martes, 30 de julio de 2013

Tailandia: El Triángulo de Oro y los pueblos de las montañas

Hoy ha habido suerte y casi todo el día la lluvia nos ha respetado. Solamente ha llovido algo a primera hora de la mañana, así que tan felices. Durante el desayuno, en una terraza del restaurante del hotel que está sobre el río, no ha parado de llover y cuando hemos empezado el paseo en lancha por el río Mae Kok nos hemos calado. 


Menos mal que nos habíamos puesto el chubasquero. El tiempo ha empezado a mejorar por el camino y nos ha permitido disfrutar de los preciosos paisajes de montañas y frondosa vegetación de las orillas del río.


Hemos parado en un poblado, Ruammit, de la tribu Karen. Esta etnia es originaria de Birmania, en donde constituyen un importante grupo que incluso ha querido independizarse del estado central.


Pero una buena cantidad de ellos vive es el norte de Tailandia, especialmente en las zonas del norte del país cercanas a la frontera.



Son mayoritariamente budistas y animistas, pero también hay cristianos. En concreto, en este poblado tenían incluso iglesia.


Viven sobre todo de actividades enfocadas al turismo, artesanías, elefantes... Las mujeres tejen en telares artesanales prendas y complementos que luego venden y muchas de ellas, sobre todo las más ancianas, visten los trajes típicos.


Tienen también animales, cerdos, gallinas... y practican la agricultura de subsistencia con campos de arroz en terrazas, alejandose de las prácticas agresivas con el medio ambiente de otras tribus, lo que les permite estar más integrados en la sociedad tailandesa.


Costituyen la más numerosa de las tribus de las montañas del norte del pais ya que se estima que podrían llegar ser unos cuatrocientos mil.


Después hemos seguido por carretera hasta el Triángulo de Oro, una zona de la frontera tailandesa donde se juntan Tailandia, Laos y Birmania separados o unidos por el río Mekong. 


Tras disfrutar de las vistas desde la orilla tailandesa en lo alto de una colina coronada por un templo, el Wat Phra Tha Pu Khao, hemos bajado a Sop Ruak, un pueblo que está creciendo como destino turístico gracias a su situación en un meandro del gran río y cerca del vértice del Triángulo de Oro.


Aquí está el Museo del Opio, pequeño y un poco cutre, pero que explica el porqué de la denominación de esta zona, que fue el centro del comercio del opio y que generó grandes cantidades de dinero a los traficantes.


La guía se empeña en recalcarnos que la droga prácticamente ha desaparecido del país y que eso son cosas del pasado. Pero pone demasiado interés en convencernos de que aquí ya no se trafica como para que nos lo creamos del todo. Porque puede que sea verdad que en Tailandia ya no se cultivan las amapolas, pero en Laos y Birmania si. Así que me inclino a creer que el comercio continúa, aunque sea a menor escala.


Bajando del Museo del Opio y girando a la izquierda hay un gran Buda dorado y una zona a la orilla del río con buenas vistas sobre Laos y su enorme casino, construído cerca de la frontera porque en Tailandia el juego es ilegal.. 


Tras un corto trayecto en coche atravesando campos de arroz hemos llegado al restaurante dónde comeremos hoy.


Vuelve a ser en un restaurante con jardín al aire libre. El sol pegaba fuerte y, al menos hoy, ha sido agradable aunque sigue habiendo muchos bichos que a veces terminan en la comida. De aderezo.


Había varios autobuses de españoles. No sabía que en esta época hubiera tanta gente por aquí. Bueno parece que en esta época del año somos los únicos inconscientes que osan adentrarse en el sudeste asiático, con el monzón en pleno apogeo y temperaturas de más de treinta grados garantizadas. Bueno, nosotros y los omnipresentes chinos.


Hemos seguido hasta la frontera de Birmania, que está en un puente que cruza el río Sai, el cual sirve de separación natural entre los dos países.


Del lado tailandés está Mae Sai, la ciudad más al norte de Tailandia, con un gran mercadillo de baratijas chinas, pero que no tenía nada interesante. Se suponía que aquí vendían lacados, piedras preciosas o semipreciosas y jade. Pero lo que se encuentra es mucho plástico e imitaciones de ínfima calidad.


Había gente que pasaba al otro lado, a la ciudad birmana de Tachilek, pero no nos ha parecido que mereciera la pena pagar los diez dólares que costaba el permiso de entrada para ver otro mercadillo parecido. Se hubiera quedado, simplemente, en tener un sello más en el pasaporte. 


La tarde a seguido con las dos últimas visitas de hoy a las tribus Yao y Aka. La verdad es que esto me provoca sentimientos encontrados. Por una parte es bonito ver cómo viven, sus casas, sus trajes tradicionales... Por otra parte está excesivamente corrompido por el turismo.


Los niños te piden dinero por hacerse una foto contigo o las mujeres ves que se ponen sus mejores galas cuando ven aparecer turistas y montan en un momento sus tenderetes de artesanías y objetos fabricados por ellos. Aún así es curioso de ver y es legítimo que ellos intenten sacarle partido y salir de la miseria en que vivían.


La tribu Yao procede de China y en realidad los que están asentados en Tailandia son un subgrupo llamado Mien Yao. Su economía se basaba tradicionalmente en el cultivo de arroz, maíz y adormidera, pero en la actualidad eso está cambiando. El las montañas hay más de un centenar de aldeas Mien. Su religión es una mezcla entre animismo y taoísmo.



Las mujeres cubren su cabeza con turbantes negros tradicionales o "muoc zou" y llevan chaquetas negras con cuellos rojos. Dedican su tiempo libre a elaborar textiles, como  bolsitos de colores o fundas para cojines, con un diseño característico que luego venden a los turistas que los visitan o en los mercados de las ciudades.


Los Egaw o Akha comparten su emplazamiento en las montañas y sus orígenes también son chinos aunque llegaron a Tailandia desde Birmania buscando mejorar su condiciones de vida. Su vivienda tradicional está construida de troncos, bambú y paja y pueden ser bajas o estar sobre pilotes.



Tradicionalmente eran seminómadas y su agricultura se basaba en el arroz seco, que sólo depende de la lluvia, y en la tala y quema de los bosques para su posterior cultivo. Ahora se están haciendo sedentarios y prácticamente han dejado de cultivar opio por las prohibiciones del gobierno tailandés. Cada vez más se dedican al negocio del turismo. Los turistas pagan por ver el día a día en las aldeas Akha, aunque gran parte de lo que vemos es una puesta en escena. Se hacen fotos con nosotros con sus trajes tradicionales y nos venden su artesanía. Su religión es una mezcla de animismo y culto a los antepasados.


Normalmente usan la ropa tradicional para ceremonias especiales, pero en áreas turísticas de Tailandia se les puede con el traje completo. Lo más vistoso son sus tocados. Cada uno es único y están decorados por sus dueñas con monedas de plata, piel, borlas, cadenas, pompones, plumas...


De regreso al hotel hemos atravesado de nuevo por plantaciones de arroz en las que se veía a la gente trabajando. Se ve poca maquinaria, creo que las técnicas son muy parecidas a las que se han usado a lo largo de los siglos. 

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