El guía ha llegado un cuarto de hora tarde y sin dar ninguna explicación. Sigue a su aire.
Hoy tenemos la visita al monumento más famoso de la India y uno de los más conocidos del mundo, el Taj Mahal, construido por Shah Jahan como mausoleo para su esposa, Mumtaz Mahal, que falleció en su ultimo parto, tras tener catorce hijos con su marido.
Hay mucha seguridad, no he podido pasar el bolso, pero al menos no me han puesto problemas con la cámara.
Hay mucha seguridad, no he podido pasar el bolso, pero al menos no me han puesto problemas con la cámara.
La verdad es que es espectacular, pero no se si su fama es para tanto. Tal vez es que tanto verlo, al final, cuando me he enfrentado a él, me ha dejado un poco fría.
El guía se ha empeñado en demostrarnos sus dotes como fotógrafo y se ha propuesto hacernos fotografías "turísticas", como sujetando el Taj con una mano y cosas por el estilo. Por no discutir, le hemos dejado una de las cámaras para que no mareara y pudiera explayarse y hemos seguido haciendo nuestras fotos con la otra. Para más inri no hay una sola toma en la que no nos corte los pies. Paciencia.
Detrás del Taj Mahal y bajo sus terrazas discurre el río Yamuna. En esta época, tras las lluvias de los monzones, es ancho y caudaloso. Debe haber unas preciosas vistas del conjunto desde la otra orilla, pero no le ha dado la gana de acercarnos. Estábamos contemplando el río y buscando tomas cuando he visto un bulto flotando en las aguas. Al principio parecía un tronco, pero según lo acercaba la corriente me pareció que era un hombre flotando, boca abajo. Iba vestido y, según estábamos mirando, un pájaro negro se posó encima y se puso a picotearlo.
Dije que había un muerto en el río y el guía contestó que era una estatua. Le contesté que si fuera una estatua no flotaría y dijo que entonces sería un muñeco, y se dio la vuelta. Éste debe pensarse que nos chupamos el dedo. Creo que en cualquier país civilizado se llamaría a la policía, pero aquí no ha pasado nada, el cuerpo ha pasado ante nosotros y se lo ha llevado la corriente.
Dije que había un muerto en el río y el guía contestó que era una estatua. Le contesté que si fuera una estatua no flotaría y dijo que entonces sería un muñeco, y se dio la vuelta. Éste debe pensarse que nos chupamos el dedo. Creo que en cualquier país civilizado se llamaría a la policía, pero aquí no ha pasado nada, el cuerpo ha pasado ante nosotros y se lo ha llevado la corriente.
Si, increíble India. Pero parece que no es inhabitual lo de tirar los cuerpos al río cuando no hay dinero para la leña de la cremación. Supongo que eso es lo que hemos visto.
Tras la visita nos han llevado a una fábrica de objetos de mármol con incrustaciones de piedras de colores. Qué pesados con las compras. Yo he pasado olímpicamente. Eso sí, me he tomado el refresco que me han ofrecido y he pasado por el servicio, que nunca se sabe y que estaba impecablemente limpio, lo cual no es muy corriente aquí.
Me he mareado por el camino hacia Fatehpur Sikri. Entre el calor, los olores, el estado de las calles y las carreteras y que iba revisando las fotos en la cámara... Me he puesto fatal. Yo que nunca me mareo.
Fatehpur Sikri es una antigua ciudad construida por el emperador mogol Akbar, a unos treinta kilómetros de Agra. Abandonada catorce años después, al parecer por falta de agua, aunque fue saqueada conserva la mezcla de arquitectura islámica e hinduísta.
Está dividida en dos partes, la civil y la religiosa. Pero solamente vimos la primera, cuando nos quisimos dar cuenta de que no habíamos visto todo el conjunto, ya no había remedio, estábamos muy lejos de allí. Tengo que estar constantemente alerta o vamos a ver la mitad de las cosas.
En la zona civil se encuentran los palacios y las salas de audiencias. Primero se accede al Diwan-i-Aam, un gran patio en el que se celebraban las audiencias públicas.
Desde aquí pasamos a un segundo patio en el que se encuentran palacios como el Diwan-i-Khas, pabellón para las audiencias privadas, el Panch Mahal, palacio de cinco alturas en el que se cree que que se reunían las mujeres a jugar, los palacios de las principales esposas...
Desde aquí pasamos a un segundo patio en el que se encuentran palacios como el Diwan-i-Khas, pabellón para las audiencias privadas, el Panch Mahal, palacio de cinco alturas en el que se cree que que se reunían las mujeres a jugar, los palacios de las principales esposas...
Un hermoso lugar , hoy poblado por turistas, vendedores y mendigos.
Cuando el guía daba por terminada la visita yo he entrado por una puertecita a un patio precioso desde el que había una buena panorámica del Panchen Mahal.
Lo peor es que el segundo recinto que hay, en la parte superior de la cuidad, no lo hemos podido ver. O estoy más pendiente o me la va a jugar todos los días.
Lo peor es que el segundo recinto que hay, en la parte superior de la cuidad, no lo hemos podido ver. O estoy más pendiente o me la va a jugar todos los días.
Ya nos íbamos cuando me he sacado del abanico. No me había acordado de él, pero me ha venido muy bien. Lo gracioso es que inmediatamente los vendedores han comenzado a decirme cosas como ¿España? ó ¡mucho calor!.
Hoy dormimos en Jaipur. Ya nos vamos acostumbrando al trafico y a la manera de conducir que tienen aquí. Si quieres adelantar, pitas y no pasa nada con el que viene de frente: se apartará. Si no quieres que te adelanten, pitas. Si se cruzan unas vacas, pitas y las esquivas, porque éstas pasan de todo y no se van a quitar del medio...
Llevo peor esas manías que tienen que ver más con la limpieza o con la educación, según la entendemos por otros lares. Eso de escupir constantemente, o de sonarse la nariz con el pulgar y el índice y luego sacudir la mano para tirar el producto resultante... Joder, que asco.
En una parada en el típico sitio de carretera hemos pedido un café. Primero y último. Estaba malísimo y nos han cobrado 140 rupias, aproximadamente dos euros. Y encima el tío pone morro porque no le dejamos propina. Además hemos comprado una máscara de Ganesh, feísima aunque digan que da buena suerte (pero un encargo es un encargo), por casi la tercera parte de lo que pedían. Me he acordado de mi padre, él si que regateaba bien y además disfrutaba haciéndolo. A mi no me gusta nada esa costumbre, pero en estos países, o regateas o eres tonto y pagas el doble o el triple de lo que valen las cosas.
Atravesamos zonas rurales. Me encantaría poder parar a hacer fotos de los búfalos bañándose en las charcas o de las mujeres con sus saris de colores chillones y bordados dorados portando toda clase de bultos sobre la cabeza. Y de los vehículos con los que nos cruzamos, da igual que sean camiones o tractores, todos decorados como si se fueran de romería.
La entrada en Jaipur es para darse la vuelta y marchar por dónde hemos venido. Las calles están sin asfaltar, llenas de baches, charcos, barro, basura y animales.Lo único bonito es el paisaje a lo lejos, la ciudad está rodeada de montañas de verde arbolado. Pero de cerca no hacemos más que esquivar camellos tirando de carros, bicis, motos, las sempiternas vacas, cerdos de una variedad que se asemeja más a nuestros jabalíes, niños jugando entre la guarrería... Cruzamos un río que parece una enorme cloaca. Supongo que lo de recoger la basura y depurar las aguas residuales por aquí les parece una frivolidad.
El hotel está en una zona un poco mala, pero con la ventaja de que desde la ventana estás viendo la película de la vida diaria en esta ciudad de aproximadamente tres millones de habitantes y capital del estado de Rajasthan.
Tampoco hoy hay agua caliente en la ducha, solo templada. Seguro que está mejor el agua de la piscina. La cena sigue empeorando y además me empiezo a cansar de estos sabores. Sobre todo de los cominos. Nunca me han gustado y aquí hacen uso y abuso de ellos. Por lo menos sigue habiendo pollo. Aunque me parece que al final del viaje me va a salir cresta.
Hoy teníamos que hacer una visita panorámica de la ciudad y la visita a un templo hindú, pero el guía debía de estar cansado del viaje porque nos ha dicho que mañana nos sobra tiempo para hacerla. Veremos. Ha venido todo el camino, cuatro o cinco horas, jugando con el teléfono en vez de explicar algo de la ciudad, historia, arte, cultura, del país... Que tío.
Hoy dormimos en Jaipur. Ya nos vamos acostumbrando al trafico y a la manera de conducir que tienen aquí. Si quieres adelantar, pitas y no pasa nada con el que viene de frente: se apartará. Si no quieres que te adelanten, pitas. Si se cruzan unas vacas, pitas y las esquivas, porque éstas pasan de todo y no se van a quitar del medio...
Llevo peor esas manías que tienen que ver más con la limpieza o con la educación, según la entendemos por otros lares. Eso de escupir constantemente, o de sonarse la nariz con el pulgar y el índice y luego sacudir la mano para tirar el producto resultante... Joder, que asco.
En una parada en el típico sitio de carretera hemos pedido un café. Primero y último. Estaba malísimo y nos han cobrado 140 rupias, aproximadamente dos euros. Y encima el tío pone morro porque no le dejamos propina. Además hemos comprado una máscara de Ganesh, feísima aunque digan que da buena suerte (pero un encargo es un encargo), por casi la tercera parte de lo que pedían. Me he acordado de mi padre, él si que regateaba bien y además disfrutaba haciéndolo. A mi no me gusta nada esa costumbre, pero en estos países, o regateas o eres tonto y pagas el doble o el triple de lo que valen las cosas.
Atravesamos zonas rurales. Me encantaría poder parar a hacer fotos de los búfalos bañándose en las charcas o de las mujeres con sus saris de colores chillones y bordados dorados portando toda clase de bultos sobre la cabeza. Y de los vehículos con los que nos cruzamos, da igual que sean camiones o tractores, todos decorados como si se fueran de romería.
La entrada en Jaipur es para darse la vuelta y marchar por dónde hemos venido. Las calles están sin asfaltar, llenas de baches, charcos, barro, basura y animales.Lo único bonito es el paisaje a lo lejos, la ciudad está rodeada de montañas de verde arbolado. Pero de cerca no hacemos más que esquivar camellos tirando de carros, bicis, motos, las sempiternas vacas, cerdos de una variedad que se asemeja más a nuestros jabalíes, niños jugando entre la guarrería... Cruzamos un río que parece una enorme cloaca. Supongo que lo de recoger la basura y depurar las aguas residuales por aquí les parece una frivolidad.
El hotel está en una zona un poco mala, pero con la ventaja de que desde la ventana estás viendo la película de la vida diaria en esta ciudad de aproximadamente tres millones de habitantes y capital del estado de Rajasthan.
Tampoco hoy hay agua caliente en la ducha, solo templada. Seguro que está mejor el agua de la piscina. La cena sigue empeorando y además me empiezo a cansar de estos sabores. Sobre todo de los cominos. Nunca me han gustado y aquí hacen uso y abuso de ellos. Por lo menos sigue habiendo pollo. Aunque me parece que al final del viaje me va a salir cresta.
Hoy teníamos que hacer una visita panorámica de la ciudad y la visita a un templo hindú, pero el guía debía de estar cansado del viaje porque nos ha dicho que mañana nos sobra tiempo para hacerla. Veremos. Ha venido todo el camino, cuatro o cinco horas, jugando con el teléfono en vez de explicar algo de la ciudad, historia, arte, cultura, del país... Que tío.
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