decidido acostarnos, pues aunque el sol aún no se había metido, eran las once y media, y si a eso le añadimos que habíamos retrasado dos horas los relojes... Y mañana tenemos muchos kilómetros y muchas paradas por delante.

*Forma adaptada a la ortografía española del nombre de la capital de Islandia, según el diccionario de la RAE. Me he decidido por la forma en castellano.

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