Dejamos Kuta con el habitual atasco para dirigirnos al norte. Ha sido un error quedarnos en el sur y no en Ubud estos últimos días, los desplazamientos nos hubieran resultado mucho más fáciles y nos hubiéramos ahorrado muchas horas de atascos.
Hoy, a la altura de Sanur, la caravana era porque en la playa había una competición de cometas. Creo que es un festival anual bastante conocido y se veía bonito desde la carretera, pero no podíamos ir.
Pasamos ante el templo al que fuimos anteayer y luego las habituales carreteras de montaña, estrechas y cruzando pueblos, bosques y arrozales.
El guía nos ha propuesto bajar y visitar una plantación de cacao y café, pero está vez ya no cuela. Nos llevaron el primer día que estuvimos en Bali con el habitual circuito de compras en talleres artesanos y al día siguiente con la excursión en bici. El primer día no sabíamos lo que era y sonó interesante y el segundo nos llevaron sin preguntar. Y ni plantación ni nada. Como mucho un jardín con unas cuantas plantas y una degustación de infusiones y café. Y el chocolate nos lo cobraron y era sin leche ni azúcar y muy áspero.
Al final te llevan a la tienda para pedirte 12€ por 200 g de café. Ah, y te explican lo del mejor café del mundo, que lo hacen con las semillas que quedan en la caca de la mangosta después de que está se haya comido los frutos del café.
En fin, que hoy ya no. Así que llegamos sin paradas hasta el Templo de Besakih, en la ladera del volcán Agung, que no se veía porque estaba muy nuboso. Nos colocamos los sarong, pagamos la entrada que hoy era de 60.000 rupias por cabeza y buscamos el baño. Que asquito. Y encima tener que pagar por usarlo otras 5.000 rupias.
El templo es el más importante de Bali. En realidad es un complejo de 23 templos, el mas importante de los cuales es Pura Penataran Agung, construido en seis niveles escalonados.
Hemos tenido la buena fortuna de que hoy había un montón de balineses haciendo sus ofrendas y vestidos con sus mejores galas. Casi había más que turistas y eso es un rato raro. Y una suerte. En el recinto interior de los templos no se podía entrar pero si hacer fotos desde fuera.
Las niñas tratan de vender sus postales con una habilidad pasmosa. Se saben lo que tienen que decir en cualquier idioma y te cuentan que es para el colegio o te ponen pucheros si hace falta. Cuando ha visto que yo me moría de la risa con ella pero no le compraba las postales, ha cambiado de táctica y me ha pedido primero la pulsera y luego la diadema. Con unos años más ésta cría va a ser un crack.
Salimos para Pura Lempuyang y a medio camino la carretera cortada por una ceremonia. Hemos tenido que dar la vuelta y preguntar a un anciano por una ruta alternativa. Los últimos tramos de la carretera que lleva a Lempuyan son empinadísimos y con unas curvas tremendas. El coche ha tenido que subir casi todo el rato en primera y cuando hemos llegado arriba olía a quemado.
Aparcar tampoco ha sido fácil. Ha tenido que hacerlo en el arcén de la ya de por sí estrecha carretera y además en rampa. Muchos de los coches llevaban las ruedas calzadas con grandes piedras. Nos hemos anudado el sarong y a subir escalones. Es una forma como otra cualquiera de quemar los desayunos del hotel.
Cuando llegamos arriba nos sorprendió la larga cola que había para hacerse fotos en la famosa puerta con el volcán Agung de fondo. Sólo que hoy no se podía ver por la niebla. Tienen a un chico para organizar el posado y tomar las fotos rápidamente y que la gente no se eternice con posados absurdos. Yy he aprovechado un cambio para hacer la foto sin nadie en un cambio. Pero como digo, no se ve el Agung.
Donde apenas había gente era en el lado de enfrente de la puerta, unas preciosas escalinatas divididas en tres y decoradas con fantásticas esculturas, especialmente las de dragones. Pero se ha puesto de moda la foto en la puerta y la gente viene casi exclusivamente por eso.
Bajamos del templo por el lado contrario, de manera que en vez de dar la vuelta con el coche seguimos adelante. Y muy bien, casi no nos encontramos a nadie.
A la subida habíamos pasado ante Tirta Ganga y ahora paramos. No es un templo. Son unos preciosos jardines muy fotogénicos y claro, también estaban llenos de gente, sobre todo en la zona del lago en la que se puede "caminar sobre de agua" pasando de unas piedras a otras y entre grandes peces de colores. Representan el mejor ejemplo que se conserva de los palacios de agua balineses y fue creado a mediados del siglo XX.
Otras zonas como la de los nenúfares o la de unas plantas enormes que eran como bandejas redondas, estaban vacías. Pero una vez más, es que la foto que se ha puesto de moda es la otra...
Como hoy nosotros no hemos parado para comer y el guía ha aprovechado cuando nosotros estábamos liados con las fotos, nos ha dado tiempo a terminar el día en una bonita playa de arenas coralinas blancas y rocas volcánicas negras, la Virgin Beach.
No nos hemos bañado sino que la que hemos recorrido de punta a punta sorprendiéndonos de la enorme cantidad de corales de todos tipos y colores que hay en la arena. De hecho los pescadores tienen que retirar algunos para poder sacar sus barcas. Hemos visto como tenían que mover un coral entre tres hombres.
Nos ha dado pena irnos, pero nuestro guía estaba esperándonos y supongo que con ganas de dejarnos en el hotel y llegar a su casa.
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