Helsinki ha amanecido con el cielo gris y cubierto. Bueno, lo raro es lo de ayer. Hemos ido hasta el puerto que hay en la Plaza del Mercado para coger un ferry de los que van a la Isla de Suommelinna.
Hoy en día Suommelinna es una de las atracciones turísticas más populares en Helsinki y Finlandia. Existen varios museos en la isla, está habitada por unas 800 personas y comunicada por transbordadores durante todo el año.
Nos hemos pegado una buena caminata viendo bastiones y murallas. También hemos visto un museo que recreaba una casa de la época, el Museo Ehrensvard, con muebles de estilo gustaviano, miniaturas, armas y pinturas.
Volvimos en el ferry de las 11:20 y empezó a lloviznear. Entramos al Ayuntamiento, que tiene wifi gratis, y cogimos unos planos, pensando qué hacer con la lluvia, porque habíamos dejado los chubasqueros en la maleta.
Al rato salía el sol y nosotros nos animábamos a dar una vuelta por la Explanada, donde se iba animando la gente a tomar el sol en la hierba de los jardines.
Subimos por la calle hasta la plaza en la que destacan la gran Estación Central de Helsinki, elegida por la BBC como una de las estaciones de tren más bellas del mundo. En su fachada destacan su enorme torre del reloj y las figuras que sujetan las lámparas que iluminan ambos lados de la puerta principal.
En otro lado de la plaza está el Teatro Nacional de Finlandia, cuyo edificio de estilo nacional romántico data de 1902, cuando la compañía empezó a tener un lugar permanente, ya que antes no había tenido una sede fija.
También en la plaza había organizado una atracción que consistía en subir con una grúa una mesa con sus asientos hasta lo alto para comer de una manera... diferente.
Hemos comido muy prontito y vuelto a la plaza del mercado. El postre ha sido un estupendo helado de naranja. Y de nuevo andando hasta el hotel a recoger la maleta para ir al West Terminal 2 a coger un ferry para Tallin.
Tras dos horas de travesía llegamos a Tallin y fuimos derechos al hotel a dejar el equipaje. No nos entretuvimos mucho y salimos a dar una vuelta por el centro histórico, a un paso andando de nuestro hotel.
El epicentro es la Plaza del Ayuntamiento y los alrededores estaban muy concurridos, con terrazas llenas de gente que se disponía a cenar.
Dudamos pero al final fuimos a un restaurante muy turístico, con los camareros vestidos en plan tradicional y comida típica de Estonia. Los precios no eran nada baratos, por ejemplo cada cerveza nos costó 6 €, pero nos las sirvieron en unas grandes jarras de barro. Medio litro de cerveza negra y fuerte que a pesar del codillo y el salmón se nos subió a la cabeza. Nos entraron unas risas flojas...
Cuando terminamos hicimos unas cuántas fotos nocturnas del entorno y volvimos andando al hotel.
Y efectos del alcohol, siendo las doce la noche me empeñé en que la piscina estaba abierta y subimos hasta la planta 26. Resumiendo, terminamos encerrados en la escalera de emergencia y bajando los 26 pisos a pie hasta recepción... donde nos miraron un poco raro al salir por una puertecita disimulada en la pared.
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