Al fin estamos en Bali. Hoy hemos dormido realmente muy poco. Ayer llegamos del aeropuerto a las 3 de la mañana y esta mañana habíamos quedado a las 8:30 para ir a la actividad que tenemos programada. Se trata de una clase de cocina balinesa.
Pero previamente hemos visitado una casa típica de la zona, donde nos han enseñado todas estancias y la manera tradicional de vivir. Una mujer estaba preparando las ofrendas para los dioses. Los balineses son hinduístas y para ellos su religión y sus tradiciones son muy importantes, ya que son los únicos que profesan el hinduismo en el país, Indonesia, con mayor número de musulmanes del mundo.
Después hemos estado en el mercado de una aldea, donde nos han enseñado los productos más típicos, muchos de los cuales vamos a utilizar hoy. Y he aprovechado para hacer fotos de la vida cotidiana de los balineses.
Llegamos a Giuliang Kawan por estrechas carreteras con mucho tráfico, sobre todo de motos. Aquí circulan por la izquierda así que más de un susto me he dado. Hasta que me acostumbre. Ademas, como en otros países del sudeste asiático, la moto es trasporte colectivo. Familias enteras se trasladan en el mismo vehículo, la mayor parte de las veces sin casco ni seguro, sobre todo en las zonas rurales.
El lugar donde nos van a enseñar a preparar recetas balinesas está en medio de unos campos de arroz. Cuando hemos llegado un campesino preparaba el arrozal para plantarlo. Lo más sorprendente es que, como tienen varias cosechas al año, puedes ver a la vez campos en todas las fases: inundados por que se van a sembrar, intensamente verdes porque el arroz está en fase de crecimiento o ya secos durante la cosecha. Y después queman los rastrojos para empezar un nuevo ciclo.
La clase ha estado bien. Era en inglés pero no se ha hecho pesada y lo entendíamos bastante bien. Tras preparar los ingredientes y los platos, nos hemos sentado a disfrutarlo allí mismo, en un pabellón abierto y con vistas a los campos. Al finalizar nos han dado un diploma. Con esto creo que ya puedo abrir un restaurante balinés en España. Más o menos.
Después de comer y dejar los arrozales hemos hecho el típico tour de compras. Nos han preguntado antes que si nos interesaba o no. Y yo he pensado que comprase o no comprase cosas, que más bien sería lo segundo, me parecía interesante ver como trabajaban los artesanos las técnicas de el batik, el ikat, la joyería, la cerámica o la talla de madera.
Después de comer y dejar los arrozales hemos hecho el típico tour de compras. Nos han preguntado antes que si nos interesaba o no. Y yo he pensado que comprase o no comprase cosas, que más bien sería lo segundo, me parecía interesante ver como trabajaban los artesanos las técnicas de el batik, el ikat, la joyería, la cerámica o la talla de madera.
Después nos han llevado, supuestamente, a una plantación de café y de cacao. En realidad era un jardín con unas cuantas plantas de cada variedad y un pabellón dónde servían un café bastante malo para mi gusto y unos vasitos con unas infusiones que, como a mí no me gustan mucho y además estaban demasiado azucaradas, pues allí se han quedado.
Después de pagar los cafés y pasar por la clásica tienda nos hemos ido. Una bolsita de café de 200 gramos costaba unos 12€ al cambio. Vamos yo no sé si para expertos en café merecerá la pena pero a mí desde luego me parecía una tomadura de pelo. También nos han ofrecido el café de mangosta que según ellos es el mejor del mundo. Viene a ser algo así como el café que digieren y después cagan estos animalitos. Lo limpian y eso pues es buenísimo. Y yo la verdad es que será el mejor café del mundo pero cómo no lo voy a apreciar casi prefiero tomarme el típico expreso o mejor todavía un capuchino. Aunque no proceda del intestino de ninguna mangosta.
Cuando llegamos al hotel de Ubud eran algo más de las 5 y al preguntar por el transfer que hay a disponibilidad de los clientes para ir hasta el centro de la ciudad nos dijeron que el último acababa de salir. Me parece un poco pronto pero en fin, nos ofrecieron pedirnos un taxi para una hora después. Así nos daba tiempo a descansar un poco en la habitación y en las estupendas camas balinesas que teníamos en la terraza frente a la piscina.
A las 6 teníamos nuestro taxi esperando a la puerta del hotel. La verdad es que tampoco es muy largo el recorrido, pero es cuesta arriba. De todas formas había tal atasco en la calle principal que tardamos en llegar casi más que si hubiéramos ido andando.
A las 6 teníamos nuestro taxi esperando a la puerta del hotel. La verdad es que tampoco es muy largo el recorrido, pero es cuesta arriba. De todas formas había tal atasco en la calle principal que tardamos en llegar casi más que si hubiéramos ido andando.
El taxi nos dejó justo enfrente del Palacio Real, pero cuando quisimos entrar nos informaron de que estaba cerrado por un evento privado. Tuvimos conformarnos con ver la fachada.
Muchos de los miembros de la realeza de Ubud han abierto hoteles en sus palacios o simplemente alquilan habitaciones a ustedes que quieren sentir como se vive de manera tradicional en uno de estos palacios o puri. Uno de ellos, situado justo enfrente del Palacio Real es Puri Kantor.
Pasar Ubud, el mercado tradicional de Ubud donde se pueden encontrar todo tipo de artesanías, estaba ya con muchas tiendas cerrando. Así que nos volvimos al hotel dando un paseo, viendo la cantidad de tiendas y restaurantes que hay y pasando ante Balai Banjar Ubud Kelod y Monkey Forest.
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