lunes, 17 de septiembre de 2012

India: Delhi

Nos hemos encontrado en el desayuno con Luis y Elvira. Me parecen encantadores y me gusta mucho compartir viaje con ellos estos días.

A las diez quedamos con el guía en el hall del hotel para hacer la visita a Delhi. Pero para nuestra sorpresa han aparecido dos guías y nos colocan a cada pareja en un coche diferente a pesar de que Luis  insiste en que queremos ir juntos. Finalmente descubrimos que nuestros circuitos son diferentes y que vamos a estar las dos semanas solos con nuestro guía y un conductor.


Así que empezamos la visita por el templo islámico de Jama Masjid, la mayor mezquita de la India, mandada construir por el emperador mogol Shah Jahan, el mismo que construyó el Taj Mahal. Está construida en un promontorio y data del siglo XVII. Tiene tres cúpulas de mármol blanco y negro y dos alminares de cuarenta metros a los lados. El enorme arco central preside un patio en el que se pueden reunir hasta veinte mil personas.


Tenemos que descalzarnos para acceder al patio central, y ponernos una especie de túnica encima de nuestra ropa. Todo está lleno de palomas, grajos, comida para las aves, mendigos, gente rezando... Se puede subir a contemplar las vistas desde uno de los minaretes, pero con el calor que hace, tantas escaleras...
Cuando hemos salido el calzado seguía en su sitio, no en vano hemos pagado veinte rupias por el cuidado del mismo y el alquiler de nuestras "galas".


Después teníamos contratado un paseo hasta el Fuerte Rojo y por los bazares en rickshaw. El hombre que nos llevaba, pedaleando en su bicicleta era tan delgado que daba angustia. me he sentido francamente mal sentada tan "cómodamente" mientras el hombre sorteaba el atasco y se jugaba el físico pare que los "señores turistas" nos diésemos el gusto de lo exótico de este transporte.


Supongo que, al fin y al cabo es su trabajo y necesita el dinero que gana así para mantener a su familia, pero yo no volvería a subir. Nos ha dado una vuelta desde la mezquita hasta el Fuerte Rojo. Allí hemos hecho un par de fotos desde fuera porque estaba cerrado. Ha seguido por las estrechas callejuelas de Chadni Chowk, bazares llenos de coloridas tiendas con toda clase de productos.


De vez en cuando paraba y nos indicaba algo curioso para que pudiéramos hacer una fotografía. Cuando ha terminado el viaje le hemos dado el doble de lo pactado, por aquello de la mala conciencia. Y él ha aprovechado para pedir más, con lo cual se ha llevado el triple. Ya se que hemos pecado de inocentes, pero ya no tiene remedio.


Nuestro siguiente destino ha sido el Gurdwara  Blangla Sahib. Tocaba descalzarse otra vez, y con la cabeza cubierta con un fular, atravesar una calle llena de barro. Se trata del principal templo sij de Delhi. Construído en mármol, fue originariamente un palacio conocido como Jaisinghpura, propiedad de Jai Singh, gobernante de la India en el s XVII. El octavo gurú sij residió en ella durante una epidemia de cólera que asoló la ciudad, ayudando a los afectados y ofreciéndoles agua de un pozo que ahora es sagrado.


El suelo de mármol blanco del templo estaba limpio. Dentro no podíamos hacer fotos. Tenían un altar con su libro sagrado y una capilla con una cama de plata para que descanse el libro fuera de las horas de culto. Fuera hay un estanque para bautizar a los adeptos.


También hemos entrado en la gran cocina dónde preparan grandes cantidades de comida que reparten en un comedor anexo entre los necesitados.


En el estanque hice una foto de un sij que me pareció salido de una película. Le pedí permiso y posó sin ningún problema. Iba vestido de blanco, con una daga y turbante. Parecía elegante y orgulloso.


La visita al lugar dónde fue incinerado Gandhi, el Rajghat ha sido todo un éxito: estaba cerrado por ser lunes. Menuda previsión la de la agencia de viajes a la hora de realizar el programa de visitas en lunes, cuando es el día de la semana que cierran. Ya pasó lo mismo en el Fuerte Rojo.

El guía nos ha dicho que parábamos para comer y le hemos contestado que nosotros sólo hacemos desayuno y cena. Aún así nos ha dejado en un restaurante sin decir ni pío y se ha largado. Sin saber muy bien qué hacer, hemos pedido un par de cosas y cuando pagábamos ha aparecido. Yo estaba muy cabreada porque me parece que no son formas y no se de que va este tío  Pero me he tragado mi enfado y he hecho gala de toda la diplomacia que he podido, porque nos quedan muchos días por delante.

Así que le hemos dicho que era la última vez que hacía eso y que si ellos quieren parar a comer, estupendo, paramos, nosotros nos tomamos un café y ya está. Parece que lo ha cogido. Pero no me fío ni un pelo de él. Y tenemos que estar dos semanas juntos.

Tras una panorámica por las avenidas y edificios gubernamentales de Nueva Delhi hemos ido a la última visita de hoy: el Complejo de Qutb, que incluye el Qutb Minar, la torre más alta de la India con cinco plantas construidas en diferentes épocas y estilos, la Mezquita Quwwat-ul-Islam, en la que destaca una alta columna de hierro y varias tumbas.


El Qutb Minar es el monumento islámico más antiguo de Delhi y con sus 72,5 m es el alminar de ladrillo más alto del mundo. Está construido sobre las ruinas de Lal Kot, la ciudadela roja de la antigua ciudad de Dhillica.


Al oeste de la mezquita se encuentra la tumba de Iltutmish, el segundo gobernante musulmán de Delhi. Se trata de un mausoleo construido en 1235 y que contrasta con las costumbres hinduístas de incinerar los cadáveres. Es el primer sepulcro monumental de la India.


Nos ha llamado mucho la atención la gran cantidad de loros que había aquí. Anidan en las paredes de los monumentos y ponen una nota más de exotismo y color.


Hemos pasado mucho tiempo deambulando por el complejo, haciendo fotos a los edificios y a la gente. Me encanta fotografiar a las mujeres hindúes, me parecen elegantísimas con sus saris de brillantes colores. Lo más gracioso es que yo también debo resultarles exótica, porque ellas me hacían fotos a mi.


Para terminar nos han llevado a una tienda de recuerdos. Eran pesadísimos, nunca he visto una cosa igual. Les da lo mismo las veces que les digas que no. Me han agobiado tanto que he pasado olímpicamente de comprar nada. Además los precios no eran exactamente una ganga.

Al fin en el hotel nos hemos duchado con agua hirviendo porque no había manera de regular la temperatura y tras una cena rápida, nos hemos acostado prontito, que hemos estado una noche sin dormir y dos días sin parar.

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