sábado, 12 de agosto de 2017

Estonia y Letonia: Parnu y Sigulda

Salimos desde Tallin hacia Riga. Una primera parada en Parnu, ciudad balneario y vacacional de cerca de 50.000 habitantes que cuenta con un bonito centro de coloridas casitas de madera. Perteneció primero al Imperio Sueco y posteriormente al Ruso y a la URSS.



En la iglesia ortodoxa de Katariina una señora se enfadó conmigo porque hice una fotografía del interior. Yo miré y solamente vi los dibujos de prohibido móviles y gorros. No ponía nada de cámaras. Lo que no vi es que una vez dentro había un cartelito en el que ponía que para hacer fotos había que pagar 2€.



La otra Iglesia ortodoxa que vimos fue la de la Transustanciación. Y en esta no se me ocurrió hacer ninguna foto por dentro. Cuando entré me di de narices con un ataúd, con la tapa levantada y con su muerto dentro. Y nadie más en la iglesia. Salí pitando. Menuda sorpresa. 




Para recuperarnos fuimos a tomar un café a una terraza en una calle muy animada y peatonal. A partir de 1990, con la independencia de Rusia, se empezó a restaurar el casco histórico y la zona de la playa y ahora es un lugar muy agradable. También nos acercamos hasta Punane Torn (la Torre Roja), que formó parte de la muralla del siglo XV y que es lo único que se conserva. Un poco abandonada, por cierto.



Nos acercamos a la playa de Parnu, la playa de arena mayor de Estonia, así que, aunque el día estaba nublado, estaba llena de gente para la que supongo que el día sería estupendo. También había unos cuantos haciendo surf y kite surf.




La segunda parada fue para comer en Kungu Rija, un restaurante en un edificio de madera y en unos jardines preciosos, con un lago, nenúfares y montones de flores.




Estaba ya muy cerca del Castillo de Sigulda, al que fuimos a continuación. Esta fortaleza tiene una larga historia y estuvo ocupado por órdenes de monjes militares como los Caballeros Teutones.





Ha resultado muy dañado durante las guerras que ha soportado a lo largo de la historia y ahora mismo es poco más que unas ruinas majestuosas desde las que se puede divisar otro castillo, el de Turaida. Y al lado del viejo castillo hay otro neogótico, del siglo XIX.




Desde aquí  hasta Riga ya es un corto trecho y en hora y poco estábamos en el hotel, muy moderno y en pleno centro, justo al lado de la Catedral católica. Y como después de pasar un día muy caluroso, con temperaturas que habían llegado a los 32 al entrar en la ciudad nos sorprendió un aguacero, decidimos descansar y cenar en el hotel.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Besitos :-)**
Neutrina