viernes, 11 de agosto de 2017

Estonia: Tallin

Madrugamos para poder ver Tallin. Amaneció un día soleado y con una buena temperatura, ideal para pasar todo el día fuera conociendo esta ciudad, la capital de Estonia, Patrimonio de la Humanidad desde 1997.


Pasamos por el barrio de Kadriorg y palacio Pedro I y fuimos al Campo de las Canciones. Nada de otro mundo pero para ellos es importante por el papel que jugó en su independencia de la URSS.



Después directos a la parte alta de Tallin. Empezamos por la Catedral Ortodoxa de Alejandro Nevski. El exterior es mucho más espectacular que el interior, que, comparado con otras iglesias ortodoxas, me ha resultado un poco pobre.




Muy cerca esta la Catedral luterana de Santa María, llena de escudos de las familias medievales. Hay que pagar para entrar. Nos hemos asomado y hemos visto que tampoco merecía mucho la pena. Lo único que me ha llamado la atención han sido los escudos que decoran sus paredes.



Paseando entre callejuelas estrechas y llenas de gente llegamos hasta el Mirador de Patkuli, que ofrece una preciosa perspectiva de parte de la ciudad vieja, destacando la Iglesia de San Olaf.





De nuevo llegamos hasta la Catedral ortodoxa y bajamos hasta la muralla, que atravesamos por una puerta, la Tallitorn ja linnamüüri  platvorm, junto a la cual hay unas es culturas de unos monjes y se puede subir a un bar que hay en lo alto de la muralla.




Seguimos bajando y llegamos a Suurgildi plaats y de ahí, por un callejón, hasta la plaza del Ayuntamiento o Raekoja Plats.




Hemos dudado un momento por donde seguir y decidimos que lo mejor era seguir la calles Pikk y Lai hasta la Iglesia de San Olaf.




El interior de la Iglesia de San Olaf es gratis, pero claro, lo bonito es subir los 260 escalones de su torre hasta el mirador. Eso cuesta tres euros y un pequeño esfuerzo... Pero realmente merece la pena por las vistas panorámicas que se obtienen, tanto de la cuidad antigua como de la moderna con sus edificios de acero y cristal y del puerto donde llegan los ferrys.



Desde arriba vimos las casitas de madera de colores del barrio de Kalamaja y nos hemos puesto en marcha. No está muy lejos y es una parte de la ciudad más bonita y tranquila que se ha puesto de moda y se está rehabilitando.



Un paseo por el barrio y a comer a un local moderno y agradable en cuya carta destacaban las hamburguesas pero que también tenía unas ensaladas y unos postres deliciosos.
Al lado, una tienda de ropa de segunda mano con cosas muy monas y supertiradas de precio. Compramos un jersey de algodón muy fresquito por 2 €





Y como habíamos caminado poco, hemos seguido por la parte de fuera de las murallas, iluminadas por el sol de la tarde. Tallin conserva el recinto amurallado mas importante de Europa, con veinte torres de las cincuenta originales y dos kilómetros de extensión.




Hay jardines y zonas verdes, incluso un lago con patos. Y mucha gente en la hierba disfrutando de la soleada tarde.




Subimos por Falgi tee y Komandanti tee hasta el Parque Harjumäji. Por un sendero llegamos a un quiosco con zona de terraza y vistas, ideal para descansar un rato tomando un café o una caña.




De nuevo hasta la muralla y bajando otra parada en una bonita heladería. A descansar un poquito y coger fuerzas para seguir caminando entre las viejas calles de Tallin.




Antes de llegar a la Plaza del Ayuntamiento nos desviamos un poquito hasta la Iglesia de San Nicolás, patrón de las gentes de la mar. Es del siglo XIII pero resultó muy dañada en la Segunda Guerra Mundial y hoy funciona como sala de conciertos y museo.



Llegamos a la plaza del Ayuntamiento. Y de nuevo nos hemos liado y en vez de seguir hasta el hotel nos hemos ido por la calle Viru, donde había varias actuaciones de grupos de música, hasta la Viru Gate, una puerta en la muralla por la que se sale a un mercado de flores.




Y ya puestos, un par de vueltas más para encontrar Meistrite Hoov, un patio del casco antiguo en el que hay varias tiendas de artesanos y un café.


Por fin volvimos hasta el hotel para llevarnos una última sorpresa de Tallin: una preciosa puesta de sol desde la ventana de nuestra habitación con el skyline de la ciudad.

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