jueves, 26 de julio de 2018

Bali. Templo de Uluwatu, playa de Jimbaran y Kuta

Después de la pesadilla del ferry de Lomboc y de llegar al hotel a las 6.00 a.m., pensamos que antes de irnos a dormir era mejor desayunar porque llevábamos casi 24 horas sin hacer una comida decente. El hotel está muy bien y el desayuno es una pasada. Hay absolutamente de todo, puedes pedir hasta churros. Pero con diferencia lo que más me gusta  es que te preparen en el momento  zumos naturales mezclando cualquier fruta o verdura que te puedas imaginar. Creo que voy a llevar sobrepeso en el avión como siga así y no precisamente por la maleta.
Tras el desayuno nos hemos metido a dormir  aprovechando que hasta las tres y media no viene el guía a buscarnos.




Vamos al templo Pura Luhur Uluwatu,  que está sobre un acantilado en la península de Bukit, en el extremo sureste de Bali. El lugar es espectacular y las vistas preciosas. 
El templo, del siglo 11, es uno de los más importantes de Bali y hasta el siglo 20 solo se permitía rendir culto aquí a los príncipes de Denpasar. La mayor parte de la gente se acerca aquí por la tarde para ver la puesta de sol y la Danza Kecak.



Pero por su cercanía con las zonas turísticas más importantes de la isla y porque se ha hecho muy famoso, hay muchísima gente y cuando llegamos al anfiteatro para ver la danza Kecak, aunque con casi una hora de antelación aquello estaba petado. Nos dijeron que se habían agotado las 1500 entradas disponibles. Allí no cabía ni un alma pero seguía entrando gente a la que acompañaban para sentarse en el escenario y en círculo alrededor en el suelo.




La danza comenzó a practicarse en los años 30 del siglo XX y en ella un grupo de en torno a 100 hombres vestidos con una tela de cuadros de la cintura para abajo y con una flor roja en la cabeza se disponen en forma de círculos concéntricos moviendo los brazos arriba y abajo y cantando algo que suena así como Kecak. De ahí la el nombre de la danza.




Representa un episodio del Ramayana hindú y en determinado momento entran otros personajes con unas vestimentas muy vistosas y ejecutan sus danzas acompañados por el coro de hombres. La verdad es que la danza me gustó pero estaba demasiado masificado, resultaba demasiado turístico.



Salimos el templo sin ningún incidente con los monos, qué  tienen fama de  robar a los turistas, sobre todo las gafas pero yo también vi alguna gorra, y fuimos a la cercana playa de Jimbaran a cenar. Allí lo típico es cenar pescado y marisco a la brasa en los chiringuitos de la playa. Debe ser que nuestro restaurante no era de los mejores porque ni el marisco ni el pescado eran especialmente buenos.



Y el grupo que iba cantando de mesa en mesa era de los que pagas por que se vayan a dar la tabarra a otra parte. Aquello no era cantar, era un dolor como desafinaban.
Tras el preceptivo sablazo, esta vez por las cervezas, dejamos el restaurante para ir hasta nuestro hotel e intentar descansar esta noche como es debido.

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